El frío y la lluvia se pusieron, esta vez, de parte de los 20 subsaharianos que lograron llegar ayer a la playa de Santa Catalina. Dejaron la patera embarrancada y emprendieron carrera hasta la zona de La Bolera. Ahora se encuentran en el CETI, todos llegaron sanos y salvos.
Boza. Ya en tierra. El triunfo. Los rostros de los 20 subsaharianos, entre ellos dos mujeres, que consiguieron llegar en la mañana de ayer hasta la playa de Santa Catalina, mostraban la tranquilidad de saber que la principal meta, la más complicada, la acababan de superar. Sentados al lado de la parada de autobús ubicada justo encima de la playa de La Bolera, cansados y desorientados, se dejaban organizar por las patrullas de la Guadia Civil de servicio, primero, y por los componentes del ERIE de Cruz Roja, después. Ellos eran los protagonistas de la última entrada de inmigrantes en la ciudad. Habían embarcado en una patera de madera con motor de 25 caballos y matriculada en Ceuta, partiendo desde las costas marroquíes de madrugada, hasta lograr su llegada que terminó en Santa Catalina, en uno de los escenarios más peligrosos en épocas de temporales.
Esta vez las fuertes lluvias y el mar embravecido respetaron aunque dejaron sus consecuencias en los cuerpos de este grupo, que se mostraba cansado e incluso sin poder responder a ciencia cierta a las preguntas más básicas que les hacían los miembros del ERIE de Cruz Roja. La responsable de la entidad, Alicia Cordente, concretaba a los medios de comunicación que aunque todos los inmigrantes habían sido reconocidos y se confirmaba que estaban en buen estado de salud, sí que se mostraban desorientados, con mucho frío y mojados.
¿Cómo consiguieron llegar hasta la zona de la Bolera? Allí fue donde se les localizó por parte de las patrullas del Cuerpo, después de que las cámaras del COS ya hubieran detectado la embarcación en el mar, patroneada por uno de los subsaharianos. Al llegar a la playa, los inmigrantes echaron a correr, subiendo por la zona que ocupa el Llano Amarillo, emprendiendo ruta por la parte trasera de Valdeaguas y descendiendo finalmente por la carretera de San Antonio, hasta parar junto a la marquesina de bus.
Tanto agentes destinados en la base de San Amaro como componentes de las patrullas se desplazaron a la zona, realizándose incluso comprobaciones por los alrededores por si alguno de los componentes de la travesía se hubiera quedado rezagado. No fue así. Los propios subsaharianos reconocieron de inmediato que eran 20 los que se habían unido en esta complicada travesía, emprendida poco después de la llegada de ocho varones a la playa del Sarchal, en la noche del pasado domingo, tal y como ayer informó este medio.
Miradas al cielo dando gracias a Dios, se alternaban con otras perdidas. Todos comían los bocadillos y bebían los zumos repartidos por Cruz Roja, para después cambiar sus prendas y calzado por otros secos, recuperando así cierta normalidad. Solo en este momento asomaban algunas sonrisas, se intercambiaban algunas palabras. Tres meses, mes medio o solo semanas. Cada inmigrante ha pasado distinto tiempo en su particular periplo clandestino que terminó en Marruecos, a la espera de cruzar al otro lado, de alcanzar su triunfo.
Atrás se queda el país vecino, en donde las redadas desarrolladas por los agentes marroquíes en respuesta a la financiación europea recibida, están siendo cada vez más brutales. Se organizan salidas a los campamentos, se hacen detenciones masivas sin reparar en quiénes son los detenidos. Incluso hace un par de semanas hubo un par de muertes a bastonazos. Muertes de las que poco se ha hablado, que no han ocupado siquiera una reseña en los medios de comunicación nacionales. “Marruecos, muy mal”, decía uno de los subsaharianos, envuelto en una manta roja entregada por el ERIE, aún descalzo y sosteniendo entre sus manos un bocadillo. Las nacionalidades de estos inmigrantes son diversas: de Mali, Costa de Marfil, Guinea Conakry, Sierra Leona, Congo o Mauritania, integraban un auténtico crisol cultural. Ahora descansan en el CETI, a donde llegaron en distintos vehículos del CNP. Meta final.
La Policía Judicial de la Guardia Civil ha abierto ya una investigación para esclarecer cómo llegó esta patera a manos de los inmigrantes.