Opinión

La botella

Se que fue un sueño ya que todo lo que voy a contar fue muy bello. Estaba en la playa, sé que había mucha roca y con muchos chinos. Caminaba intentando escuchar las olas y oler el perfume del mar. Me devuelve a la calma y me hace pensar cosas, muchas de ellas positivas. Por eso cuando puedo me voy a este lugar. Suelo estar hasta que las garras de Morfeo me aprietan y debo de ir hasta mi cama. No quiero tomar pastillas. Les tengo mucho respeto y a la vez no quiero depender de ellas para poder tener mi descanso.

Cuando tengo que tomarlas suelo ir a los sitios con un aspecto y una forma de ser no deseada. Deseo que todos me recuerden como soy una persona despierta y con ganas de trabajar. Tomando relajantes no se me apetece tener que hacer nada. Luego, en el momento que me observen, ya no querrán contar conmigo.

Recuerdo que esa noche vi en el agua una botella. Encendí la linterna y verifiqué lo que estoy afirmando; espere con mucha paciencia que el mar echara a la orilla dicho objeto. Fueron muchos minutos y la verdad que me generó mucha impaciencia y ganas de saber lo que contenía. Pero llegó, gracias a Dios, el instante para cogerla. Mi imaginación voló. Pero nunca me pude intuir lo que había dentro.

La cogí y miré a través del cristal. Observé que algo había adentro, parecía un papel. Tal y como pude saqué el corcho que sellaba el contenido.

Y de repente salió un personaje de su interior. De la sorpresa solté el bote y solo pude ver el espectáculo. Se me presentó una especie de serpiente de cuerpo, con una cara de caballo.

Empezó a moverse por el espacio de un lado para otro y de repente se quedó frenada frente a mí.

Me habló y me dijo: “Vaya por fin alguien pudo liberarme. Tienes que escuchar y tener un poco de memoria. Soy el espíritu de un muerto. Una persona como tú. Que vivió una vida. Que desea que sus experiencias no queden en el olvido”. Y aquí quedó mi sueño.

La verdad que me quedé petrificado. Estuve muchos meses intentando dar una solución a este pequeño, pero complicado sueño.

Muchas noches me pasé paseando por la playa. Reconozco que intente ver algo en la mar. Algo que se pareciera a esa botella de mi sueño. Pero esa película fue una fantasía.

Fue mi conclusión, después de meses esperando algo tan fantástico como vi en mi oráculo del sueño.

Pero un día, y sin esperarlo, observé una botella cerca de la orilla. Tanta era la ilusión que no lo pensé. Me desnudé y me metí en el agua para recogerla lo antes posible.

Con una gran ilusión, y algo que me corroía por todo el cuerpo, rompí la botella por el cuello y vi que había un folio en su interior. De repente al empezar a leer me di cuenta que estaba escrito en inglés. Me dio mucho coraje. Yo no entendía este idioma. Y tuve que esperar unos días para saber lo que decía dicho folio.

Me lleve el folio a casa y lo guardé, como un tesoro, dentro de una caja de zapatos y la puse en lo alto del armario de mi cuarto.

Estuve buscando a alguien que cumpliera varias cositas: que fuera de confianza y que fuera una buena traductora.

Y la encontré. Se trató de una buena amiga.

Cuando se lo dije se quedó petrificada. Pero rápidamente me lanzo una intención. “Nunca han sido tan original para ligar conmigo”.

Cuando le presente la misiva se quedó de piedra al principio y me miró con una carita que la comprendí rápido: “He metido la pata”. Se la llevó a su casa no sin antes hacerle prometer que no dijera a nadie nada.

Solo ver la cara de ella y el beso que le di me llegó a la conclusión de que sería mi secreto para una larga vida en común.

La traducción decía: “Sé que me queda poco tiempo de vida. Mi promesa me dice que dentro de nada tendré que morir. Por este motivo quiero decir que quiero estar junto a ti, querida Verónica. Pero es una fantasía. Eres mi amor y sé que nunca podré estar junto a ti. No sé si llegará esta carta a ti. Pero ruego quién la encuentre que se la lleve a mi querida novia...

Fui muy feliz contigo. Me diste algo que nadie tendrá nunca. He sido un hombre y por este motivo tengo que estar agradecido. Se que podré ser otra vez feliz, pero en otra dimensión. Las balas están atravesando todo. Estamos atrincherados, pero somos pocos y con poca munición. Solo tengo una ilusión; por ella sigo en primera línea. Las ganas de estar contigo me dan unas fuerzas tremendas. Un fuerte beso te mando....”.

La fecha de la firma fue el detonante de pensar en que esa botella había estado durante muchos años en el agua y que yo he sido el elegido de haberla recibido. Doy gracias a Dios por esta bella carta y las palabras tan sencillas de un enamorado y que sabía que iba a perecer en una defensa de un lugar.

Cuando me contó este hombre lo siguiente me dijo planchado, pero no podía dejar de contarlo.

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