Cuando terminé de escribir el último episodio tuve un sueño por la noche donde se me apareció un hombre regordete y con gafas de sol y me empezó a decir: “José yo sé que mi bisnieto Óscar es una persona muy inteligente y que te ha relatado mi historia y las investigaciones de mi hijo y nieto, pero lo que no te ha dicho es que durante la Guerra Civil tuve que esconderme en la sierra debajo de tierra ya que un amigo de la familia le dio por mí y quería matarme a toda costa. Gracias a tener muchos simpatizantes pude meterme en ese pozo y alimentarme de cosas que me traían mis hijos. Los tenían muy vigilados así que mi mujer iba cambiando de recadero cada dos por tres. La consigna era clara, nadie debía de saber el paradero de donde estaba. Yo con agua, que la verdad la tenía en abundancia al lado mía, podía aguantar mucho tiempo. De vez en cuando cazaba algún animalito y me lo comía crudo. No podía hacer fuego para evitar dar mi posición. Las cosas que salían de mi interior las iba acumulando en un cubo y cuando venían a visitarme les mandaba a través del mismo para arriba para que los echarán por fuera del pozo. Debía de tener el mismo lo más saneado posible, era mi vivienda. Podía andar unos tres pasos y eso era lo que me mantenía vivo. De vez en cuando les decía que me trajeran jabón, me escapaba de mi escondrijo y me metía un lavado integral incluido el afeitado y corte de pelo. La ropa procuraba cambiármela cada semana. El tiempo que estuve allí fue casi cinco años”.
“Luego tuve que coger a la familia e irme primero al País Vasco y luego saltar a Francia. Mi familia se seguía carteando con lo que se quedó aquí en Alicante y sobre 1975 se vinieron para acá nuevamente. Yo estoy enterrado en un pueblecito de Francia y aquí me quiero quedar, estoy más tranquilo. Los dibujos son obra de un ser muy bueno que se los iba chivando otro hermanito. Yo era el mero receptor de mis amigos y debes de escribir esto. No te preocupes que yo estaré junto a ti y te guiaré para que lo escribas. Si quieres pon la máquina de escribir y yo te lo haré todo. Desde este estado que estoy ahora hago cosas que nunca pude hacer, por ejemplo verte. Cuando estaba en vuestro mundo me decían los hermanitos cómo eras, pero era de una forma artificial. Me indicaban si eras de fiar o no. Si tenías fe o no. Y si se te podía hablar. Ahora desde aquí te puedo reconocer por tu figura y cómo eres de presencia. Se me olvidaba que un hombre no es todo la figura. Si es guapo o feo. Alto o bajito, sino lo principal es el aura que transmite. Tú por ejemplo lo tienes muy claro. Luego se te puede confiar. Por eso me he presentado a ti. Te debo de advertir que el mundo debe de cambiar. Que no haya tanto egoísmo y pensemos más en todos en conjunto. Tenéis el futuro muy feo. No entrar por favor en armas. Procurar ponerse de acuerdo todos. La guerra no es buena para nadie y el primero en rubricarlo soy yo. Viví un infierno por la envidia de unos pocos. Y tuve que irme de España para evitar morir en manos de otro ciudadano de esta tierra. Por todo lo que creáis sentaros a hablar de un futuro en común. La vida en convivencia es muy bonita”.