Los certámenes de belleza ya no son lo que eran. El físico ha dejado de ser protagonista absoluto. La puerta se abre a otras cualidades a valorar y no siempre se apuesta por cuerpos que cumplan con el molde estético impuesto. Es una transformación que Estefanía Fernández, delegada en Ceuta de Miss Mundo y Míster Internacional, describe y traslada con voz propia.
Ella ha sido testigo de dicha evolución, tanto desde fuera como por dentro una vez inmersa en este proyecto que arrancó en el 2019. Este lunes afronta una cuarta gala en el Revellín, que arrancará a las nueve de la noche. Aún quedan asientos libres para quien desee asistir y conocer a las futuras caras que encarnarán a la ciudad a nivel nacional.
“Recuerdo que, cuando era pequeña, los veía en la televisión. Siempre tuve una imagen de este tipo de certámenes. Una vez que me introduje y empecé, me di cuenta de que ya no son lo que eran”, explica. “Ya no es una cara bonita. Para llegar a ser miss o míster hay que ser un hombre o una mujer completos. Todavía hay requisitos de edad, pero los demás los han quitado”, indica.
Esta reconversión de los concursos es, de hecho, el punto que más la empuja a seguir con este tipo de propuestas. “Es lo que más me apasiona. Ya no hay un estereotipo de mujer u hombre. Solo alguien que puede alcanzar la corona o la banda”, detalla.
El primer corte es de 52 candidatos, una primera criba que pasa por una entrevista de jurado. Una vez que el grupo pasa a ser de 20, entre estos se hace una selección a través del mismo sistema. Posteriormente, deben pasar por una prueba deportiva, otra de talento y una relativa a las redes sociales. A esta se suma otra con el traje típico y una pasarela de top model. El concurso miss Mundo también incluye la presentación de un proyecto social. “Se trata de conocerlos por dentro, no solo su rostro”, apunta.
El qué dirán
Este año son seis chicos y diez chicas los que subirán este lunes al escenario del Revellín para obtener una deliberación final. A diferencia de la primera edición, Fernández señala que hay menos participantes en las más recientes. Este descenso se detecta, sobre todo, en los chicos. “Una vez que lanzamos el casting les cuesta. Cuando se acerca el final empiezan a escribirnos muchos y nos dicen que se querían presentar”, comenta.
“Es cierto que todavía les importa un poco el qué dirán”, añade. Considera que esas reacciones negativas que les hacen dudar a ellos proceden, sobre todo, de personas “que quieren y no pueden”. La delegada local expresa que estos “los machacan porque les gustaría, pero, quizá, no están capacitados y lanzan la crítica”.
Asimismo, recuerda que este certamen en la participación masculina está asociada a “niñas o a ser gay”. Fernández insiste y dispara una pregunta al aire. “¿Qué mas da la condición sexual que se tenga?”, remarca.
No es la única traba social a la que pueden llegar a encarar los aspirantes a España. Las redes sociales también pueden ser un caldo de cultivo para opiniones negativas y lo que ello conlleva. Es esta la razón por la que no solo los preparan para saber cómo manejar las redes sociales.
Tratan de enseñarles también a que las palabras hirientes pasen inadvertidas. “Les decimos que nunca les afecte. No siempre una crítica tiene que ir a mal. Puede ser constructiva y ayudarte. No hay que sentirse desvalorado”, reflexiona.
“Siempre va a hacer algún comentario absurdo o que no llega a ningún lado, pero viene de personas que no deben importar. En nuestro caso, nuestra primera Miss Mundo fue Lucía Heredia, una chica trans. Recibió todo tipo de juicios. Eso le hizo a ella ser fuerte y no sentirse menos mujer. Nació en el cuerpo equivocado. Lo es de los pies a la cabeza”, manifiesta.