Opinión

Budapest: la magia magiar (y IV)

Cruzando el Danubio, caminando por el puente Elizabeth, entramos en Buda y nos encontramos a los pies de una elevación que eufemísticamente llaman monte, aunque en realidad solo es una colina de 235 metros de altitud. Recibe el nombre de Monte Gellért, en español Gerardo, en honor a un obispo cristiano que en el siglo XI quiso evangelizar a las tribus magiares. No tuvo éxito, ya que, algunos de los más radicales incrédulos, lo introdujeron en un barril y lo despeñaron, en septiembre de 1046, desde lo alto de la colina, convirtiéndolo en mártir y santo.
Ascendiendo, preferiblemente a pie o en vehículo, hasta la cima de la colina encontramos la conocida fortificación llamada Ciudadela, uno de los lugares más visitados de Budapest y declarado, desde 1987, como Patrimonio Mundial por la UNESCO. Es el lugar de mayor altura de la ciudad y por ello el panorama que se divisa desde él es espectacular.
Durante la dominación turca, los ocupantes construyeron una fortaleza utilizando primordialmente madera. Curiosamente, en el siglo XVIII sus laderas fueron cubiertas de viñedos. En 1813 ocupó el lugar un observatorio astronómico, llamado Uraniae, que solo funcionó durante 37 años ya que, con la revolución de 1848 contra Austria, los húngaros colocaron cañones y la artillería austriaca en respuesta, destruyó las instalaciones.
Finalizada esta guerra de independencia, en 1850, los Habsburgo austriacos construyeron una fortaleza de 220 metros de largo y una anchura de 60 metros, rodeada por unos altos muros de 12 a 16 metros de altura y un espesor de 4 metros, con 60 cañones en sus troneras. En realidad, la construcción se hizo con carácter disuasivo, frente a las posibles rebeldías de los húngaros. Firmado el convenio austrohúngaro en 1897, la Ciudadela pasó a depender de los húngaros, que considerándola como un símbolo de la opresión sufrida a manos de los austriacos, fue parcialmente destruida.
Durante la II Guerra Mundial, los alemanes volvieron a reutilizar la ciudadela con fines militares. Construyeron un búnker de hormigón a tres niveles, como defensa y refugio antiaéreo. En la actualidad puede contemplarse en sus salas, un museo con fotografías y figuras de cera ilustrativas de aquella época.
Con la finalización de la Guerra, el ejército soviético había derrotado y expulsado a los alemanes. En 1947 erigieron, en el bastión sureste, una monumental estatua elevada con pedestal a 40 metros de altura, representando una mujer con una rama de palmera en la mano que bautizaron como Estatua de la Libertad, en honor a la liberación de la ciudad de los ocupantes nazis.
Existen en la colina algunas cuevas, siendo la más significativa la de San Iván, con su capilla, también conocida como La Iglesia Rupestre de San Gellért.
A partir de 1960, la Ciudadela de Budapest fue declarada como lugar de interés turístico y verdaderamente es una de las atracciones para los visitantes de Budapest.
La visita a Budapest tiene uno de sus hitos identificativos en el recorrido por su zona medieval, en la colina de Buda situada en la orilla izquierda del Danubio. Sus callejuelas empedradas, tienen un encanto que nos transportan a una época antigua y alejada del tráfago de la gran ciudad. Puede ascenderse a esta parte de la ciudad, después de atravesar el Puente de las Cadenas, bien subiendo por unas escaleras, andando por una accesible cuesta o más cómodamente utilizando el funicular.
Culmina y preside el alto de la colina, el Castillo de Buda o Palacio Real, a unos 170 metros sobre el nivel del mar. Se accede al mismo por sus dos entradas principales, bien por la Escalinata de los Habsburgo y la puerta ornamental de 1903 con su impresionante Turul o por la Puerta Corvino, vigilada por un cuervo con un anillo de oro en el pico.
El Castillo de Buda tiene una impresionante y azarosa vida ligada a la propia evolución de los sucesos históricos en Budapest. Su inicio, sin duda, estuvo sobre el 1243 cuando el rey Bela IV decidió proteger la pequeña Buda amurallándola y construyendo un palacio real en la colina, aunque posiblemente no en el mismo lugar que ocupa el actual. Ya en esta localización, en 1400, concluyó Segismundo de Luxemburgo un magno Palacio de estilo gótico. Posteriormente, con el esplendor del siglo XV, Matías Corvino lo reconstruyó con un estilo renacimiento temprano, aunque también la invasión y ocupación por los turcos, de 1541 a 1686, y su utilización como polvorines y caballerizas, terminó con su destrucción. La llegada de los Habsburgo al poder, motivó que se construyera un nuevo palacio entre 1714 y 1723, ahora con estilo barroco. Sin embargo, fue María Teresa quien edificó en 1749 un nuevo Palacio Real. Cien años después, la rebelión húngara contra los austriacos ocasionó su destrucción en 1849. La reconstrucción del mismo por sugerencia y el interés, sin duda, de su esposa Sisi, fue realizada por el emperador Francisco José I, acabándose las obras en 1905.
No acabaron aquí los avatares del Palacio, ya que en la II Guerra Mundial con la ocupación alemana, fue utilizado como centro de operaciones y lógicamente, luego, fue sometido a bombardeos por parte de los rusos. Con el dominio comunista en el país, se inició en 1950 la reconstrucción del ruinoso palacio, adoptando un estilo neoclásico y suprimiendo toda referencia a los Habsburgo, dedicando los antiguos aposentos reales a ¡nstituciones y museos. Los jardines del siglo XIX existentes en la colina, dieron lugar a reproducción de fortificaciones de estilo medieval.
Antes de entrar al amplio patio de los Leones, podemos detenernos en la Fuente de Matías, proyectada en 1904, presidida por la estatua de este rey y con escenas de caza. Como dato anecdótico, al igual que en otros conocidos lugares del mundo, existe la costumbre popular de arrojar unas monedas para asegurar la vuelta, de nuevo, a Budapest. Alrededor del Patio de los Leones, se ubican instituciones las como la Galería Nacional Húngara, el Museo de Historia de Budapest o la Biblioteca Nacional Szcéchenyi.
Ocupando cuatro alas del Palacio la Galería Nacional, fundada en 1957, en cuatro niveles, expone pinturas y esculturas húngaras desde la Edad Media al siglo XX con gran valor artístico. Frente a la Galería Nacional, al oeste del patio se ubica la Biblioteca Nacional Szcéchenyi, fundada en 1802 por el conde, con cuyo nombre en su honor se titula la misma. Contiene cinco millones de volúmenes, con un ejemplar de cada libro escrito en húngaro o referente al país y como significativo tesoro, se encuentra la colección de libros y manuscritos antiguos denominada el Corviniani, que perteneció al rey Matías Corvino y fue una de las más importantes bibliotecas del Renacimiento.
El Museo de Historia de Budapest se encuentra en el ala situada más al sur y a través de referencias, esculturas y piezas obtenidas de excavaciones se recoge la historia de la ciudad desde los tiempos prehistóricos hasta los actuales.
El Castillo de Buda, desde el que se divisa el esplendoroso Danubio es, sin duda, uno de los tesoros emblemáticos de la ciudad y fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1987.
Cercano al Palacio Real, en la propia colina de Buda, se construyó entre 1895 y 1902 −aunque se inauguró en 1905− como parte de las conmemoraciones de los mil años de Hungría, un monumento de estilo neogótico y neorrománico, de inspiración medieval, que se denominó Bastión de los Pescadores. Se encuentra en lo que constituían antiguamente las murallas del castillo de Buda. Aunque la palabra bastión, se refiere a una construcción defensiva, no se hizo para esta función sino como monumento histórico ornamental. Sin embargo, su denominación hace un homenaje a una población de pescadores que parece ser, defendían en la Edad Media la muralla. Otra versión de su nombre, mantiene que se refería a un mercado de peces que existía en la zona.
La construcción es una balconada paralela al Danubio y tiene una longitud de 140 metros, constituyendo un excelente mirador del rio y de Pest. En preciosa piedra blanca, tiene siete torres que homenajean a cada una de las siete tribus magiares, que según la tradición se establecieron, desde los Urales, en la zona en el siglo IX. A través de monumentales escaleras y pasillos, se llega a una explanada en cuyo centro de encuentra una enorme estatua de Esteban I a caballo, primer rey de Hungría y fundador de la nación, inaugurada en 1906. El bastión, con la II Guerra Mundial sufrió deterioros, aunque su remodelación no se culminó hasta el 2003. Es un lugar imprescindible en la visita a Budapest, desde donde conseguir las mejores vistas de la ciudad. Junto con otros lugares históricos fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Casi pegada al Bastión de los Pescadores, se encuentra una impresionante iglesia que es conocida popularmente como Iglesia Matías, aunque su nombre oficial es Iglesia de Nuestra Señora, por su advocación a la Virgen María, patrona de la ciudad. La reviste, además de su belleza arquitectónica, una especial vinculación con la historia ya que fue protagonista de importantes acontecimientos.
Al igual que otros monumentos de la ciudad, ha estado sometida a variadas vicisitudes y cambios a lo largo de la amplia historia de Hungría. Parece ser que datan sus orígenes del siglo XIII, por iniciativa de rey Bela IV, aunque alguna tradición eclesiástica mantiene que, ya en 1015, el rey Esteban I, después santificado, construyó en aquel lugar un edificio religioso. Sin embargo, todos los sucesivos reyes fueron haciendo o añadiendo modificaciones durante sus reinados. Fue Matías Corvino, en 1470, quien impulsó más significativamente las aportaciones constructivas, dotándolas de un estilo renacentista. Precisamente, por este reconocimiento, a la iglesia se la conoce como Iglesia Matías.
La invasión y ocupación otomana en 1541, tuvo la consecuencia de su transformación en Gran Mezquita, con una duración de siglo y medio. Cuando los ejércitos austriacos reocuparon la ciudad y expulsaron a los turcos, la iglesia volvió a su advocación original. Los monjes franciscanos la reconstruyeron con un estilo barroco, aunque en 1723 volvió a sufrir graves destrozos. No fue hasta 1863 que se procedió a su restauración, adoptando el estilo neogótico. Sin embargo, con la II Guerra Mundial las fuerzas alemanas la utilizaron como local de cocina de campaña y posteriormente el ejército ruso como establo. La nueva renovación tuvo lugar entre 2004 y 2013 y en la actualidad el hermoso edificio es una muestra de la arquitectura ecléctica húngara.
La emblemática iglesia impresiona por su aspecto exterior con sus dos torres, la llamada Bela, de menor altura y la Torre Matías, campanario, de cinco pisos, en la fachada oeste. La puerta de acceso en la actualidad, es la llamada Portada María, del gótico húngaro, con la imagen de la Asunción de la Virgen. El color blanco de la fachada, contrasta con el colorido tejado a base de azulejos en zigzag de diversas tonalidades. Es una imagen, en este sentido, muy parecida a la Catedral de Viena.
El interior de la iglesia presenta numerosas pinturas, vidrieras y detalles artísticos e históricos. Sus condiciones acústicas, permiten la perfecta audición de los conciertos que se efectúan con su órgano, el mayor existente en Budapest. En la capilla de la Trinidad, se encuentra la tumba de mármol del rey Bela III y su primera esposa.
La iglesia ha sido protagonista de significativos hechos como la coronación, en 1867, de Francisco José I como rey de Hungría y del último monarca de la dinastía Habsburgo, Carlos IV, en 1916. También en ella, contrajo matrimonio en dos ocasiones Matías Corvino. Como reconocimiento de los valores de la construcción religiosa, fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2002.
Sin duda alguna, para los visitantes con tiempo suficiente, como entretenimiento o para aquellos que quieran buscar remedio a dolencias reumáticas, Budapest proporciona una versión más de su atractivo. Desde la época romana, continuada con la dominación otomana y reforzada en la actualidad, la capital húngara es una referencia en el mundo en cuanto a baños termales y terapéuticos. Esta circunstancia la llevó a ser proclamada Ciudad de los Balnearios en 1934. En efecto, más de 118 manantiales, con aguas medicinales a base de sodio, magnesio, calcio, carbonato, hidrógeno, sulfato y cloruro, se encuentran en la ciudad, algunos datando de las épocas romana y otomana.
Haciendo referencia a los cuatro más significativos, se encuentra en primer lugar el espectacular Szécheny, ubicado en el parque Varosliget, al que hemos hecho referencia anteriormente en otra entrega de esta serie de artículos. Otro de los más famosos de la ciudad es el balneario Gelléts, con referencias históricas desde la época romana y acondicionado e inaugurado en 1918, poco después del Szechény. El balneario Rudas se utilizó desde hace más de cuatro siglos y en el siglo XVI era uno de los más famosos por sus baños turcos. Quizá por reminiscencias religiosas, aun en la actualidad, solo es permitido su uso a los varones, aunque en 2005 se consiguió que los martes fuesen el día de las mujeres. Las parejas solo pueden utilizarlo conjuntamente el fin de semana. Finalmente, el balneario Lukacs puede ser recomendado por los precios más económicos del mismo para los baños.
Para finalizar este recorrido de artículos que bien se merece la bella ciudad de Budapest, aun habiendo dejado, sin duda, en el tintero otros muchos aspectos reseñables de la misma, parece oportuno añadir unas informaciones que pueden resultar ilustrativas para quienes se decidan a visitarla.
El idioma oficial‒ y una de las lenguas de la Unión europea‒ en Hungría, es el magyar y el estándar es la variedad que se habla en Budapest, ya que también existen otras variantes y dialectos urbanos y rurales. Su raíz procede de la familia de las lenguas urálicas, del grupo fino-ugria y concretamente del subgrupo de lenguas ugrias. De ahí procede la dificultad de su aprendizaje para los europeos, con lenguas de raíz indoeuropea muy diferente a la del idioma húngaro. Su alfabeto cuenta de 44 letras, 14 vocales y 31 consonantes, con complicadas reglas gramaticales, como diferente pronunciación, componentes que pueden agregarse a una palabra para aumentar su longitud e incluso su significado o que las frases se construyen ordenando las palabras en función de la importancia que quiera darse a una parte de la misma.
La moneda oficial de Hungría es el forinto. No se ha implantado aun el euro, al igual que en otros países europeos, por incumplir algunos criterios de convergencia, aunque está previsto que se implantará próximamente. Parece ser que su denominación se originó como homenaje a la ciudad de Florencia donde se acuñaron los florinos, monedas de oro a partir de 1252, aunque desde 1325, con Carlos I de Hungría, se utilizó el florentinus, como moneda de oro.
Su utilización fue reintroducida como oficial el 1 de agosto de 1946 después de la II guerra Mundial, desbancando al pengó moneda devaluada por la fuerte inflación de 1945 y 1946. El forinto estaba dividido en céntimos o fileres también desaparecidos de la circulación por la descontrolada inflación de los años 90.
La denominación oficial del florín húngaro es HUF, aunque también se utiliza la Ft, ya que su nombre en húngaro es forint. Un forinto equivale a 0,0025 euros.
En Hungría circulan billetes de 500, 1.000, 2.000, 5.000, 10.000 y 20.000 HUF, no existen menores de 500 y las monedas son de 5, 10, 20, 50, 100 y 200 HUF, no utilizándose los céntimos. Los billetes recogen en una cara la imagen de un personaje histórico húngaro y en la otra un lugar o suceso relacionado con el mismo. Curiosamente, contienen una franja de seguridad vertical que permite ser además identificados por personas invidentes.
Como epílogo, solo puedo añadir que la capital húngara es una de las más bellas ciudades del planeta y su visita impregna de un carácter mágico que hace imposible olvidarla.

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