Categorías: Sucesos y Seguridad

‘Boza’: 15 vidas a salvo

La Guardia Civil rescató a primera hora de ayer a 15 subsaharianos, entre ellos una mujer, que habían partido desde Castillejos en una pequeña zodiac. La unidad del Servicio Marítimo auxilio a los inmigrantes quienes, a pesar del estado de la mar, se habían arrojado a una travesía complicada.

También la unidad Atria de Salvamento Marítimo acudió hasta el lugar, sirviendo de acompañamiento a la Benemérita, ya que sus agentes de servicio ya habían subido a su semirrígida a todos los subsaharianos ante el peligro evidente de hundimiento.
Los inmigrantes fueron localizados a unas 8 millas de Punta Almina, justo cuando la zodiac estaba a punto de zozobrar debido, en parte, al hacinamiento. Eran las 7.25 horas cuando las cámaras de vigilancia detectaron la salida de la embarcación. Los ocupantes hicieron caso omiso a las llamadas de advertencia, siguiendo su ruta que tenía como destino el de siempre, el que les indican las redes: el Faro. Se guiaban por la luz, haciendo caso omiso a la Benemérita y dirigiéndose hacia los isleros de Santa Catalina, escenario de varios naufragios y dos muertes desde finales de agosto. Los agentes optaron por seguir la zodiac de forma preventiva y actuar rápidamente antes de que pudiera producirse alguna tragedia dado el estado de la mar.
La llegada a puerto deportivo se produjo en torno a las 9.00 horas. Ya el protocolo de actuación estaba operativo: los agentes del Instituto Armado preparados para la filiación de todos los rescatados y el ERIE de Cruz Roja dispuesto con alimento, bebida y mantas a reponer a quienes llegaba exhaustos, bastante desorientados y, sobre todo, con claros síntomas de hipotermia. Calor y rápido. Esa era la consigna para que los varones y la única mujer del grupo no tuvieran que ser evacuados al Hospital Universitario. Llegaban empapados, con algunas pertenencias -siempre escasas- en su poder. La atención inicial del ERIE de Cruz Roja, convertido en un referente en la atención al inmigrante, fue básica para que no se tuviera que llevar a cabo ningún traslado urgente, aunque las ambulancias estaban preparadas.
Uno a uno todos los subsaharianos empezaron a identificarse: sus nombres, apellidos y nacionalidades. En esta ocasión, como en otras, un crisol de culturas: 9 dijeron ser de Guinea Conakry, 3 de Costa de Marfil, uno de Mali, otro de Burkina Faso y la mujer del Congo. Ella era la única que presentaba, además de signos de hipotermia, alguna herida fruto de una travesía que se antoja compleja.
Agentes de la Policía Judicial se quedaban haciendo su labor: investigar de dónde ha salido la zodiac, su titularidad y posible uso anterior. Una base para tirar del hilo con el que llegar al ámbito criminal de esta historia. Antes de las once de la mañana, todos habían sido trasladados a la Jefatura Superior para preparar su posterior ingreso en el CETI en una unidad de Cruz Roja, centro que ha recibido esta semana el ingreso de otras 40 personas más. Detrás de esos números hay historias y dramas: están los que llegaron en la embarcación que naufragó en Santa Catalina y en la que falleció uno de sus ocupantes. También los 19 rescatados por la Salvamar en medio del Estrecho, entre los que está el ‘abuelo’ del centro del Jaral, Boubaker con más de 50 años. Y la pareja que logró saltar la doble valla, dejándose la piel en las concertinas. Y a todos ellos se suman los que, en forma de goteo, siguen llegando ocultos en dobles fondos de ‘vehículos patera’ que cruzan la frontera del Tarajal.
Y esto sucede en Ceuta, porque al otro lado las informaciones que van llegando no son nada buenas. Las redadas ejercidas por las fuerzas de seguridad marroquíes son constantes. Se llevan a cabo en barrios, atendiendo a las viviendas que, saben, están ocupadas por subsaharianos. Pero también se llevan a cabo en los bosques próximos a Ceuta, cuyas fronteras amanecen blindadas por agentes tanto en el espigón del Tarajal como en el de Benzú.
La carretera de Tánger supone el alivio de cientos de subsaharianos que se asoman, temerosos, al tránsito de los vehículos para pedirles dinero o comida. Es la única forma de mantenerse. Lo hacen con miedo a ser detenidos, el mismo miedo que tienen los conductores que si son sorprendidos ‘ayudando’ a los subsaharianos se enfrentan también a advertencias policiales.
La situación es así. Las oenegés trabajan a un lado y otro de la frontera por intentar dar una vida mejor al migrante. No siempre se consigue. La tragedia constituye una sombra siempre presente. Desde el año 2000 han fallecido cerca de 200 inmigrantes en las costas ceutíes o en su vallado o escondidos dentro de camiones de basura. El riesgo existe, pero la querencia por pasar al otro lado es mayor. Al grito de ‘Boza’ (el éxito, el logro) siguen intentándolo.

Imagen de los subsaharianos, todavía empapados, recién llegados al puerto deportivo tras su traslado por parte del Marítimo.

Entradas recientes

Condenado por estafar por Milanuncios con un alquiler en Tenerife

Fue en pleno verano de 2023. A través de Milanuncios se ejecutó una estafa que…

22/12/2024

Cambios en siete puestos de pescadería del mercado central

La consejería de Sanidad y Servicios Sociales solicitó mediante escrito la necesidad de reubicar los…

22/12/2024

Parques infantiles y biosaludables en la Marina

Las promesas del Gobierno de Ceuta sobre la mejora de los parques infantiles, así como…

22/12/2024

¿Presupuestos fantasma?

Mohamed Mustafa lo dijo claro en su discurso ofrecido en el debate de presupuestos, ojo…

22/12/2024

Ahora el Partido Popular, antes el Partido Socialista

Esta semana la senadora del Partido Popular, Cristina Díaz, me transportaba a épocas pasadas escuchando…

22/12/2024

La Navidad ha llegado a la cafetería de Gerón

Guti, Melli, Manolito y su amiga Milagros se animan a cantar unos villancicos navideños en…

22/12/2024