En primer lugar, hay que rendir homenaje al entonces comandante de Infantería Francisco Bens Argandoña, al que se le debe el nombre de Villa Bens, anteriormente Cabo Juby. Francisco Bens Argandoña fue comisionado por el Gobierno de España para trasladarse a Cabo Juby a entrevistarse con los notables y jefes de tribu para que le formalizasen dicho enclave y el interior del desierto. Era la persona indicada, puesto que dominaba el árabe, era dialogante, humilde y comprendía perfectamente el carácter de los nativos. Era el fiel espejo de como tenían que ser los españoles con los nativos, y así lo afirma el coronel Manuel Mulero Clemente en su libro con esta afirmación: “el sultán azul de Smara dijo a los nativos, si os encontráis en el desierto con un cristiano, procurad que sean españoles. Ellos saben respetarnos y comprendernos”.
De la Batalla del Barro al desierto
En octubre de 1957 una tormenta inundó la capital de Valencia, los campos y poblaciones dejando un caos, sin agua ni electricidad y con altura de agua y fango en la capital que sobrepasaba los cuatro metros de altura.
El gobierno con el jefe del Estado al frente se instaló en la Capitanía General de la III Región en la capital valenciana, junto con un equipo formado por los delegados provinciales de todos los departamentos. El general-jefe de la II Región Militar de Ingenieros le informaron que para dejar limpia Valencia harían falta unos seis meses, a lo que la respuesta del jefe del Estado fue que los valencianos tenían que comerse el turrón con la capital totalmente limpia en diciembre. Inmediatamente con las tropas de dicha región militar y varios miles de soldados de otras regiones militares, personal civil y maquinaria pesada, se vio el milagro de que efectivamente Valencia estaba totalmente limpia y con todos sus servicios funcionando (agua, electricidad, etc.) antes de final de año.
"Bens era la persona indicada, puesto que dominaba el árabe, era dialogante, humilde y comprendía el carácter de los nativos"
Ahora que de vez en cuando salen los ignorantes a despotricar contra los americanos, los hechos son estos: un portaviones de la VI Flota de Estados Unidos que se encontraba en aguas próximas a las Islas Baleares, al oír por la radio el caos y la amargura de carecer de alimentos, médicos y medicinas, se aproximó al Puerto de Valencia e inmediatamente desplazó unos 20 helicópteros con personal médico, víveres y medicinas, entre otros. El primer pan que los valencianos comieron fue de las cocinas de dicho portaviones. Valencia siempre noble y agradecida creó la Medalla de la Gratitud, que recibieron todos los militares y civiles.
Hay que destacar que quien se llevó casi todo el peso de la limpieza de barro, enseres, animales putrefactos y demás, fueron los soldados del Batallón de Infantería Guadalajara 20, a los que aún les quedaba otra batalla, la del traslado a Billa Bens, donde vivirían otra batalla en la denominada Operación Teide, para enfrentarse a las Bandas Rebeldes del Ejército de Liberación Marroquí.
A quien interese
Ese es el texto de una carta que me envió mi buen amigo y compañero, el entonces cabo José Clemente Fayos, componente del Batallón Expedicionario de Infantería Guadalajara 20, destacado en Villa Bens y que así dice: “este relato que voy a escribir es autentico y no hay ninguna invención. Todo transcurrió un día de mayo de 1958, a las 19 horas aproximadamente, cuando el capitán Sergio Pedarjasa Castillo me llama y me dice que en 20 segundos me quedaba al mando de un pelotón de morteros para arriar la bandera de España. Hacia las 20 horas estaba todo el batallón embarcado en el buque Ciudad de Valencia.
Según me explicó el citado capitán nos quedábamos un pelotón de fusileros, dos ametralladoras y el pelotón de morteros para arriar la bandera de España y rendir los honores correspondientes. En total, unos 50 hombres éramos los que teníamos que ver con amargura como arriábamos nuestra bandera de España, desplegados en una zona de seguridad, donde enfrente teníamos a una enorme cantidad de nativos festejando con gritos y cánticos mientras que la mayor parte de nosotros nos tragábamos las lagrimas de dolor e impotencia al tener que presenciar como después de tantos años España entregaba a Marruecos dicho enclave llamado Villa Bens”.
"Francisco Bens ra el fiel espejo de como tenían que ser los españoles con los nativos"
“Nosotros sabíamos que de haber un solo disparo aquello se convertiría en una matanza de incalculables consecuencias”.
“A las 12 de la noche se arrió la bandera de España. La arriamos el cabo Enrique Roca Sanz y yo, el cabo 1º José Clemente Fayos. Una vez doblada y con un dolor enorme en nuestros corazones, la entregamos a nuestro capitán soportando un enorme dolor y muchas lágrimas al tener que llevar a cabo este triste acto, teniendo además que ver la enorme algarabía marroquí. Junto con nuestro capitán embarcamos en la barcaza K2 de la Armada. Fueron unos minutos muy largos, pero que muy largos”.
Cuando el batallón al completo se encontraba a bordo del buque Ciudad de Valencia, el comandante-jefe José Villarreal González, con profunda emoción y junto con muchas lagrimas de los 800 soldados de este batallón, se puso en pie y gritó con toda su fuerza: soldados, ¡viva España! Aquellas 800 gargantas respondieron con tanta fuerza que algunos soldados comentan que este grito llegó hasta Rabat”.
“Días después, una orden del Batallón Guadalajara 20, así decía: artículo único. Felicitación y despedida. Yo os felicito de todo corazón es necesario que vuestra labor no termine aquí, sino que hagáis ver a vuestros padres, hermanos, a vuestros amigos y a vuestros hijos el día de mañana la satisfacción que se siente al cumplir con el deber patrio. De todas formas a España se le puede servir en cualquier lugar y en cualquier profesión. Para el engrandecimiento de España, y os desea muchos éxitos. Valencia 19 de junio de 1958. Vuestro comandante, José Villarreal González”.