Desde lejos ya se divisa la basura acumulada. Latas y latas de cerveza, botellas de plástico, cristales, basura. Es la presentación del Pabellón de las Heras, el BIC que va degradándose poco a poco, a la vista de todos, como si estuviera escrita su muerte y hubiera una premeditación por conseguirla. Nadie lo cuida, al final morirá. Y eso a pesar de las insistentes voces y protestas de entidades como Septem Nostra que ha reclamado hasta la saciedad un plan de protección para este y para otros Bienes de Interés Cultural de Ceuta.
En este lugar llegó a estar la Compañía de Red Militar, la sede del Pabellón de Transmisiones en la época del Protectorado Español. Formaba parte del cuartel que fue derribado porque urgía la construcción de la nueva Comandancia para la Guardia Civil. Han pasado más de trece años de aquello y ni hay nueva casa para la Benemérita ni existe protección. El supuesto interés general que motivó aquel derribo no era tal, como tampoco lo fue el que promovió la demolición del antiguo Cine África.
Son patadas al patrimonio, una detrás de otra. Patadas y descuidos, porque existe un claro riesgo de que este BIC se venga abajo. Al paso del tiempo se suma el daño externo que sufre derivado de las ocupaciones, del arrojo de residuos, de la falta de limpieza, de la posible generación de incendios como el que asoló el Castillo de San Amaro... Lo grave de esta situación es que está a la vista de todos los ciudadanos. Son muchos los que siguen esta ruta para dar la tradicional vuelta al Hacho y se erigen en testigos de cómo la mole de restos va en aumento, generando además un problema de salud pública.
Tener un BIC entre latas de cerveza no es la mejor tarjeta de presentación para el cuidado del patrimonio que pelea por mantenerse en pie en nuestra ciudad.
¿De qué hablamos? El ‘Pabellón Cuartel de las Heras’, lo único que se salvó tras la demolición del cuartel
El ‘Pabellón Cuartel de las Heras’ fue lo único que se salvó de la demolición del cuartel ordenada ya que sobre el mismo consta una protección patrimonial. Esa protección está sobre el papel y supuestamente debería estar garantizada por las instituciones gubernamentales para que no se degradara más. Aquí sucede lo contrario. Se salvó del derribo pero no de la desprotección que sufre, a la vista de todos, y que le hace presentar un peor estado. Este lugar ha servido de asentamiento okupa, de particular ‘picadero’ para quienes ejercen la prostitución en la zona y para las prácticas del botellón. Se ha cerrado en varias ocasiones con bloques de cemento.
En detalle: El rincón del máximo abandono
En este lugar se suelen reunir a diario mujeres y hombres que ejercen la prostitución. Aquí consumen alcohol y fuman. Los restos se aprecian en las fotografías. Pero no solo ellos son los que echan estos desperdicios, también gente que pasa y en vez de usar las papeleras los dejan ahí o grupos que se concentran para la práctica del botellón. Por unos o por otros, es el ejemplo del máximo abandono posible.
Repleto de latas y basura acumulada: Lo que está a la vista de todos
Estas son las imágenes que cualquiera puede ver cuando transita cerca de este bien patrimonial. Decenas y decenas de latas vacías, botellas de cerveza, basura, tabaco... residuos de todo tipo que forman ya una pila cada vez más alta. Eso es lo que se aprecia a simple vista, pero si uno se detiene y ve más hacia dentro comprueba que la basura se va acumulando en torno a la única pieza histórica que se salvó de la maquinaria en un lugar que, de acuerdo con las promesas políticas del momento, iba a servir para acoger la futura casa cuartel para la Guardia Civil. El Instituto Armado sigue en Hadú y este lugar está cada vez más deteriorado.
Pues no es el primero ni el ultimo, en Ceuta hay edificios como éste, abandonados, solo se conservan y se restauran los de la zona centro, el resto si se hace se vuelve a abandonar, la población de Ceuta excepto una pequeña minoría les da igual los monumentos empezando por el ayuntamiento que solo le interesa las subvenciones de restauración y después el olvido. En Ceuta hay muchos que no saben ni si quiera lo que significa tener cultura y apenas educación.
Que pena, en el libro de Arturo Barea, la Forja de un Rebelde, se hace alusión a ese pabellón de Ingenieros. En esta ciudad se cuidan mejor los "cachondeos" que la preservación de los "bienes históricos".