Llevaba muchas semanas ensimismado con una lámina de mi bisabuelo Paco. Consistía en una ola gigante y muchos muertos al lado suya. Todos ellos tenían el mismo color, el negro. Era por el principio del año 2010. La verdad fue que estaba investigándola desde el 2008 pero no era capaz de relacionarlo con nada. La fecha que tenía en la parte de atrás era 12 de febrero de 1933. Mi mujer me dio un toque, debería de ir con ella a la discoteca a pasarlo bien. Tanto estar en la consulta y tanto investigar podía pasar factura en el futuro y éramos jóvenes. Teníamos que disfrutar la vida. Yo la verdad le di la razón. Eran muchas horas consumidas en casa despachando a la clientela y en la noche estar buscando ideas y alguna relación con el mundo actual de esa herencia que me había dejado Paco. Ya me advirtió mi padre que estas tareas eran muy delicadas y que debíamos de tener mucho cuidado con decidir lo que puede signicar algo.
Teníamos que tener la entera certeza de que los grabados era con una garantía del cien por cien algo. Para ello teníamos que buscar la ayuda de nuestros hermanitos. Mi padre murió a la edad de 53 años por una enfermedad muy rara. Le deparó unas diarreas crónicas y duró muy poco tiempo. Nadie pudo convencerle de que fuera a algún especialista. El lo tenía asumido.”Mientras tenga un cuarto de baño al lado me da igual todo”. Sólo podía tomar cosas líquidas al final de su vida. Por eso tuve que hacerme cargo yo a una temprana edad de los 24 años de esta consulta. Pues por una vez le hice caso a mi mujer y nos fuimos a bailar a Benidorm que está a un cuarto de hora de aquí. Allí lo pasamos divinamente. Me metí unos buenos bailoteos y unos pocos de cubatas. Para despejarme nos dimos un paseo por las lindas playas que tiene esta ciudad turística y al llegar al final de la playa de Levanté al lado del mar tuve la sensación que algún hermanito quería hablar conmigo. Estaba junto a la orilla y yo me acerqué con tranquilidad. Le advertí a mi mujer que se quedara un poco distante. Y me empezó a decir: “Acuérdate del consejo de tu padre. Antes de escribir algo tanto en la libreta como en algún medio escrito espera que alguno de nosotros te informemos. Siempre se ha hecho así para evitar tener un patinazo. Creo que tanto el dibujante como la cabeza pensante tienen ganas de hablar contigo. Sólo hace falta que les dejes entrar en tu espacio vital y que puedan manifestarse ante ti”. Y se fue de allí. Todavía debo de acostumbrarme a estas manifestaciones de los hermanitos. Pero me cuesta mucho.
En el paseo de vuelta está vez por el asfalto junto a toda la maraña de chiringuitos que hay por allí le fui explicando poco a poco a Marina, mi mujer, lo que me había dicho este hombrecillo. Con mucho cariño se expresó diciéndome que tenía que poner en orden mis ideas y a la vez saber distinguir los momentos de trabajo, los de asueto, los de descanso y procurar tener más alegrías. Pero para mis adentros yo sólo pensaba en encontrar soluciónes rápidas a mis incógnitas. Difícil lo tenía si no ponía un poco de mi parte como me habían advertido. Cuando entré en la calle donde aquí le dicen un gran improperio que por vergüenza no voy a reproducir me encontré a un cliente que me dijo: “Llevabas toda la razón del mundo sólo tuve que esperar unos días y me vino la llamada del cliente que me dio un sí rotundo. Muchas gracias por tu buena interpretación del futuro. Podré ganar mucho dinero gracias a tus sabias palabras. Si quieres te vienes con nosotros y te invito a ti y a tu acompañante a unas copas”. Yo ya iba servido y le dije que otro día. Mi mujer me hizo un inciso diciéndome que ya que yo le había dicho que tuviera paciencia que me lo aplicará a mis actos. Tener paciencia y no actuar con premura. Nuevamente tuve que darle la razón. Hay que tomarse las cosas con más tranquilidad y no ser tan impaciente. Cogimos el coche y cuando llegamos a la casa dimos rienda suelta a una noche de pasión desenfrenada. Raro desde muchos meses atrás. Donde el dolor de cabeza y otras argucias habían tenido el protagonismo.