Revolotean por Ceuta. Colegios, calles u otros espacios pueden convertirse en su hogar. Aprovechan huecos o resquicios para anidar.
Avispas y abejas construyen, en ocasiones, sus panales y colmenas en distintos rincones urbanos. Su presencia en estos lugares conlleva un riesgo. Ahí es cuando el Cuerpo de Bomberos entra en acción para garantizar la seguridad. La labor del SEIS va más allá de actuaciones en accidentes de tráfico, incendios o retirada de árboles caídos. Las dotaciones también se ocupan de que distintos entornos queden libres de amenazas.
Avispas y abejas se mueven por el instinto animal y, cualquier acercamiento inocente, puede provocar una reacción natural de defensa. Es esta la razón por la que los operativos deben intervenir cuando se detecta un caso. Las abejas son rescatadas y puestas a salvo en campo abierto. Sin embargo, los avisperos son eliminados en pos de la seguridad.
Francisco Javier García, bombero del Cuerpo, asegura que es necesario actuar al encontrarse en zonas donde puedan entrañar una situación problemática. “Un panal o una colmena en un colegio puede ser peligroso para los niños. Si ellas se ven amenazadas, no van a dudar en defender su nido, lógicamente. Se procede a su retirada en estos casos”, explica.
Francisco Javier García (bombero): "Si ellas se ven amenazadas, no van a dudar en defender su nido, lógicamente"
Cada vez que se recibe una llamada, entre dos y cinco operativos acuden al lugar para desempeñar una u otra acción. Este aviso es el primer paso. Los bomberos rastrean a la abeja o avispa si simplemente se ha detectado un ejemplar. Una vez encontrado el nido, se ejecutan unas u otras tareas.
Las reglas cambian en función de qué especie es diana en la intervención. Las abejas nunca deben aniquilarse. La solución es captarlas para liberarlas en un terreno rural. Primero, los integrantes del Cuerpo se visten con trajes de apicultor, portan guantes y llevan consigo una caja especial.
Así, se aplican sustancias atrayentes colocadas en su interior. Las abejas se adentran en ella hasta ser sellada para mudarlas a un nuevo hábitat. Siempre estas labores se llevan a cabo cuando oscurece, momento en el que ya no merodean por las calles y regresan a casa. Sus panales normalmente son encontrados semanas después de asentarse.
“Están en sitios durante mucho tiempo sin que nadie los localice”, indica García. Las personas se topan con ellas, sobre todo, en la llamada época de enjambre, cuando las reinas envejecen y salen de sus colmenas. Así, dan paso a las exploradoras para que busquen sitios en los que anidar. “Es en este proceso cuando el ciudadano se las encuentra en un coche, en un portón o en una esquina”, detalla.
La primavera es la estación en la que más se dejan ver. “Se multiplican este tipo de intervenciones en ese momento del año. Es cuando salen a localizar nuevos nidos y buscan alimento después de invernar”, indica el bombero.
Los avisperos tienen que ser eliminados. Los operativos, cuando encuentran dónde se halla este, se sirven de un soplete para quemarlo. Esta ejecución se produce, también, con la caída del sol.
A esta lista de especies comunes se ha sumado una no autóctona que pone en jaque a las otras dos. Se trata de la avispa asiática orientalis, que ataca y acaba con las colmenas. Las zonas más afectadas por su llegada son el sur de la Península, especialmente en Cádiz y Jaén. Los primeros casos en Ceuta se registraron el año pasado. La acción para su supresión es también diferente. Requiere de una serie de cautelas extra. Es este motivo por el que usan gafas de protección, ya que pueden lanzar veneno a los ojos.
A su vez, utilizan unos insecticidas específicos, que son la única arma útil para ponerles fin. Tejen sus nidos en huecos subterráneos y galerías, por lo que es difícil saber el alcance de estas colmenas. Quemarlas podría no servir ya que, si quedan restos, vuelven de nuevo. Solo estas sustancias permiten descontaminar la zona.
Los operativos en estos casos buscan a las reinas para terminar con sus colmenas. La colaboración de los vecinos es fundamental para intervenir. Desde el SEIS animan a llamar cuando se den este tipo de situaciones. García aconseja que “no se las moleste, que únicamente las localicen, telefoneen al 112 e informen de qué insecto se trata”.
Abejas y avispas comunes y asiáticas aterrizan en distintos entornos callejeros de Ceuta. Posan y anidan en puntos del entramado urbano, donde pueden causar un riesgo.
Un peligro que, en las propias manos de los bomberos, es erradicado por completo.
Alcanzan los 3,5 centímetros. Expulsan veneno, que pueden lanzar a los ojos y erigen sus nidos con celulosa, barro y otras sustancias. Las intervenciones en estos casos requieren de labores de rastreo para encontrar sus hogares de difícil localización.
“Las precauciones vienen a ser las mismas. Usar un traje de apicultor, no utilizar luz blanca. Siempre roja porque es la que no detectan”, especifica García. Los primeros servicios en Ceuta se dieron el año pasado. “Transmito tranquilidad. Hay distintos tipos de avispas asiáticas y la orientalis no es tan agresiva como la mandarina o la velutina”, añade.
El bombero cuenta que, según expertos, achacan su llegada a España a través de un barco cargado de fruta. Las condiciones actuales del país, en especial la subida de temperaturas y la sequedad del ambiente, han facilitado su asentamiento.
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