Categorías: Sucesos y Seguridad

Benzú, la puerta para otro ‘Boza’

Algo más de un centenar de subsaharianos logró cruzar prácticamente andando el espigón de Benzú aprovechando la marea baja. Hubo 40 heridos, de ellos los más graves 7, con traumatismos craneales al caer desde la valla. Marruecos interceptó a otro centenar.

Algo más de 200 inmigrantes intentaron ayer, a la carrera, cruzar el espigón fronterizo de Benzú. Lo logró un centenar, mientras que el resto fue interceptado por los agentes marroquíes a los que sorprendió la llegada de todos los subsaharianos en bloque, al grito de libertad y visiblemente desesperados.
La Mujer Muerta al fondo constituía la imagen protectora sobre decenas de hombres que tenían un único objetivo, llegar como fuera al espigón para trepar por el vallado. Las fuerzas marroquíes pudieron frenar a casi un centenar, que quedaron detenidos al otro lado de la valla. Los demás llegaban hasta la alambrada con la idea inicial de trepar. Y así empezaron a hacerlo los primeros, pero el resto, aprovechando que la marea estaba muy baja y que prácticamente podían bordear el espigón andando, eligieron el camino no solo más corto sino también el más sencillo.
Eran las 10.00 horas y los vecinos de Benzú se arremolinaban sobre el paso fronterizo, sorprendidos por una entrada que no se repetía desde el pasado enero. Los gritos de libertad pero también de Boza, boza parecían hacerse cada vez más fuertes mientras los inmigrantes cruzaban a la carrera el espigón. Algunos compañeros que ya habían subido la valla optaban por bajarse y seguir a sus compatriotas; otros, los menos, terminaron siguiendo su camino dejándose caer desde lo alto del vallado.
Siete subsaharianos resultaron con traumatismos craneales y tuvieron que ser trasladados por ambulancias de la Cruz Roja al Hospital. Hubo además luxaciones de cadera, contusiones y numerosos cortes... así hasta un total de 40 heridos que tuvieron que recibir las atenciones del ERIE desplegado en la zona.
Las concertinas colocadas por Marruecos en la parte de su valla dejaron importantes marcas en la piel de quienes integraron uno de los grupos más numerosos detectados hasta el momento. Al otro lado de la valla quedaban también heridos, de los que se hacía cargo Marruecos. El más grave, un joven que se precipitó desde lo alto del vallado tras quedar sus prendas enganchadas en las concertinas. Aunque sus compañeros intentaron liberarlo, finalmente se precipitó tras permanecer varios minutos encaramado. Se desconoce cuál es su estado. Otro joven que también se desplomó desde la misma altura intentó después avanzar hacia el espigón sin éxito, ya que quedó en el camino malherido y sin fuerzas a pesar de que algunos compañeros intentaban ayudarle a ponerse en pie.
Una vez que los subsaharianos, todos varones a excepción de una única mujer, llegaron a la playa decidieron quedarse sobre las rocas, no moverse de allí, todos reunidos en grupo, formando un bloque. ¿Por qué esta actitud? Temían que las fuerzas de seguridad los detuvieran y devolvieran al vecino país. Lo temían porque no es la primera vez que ha ocurrido y en este mismo escenario. Así que la postura que decidieron adoptar era esa: no moverse, quedarse en las rocas y comprobar cómo reaccioban las decenas de guardias civiles y policías nacionales que tenían delante. Unos frente a otros, cruce de miradas, cruce de papeles, roles opuestos sobre un mismo lugar, la que llaman frontera sur de Europa, aunque la UE parece haberse olvidado de ella hace demasiado tiempo.
Visiblemente nerviosos, decenas de cuerpos que atrapaban una auténtica maraña de emociones, se concentraban sobre las rocas, dejando en el camino prendas rasgadas, zapatos destrozados, chalecos que supuestamente salvan vidas, cámaras que imitan a los flotadores o botellas de plástico amarradas con cuerdas que deben servir para mantenerse a flote. O eso dicen.
"Boza, boza", gritaban. Es la expresión que refleja el logro, la consecución de la meta, la explosión de las emociones desde de meses e incluso años 'invertidos' en un solo fin: llegar a Europa.
Se escucharon también canciones dominadas por conceptos clave como el de la libertad; melodías africanas... las mismas que les han acompañado en su camino y que incluso reproducen cuando abandonan la ciudad rumbo a la península. También gritaban 'asilo', pedían que se les acogiera... reclamaban una asistencia en detrimento de la expulsión.
Los agentes de los Grupos Rurales de Seguridad (GRS), los de la UIP y UPR de la Policía así como las distintas patrullas que esa mañana estaban de servicio se repartían el control sobre el escenario fronterizo. Un control complicado, porque es sobre hombres que solo quieren que no se les expulse, que solo buscan no tener que desandar el camino en el marco de una devolución en caliente.

La llegada de este centenar de inmigrantes causó revuelo en el CETI, hasta el punto de que decenas de sus residentes quisieron a la carrera llegar hasta el espigón para dar la bienvenida a sus amigos. Fueron frenados por las fuerzas de seguridad antes de su llegada a la barriada. Impedían así su contacto físico pero no las conversaciones telefónicas que siguieron manteniendo quienes, en el fondo, han sido compañeros de viaje pero con distintas etapas en sus metas finales.
Camerún, República de Guinea, Mali, Benin o Burkina Faso son algunas de las nacionalidades de estos subsaharianos que ya están acogidos en el CETI. Un lugar que es conocido para algunos de ellos, ya que entre los 85 cameruneses que consiguieron cruzar hay algunos que ya pasaron por el centro del Jaral y formaron parte del grupo de 'los cartonazos' que fueron expulsados tras su traslado a la península. Y es que la inmigración no deja de ser un fenómeno de ida y de vuelta, de gente que va y que viene. Muchos de los que ayer llegaron arrastran hasta 5 años de viaje. Los que menos, solo unos meses.
Ahora tendrán que ser filiados, registrados en el CETI e integrados en las normas impuestas en el Jaral. Al otro lado de la valla, Marruecos ya está respondiendo con batidas, con redadas duras que son las respuestas a hechos como el vivido en el día de ayer.

Sobre las rocas, optaron por no moverse de allí al temer que fueran expulsados

Los inmigrantes se quedaron en el agua o sobre las rocas, era una forma de presión ante al bloque de fuerzas de seguridad que tenían por delante. Así confiaban en que no se materializara una devolución en caliente que ya se ha llevado a cabo en otras ocasiones. Sobre el terreno, expresiones y gritos de alegría.

Fueron desplegadas varias ambulancias para tratar a los heridos, muchos por cortes

Las concertinas colocadas por Marruecos en la parte de su vallado dejaron sus marcas entre los inmigrantes que optaron por esta vía de entrada. El ERIE de Cruz Roja desplegó varias ambulancias hasta el lugar así como sanitarios para limpiar las heridas, repartir mantas y ropa seca, además de calzado, comida y agua. Después, serían trasladados en distintos furgones hasta las dependencias policiales y, ya por la noche, hasta el CETI del Jaral, otra vez con sobreocupación.

Los inmigrantes del CETI, al recibir la llamada, acudieron hacia el espigón

Decenas de inmigrantes del CETI acudieron a la carrera hasta el espigón de Benzú, después de que sus compañeros les hubieran llamado por teléfono móvil para informarles de que acababan de cruzar. La Policía y la Guardia Civil tuvo que formar un cordón de seguridad a la altura de la entrada a la barriada, precisamente para evitar que los inmigrantes del CETI se unieran con los que estaban todavía sobre el arenal. Fue uno de los momentos más llamativos de la jornada.

Mucha tensión entre personas que llevan años esperando dar el paso soñado

Había mucha tensión en la zona, demasiada acumulación de emociones entre hombres y mujeres que llevan años de periplo y demasiado tiempo aguantando una situación adversa al otro lado del vallado, en los campamentos. Precisamente los inmigrantes que marchaban esta semana a la península cruzaron el mismo espigón que los que ahora son protagonistas de esta nueva entrada al grito de ‘Boza, boza’.

La marea baja permitió a los inmigrantes bordear el espigón y no elegir el salto

En estas imágenes se aprecia el momento justo del intento de entrada, cuando al principio los inmigrantes quieren trepar por la valla pero luego, al comprobar que es más fácil bordear el espigón, lo cruzan prácticamente andando. En el FACEBOOK de El Faro digital y en FARO TV CEUTA, en youtube, puede verlo.

Gritos, canciones, selfies, grabaciones y hasta piruetas en el aire para celebrar la entrada

La inmigración de hoy no es la que asomaba por aquellas fronteras de finales de los 90. La inmigración de hoy es otra, diferente, moderna, que tampoco escapa al fenómeno de internet, de las redes sociales, de la globalización. Nada más pisar suelo español los subsaharianos sacan sus móviles y se graban, se sacan fotos, las mandan a sus compañeros, dejan salir todas esas emociones que han marcado horas de mucha presión, de miedo, de incertidumbre por no saber lo que va a suceder. Y llegan las imágenes, las fotografías sobre el terreno como las que ilustran estas páginas, en las que asoma una acertada combinación entre quienes han cruzado, quienes han quedado al otro lado del vallado y quienes saben que podrán tener una oportunidad, al igual que en meses anteriores las han tenido otros compañeros.
Todos los llegados ayer están ya en el CETI, un centro que había conseguido rebajar su ocupación con el traslado a la península de cien subsaharianos, en la que supuso la mayor salida de todas las organizadas hasta el momento. Sus habitaciones han quedado libres por poco tiempo.

Los inmigrantes cantan ante la Guardia Civil y el delegado busca también ‘la foto’

Sobre el terreno imágenes tan curiosas como éstas. Las de los inmigrantes que no se retiran del agua y que cantan y gesticulan ante la Guardia Civil o la del delegado del Gobierno, Nicolás Fernández, que, a ‘lo ministro del Interior’ también sacó su teléfono móvil para inmortalizar el momento y sacar una fotografía de lo ocurrido. A su lado el coronel y el jefe de Gabinete.

Cuando las entradas desbordan lo previsible, los roles ya no existen

Agentes de la Guardia Civil repartiendo agua entre los inmigrantes, porque ayer, ante una situación que se desbordó por completo, los papeles de cada uno quedaban poco definidos, y había que repartir comida, agua o ayudarse entre todos para reconducir la situación. Hasta el lugar se desplazaron todos los GRS que estaban en ese momento de servicio y también los que tuvieron que marchar a toda velocidad del Hotel en el que se hospedan, en pleno centro de la ciudad. El Servicio Marítimo y los GEAS para garantizar la seguridad en el mar. Y es que la entrada de ayer es de las más numerosas que se recuerdan después de la que se produjo en la madrugada de Navidad, cuando 85 subsaharianos lograron cruzar a Ceuta por este mismo espigón. Marruecos ha reforzado su presencia en la zona y lo ha hecho con tiendas de campaña, agentes así como un doble vallado. También mantiene unidades neumáticas en el lugar por si tiene que intervenir ante intentos de salida masivos.

Las fuerzas de seguridad marroquíes frenaron la entrada de un centenar

Al otro lado del vallado tuvo que actuar Marruecos y lo hizo impidiendo la entrada de un centenar de inmigrantes. Sobre el arenal quedaron heridos, algunos de gravedad porque hubo gente que se precipitó desde lo alto de la valla al intentar trepar por ella. No hay constancia de que se hayan producido muertes.

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