En el siglo pasado, tuve que trabajar una parte de mi carrera profesional en Figueras, una bella ciudad y cercana al lugar de nacimiento de Dalí, Cadaqués un pueblo mágico de la Costa Brava. Dalí es el último artista español del siglo XX con renombre internacional, que amó a España y dejó su legado al Tesoro español. El odio que le tienen los nacionalistas es inversamente proporcional a mi aprecio a Salvador. Gerona es una de las provincias más bellas de España, con su llanura ampurdanesa, rodeada al norte por los Pirineos y al este por la Costa Brava con Rosas, Ampuria brava, La Escala, El Estartit, Bagur y otros muchos pueblos inolvidables. En Figueras, la ciudad más importante del norte de Gerona se halla el Museo de Dalí, que lo visito siempre que paso por allí. Y allí creo que conocí a los Begoños.
Era una pareja de magiares venidos a España con la idea de engañar a todo el que se pusiese por delante. Decían que el padre de la mujer tenía unas piscinas allá en su tierra pero que habían tenido que cerrarlas porque el frio que pasaban los clientes era insoportable y las estufas no funcionaban lo correctamente que en un paraíso comunista se requería. Él era bien parecido y tenía un buen predicamento entre las mujeres, pero en cuanto dos o tres veces repetía lo mismo, las más listas no aparecían; ella no era tan bien parecida como él y lo que más le gustaba era entrometerse en todos los negocios del marido, cosa que él admitió enseguida porque decía algo tan profundo como que más valen cuatro ojos que dos. El marido vendía de todo, su tienda era un gran almacén de todo a cien, eso cuando estaba porque acostumbraba a viajar continuamente, para eso empleaba un antiguo auto, por supuesto fabricado detrás del telón de acero.Él decía que era para traer género, pero yo creo que era para ir a Andorra a ingresar los dineros del negocio. Enseguida hicieron una piña en los negocios, se dieron cuenta de que él con su palmito y sus engaños y ella con su amor a los negocios y sus recomendaciones podían llegar muy alto.
Cuando le pregunté a ella que porqué les llamaban los Begoños, me contestó que sus apellidos en su tierra eran muy vulgares, Toth, Szabó, Kovacs, Nagy, que son como aquí Sánchez, Pérez, Gómez, Fernández y que así no se podía llegar a ninguna parte, y como ya tenía nociones de marketing, debido a los negocios piscineros y saunísticos de su padre, entendió que un buen nombre atrae más que un buen discurso. Hubo que elegir el nombre que pudiera llevarles a la cima y se fijaron en la Begonia, que es una planta terrestre herbácea, algunas de porte semiarbustivo o incluso pequeños árboles y otras trepadoras, perennes o vivaces. El apelativo del género, fue acuñado por Charles Plumier, un referente francés en botánica, honrando a Michel Bégon, un gobernador de la excolonia francesa de Haití, y fue adoptado por Linneo.
La begonia es una planta que tiene alrededor de 1.500 especies, con lo que se podría engañar a unos y a otros al vender por ejemplo una planta de una especie en lugar de otra. Las especies no todas tienen el mismo valor, dependiendo de la hoja y la flor. Por otra parte son oriundas de las regiones tropicales y subtropicales de América, África y Asia, lo que a la Begoña, le encanta, no hay cosa que más le entusiasme que ir a África, Kenia es su paraíso y siempre que puede se da un paseo por el Kilimanjaro, en la vecina Tanzania, sobre todo por la ruta Marangu, claro que allí ya no puede ir en el coche de su marido, por lo que suele ir en avión , en eso los Begoños son muy parecidos, a los dos les encanta volar, ella suele optar por la compañía Air Europa, es su preferida porque dice que la tratan como a un a reina. Las flores de las begonias son muy diversas tanto en forma y tamaño como en color; son unisexuales, la masculina contiene numerosos estambres, la femenina posee un ovario inferior con 2 o 4 estigmas ramificados. El fruto es una cápsula alada que contiene gran cantidad de diminutas semillas. Las hojas son asimétricas y al igual que las flores, difieren mucho de una a otra especie, desde variadas como las de Begonia brevirimosa a verde brillante la Begonia ulmifolia.
"Cuando le pregunté a ella que porqué les llamaban los Begoños, me contestó que sus apellidos en su tierra eran muy vulgares, Toth, Szabó, Kovacs, Nagy, que son como aquí Sánchez, Pérez, Gómez, Fernández y que así no se podía llegar a ninguna parte, y como ya tenía nociones de marketing, debido a los negocios piscineros y saunísticos de su padre, entendió que un buen nombre atrae más que un buen discurso"
No es de extrañar que esa planta maravillosa fuese elegida por los magiares venidos de no sé dónde para iniciar su carrera en nuestro país. Ya se habían dado cuenta que los paisanos españoles eran personas fáciles de engañar. Los Begoños vendían sus artículos fácilmente y la mayoría de los españoles se los compraban sin regatear. Al ver con qué facilidad engañaban a sus clientes, decidieron ir a por metas muy superiores. Por ahora la mujer se quedaría con los artículos de primera necesidad, mientras él debería encumbrarse en un estadio mayor, debería tener un doctorado para enseñorearse por el Senado, cual César, Cicerón o Cátulo. La tesis no se sabe por quién fue escrita, pero el caso es que sirvió para que este hacendoso magiar tuviera renombre en todo el país. A partir de ese momento, dejó la tienda de artículos en manos de su mujer y se dedicó a la política que le iba a conceder mayores premios, debido a la ceguera de los españoles y la inocencia de la oposición.
El Begoño, de su estancia en Cataluña aprendió la forma de hablar mucho y continuamente y no decir nada y sobre todo el arte de no contestar nunca a lo que se le preguntaba. Así, si alguien le recriminaba porque le había vendido una especialidad distinta de begonia mucho más barata y sin apenas flor, en vez de la solicitada brillante y con flor casi permanente, él contestaba que el calentamiento del planeta nos lleva a tener una sola variedad de planta, y se quedaba tan ancho. Así el calentamiento del planeta, la economía sostenible, las energías renovables, y las plantas inclusivas, eran casi siempre su respuesta y cuando eso enojaba mucho a sus clientes, entonces apelaba a la pacificación de Cataluña o a la bondad del género humano. Incomprensiblemente, había muchos idiotas que le escuchaban y otros todavía más idiotas que le seguían. Así un buen día llegó corriendo a su casa y le dijo a su mujer que había conseguido entrar en un partido político, no sabía su nombre solo recordaba algo de “obrero”. Y naturalmente para obrero él que había tenido que trabajar afanosamente engañando a cualquiera que se le pusiera por delante, con lo que eso agota y además la memoria que hay que tener.
A los Begoños a partir de entonces la vida les cambió por completo. La mujer lo primero que hizo fue ir con su marido a clase de reverencias. Así aprendieron el “plongeon” o reverencia en la que el cuerpo completo se rinde ante la autoridad a la que se debe venerar, por ejemplo ante el rey de Marruecos y el de Arabia Saudí; la inclinación simple de cabeza, para agachar la testuz ante la bandera de la región catalana con el amigo Pere a su izquierda; la de un falso plongeon y puesta a punto, que es la que se le hace al Rey de España, consiste en no inclinar la cabeza, mirar para otro lado y ponerse a continuación al lado del Rey. El Begoño indicó a su tronca que mientras él se ocupase de las cuestiones políticas para engañar a las tribus de alrededor, ella debía ocuparse de conseguir fondos, por lo que ni corta ni perezosa ya que era una experta nadadora debido a los negocios familiares se lanzó al rio más cercano, el Ter, sumergiéndose hasta su lecho y emergiendo con lo que creía un preciado tesoro, un puñado de tierra. El Begoño pacientemente le dijo, que no eran esos fondos a los que se refería. Pensó que un viaje a la calle de la muralla (Wall Street) era necesario para instruir a su cónyuge, pero era un viaje largo y se quedó en Gerona en el “carrer del mur”. Tampoco aprendió mucho. Definitivamente, el Begoño, le dijo al oído una serie de cosas que ella enseguida comprendió y nosotros nos quedamos sin saber, los paseantes ese día solo habían oído algunas palabras sueltas: mordidas, pasta mucha pasta, y sobre todo subvenciones, esta es la que más repetían.
Los Begoños con la entrada en política del bien parecido se hicieron muy ricos. Enseguida el partido político les habilitó una casona grande en Madrid, en un lugar llamado La Moncloa, dejando atrás el comercio catalán que tanto habían disfrutado con sus pan amb tomaca y pernil. Curiosamente la aviación enseguida entró en el matrimonio, él se compró unas gafas Ray Ban, al estilo Top Gun y ella copió los modelos de Kelly Mac Gillis. Los aviones de papel eran su pasión y cuando no los veía nadie, se lanzaban esos minúsculos aviones, él lanzaba uno pequeño estilo Falcón y ella uno más grande estilo Airbús 340, eso sí de Air Europa. Que escenas tan extraordinarias hubieran pintado los expresionistas, con una temática provocadora, el choque de dos aeroplanos, el uso de colores fuertes, como el rojo comunistoide, la estética naif, de dos seres que no pueden estar el uno sin el otro sin que haya comisiones por medio, y quizás para que no se entienda, que las formas sean abstractas, completamente koldianas.
A pesar de que el bien parecido era muy mentiroso además de engañar al máximo común divisor y si podía al mínimo común múltiplo, no olvidaba a sus amigos. Así, en cuanto que tuvo algún poder para colocar sus fieles en el organismo que detentaba, para llevar los presupuestos y todas las cuestiones financieras que él desconocía, ya que ese día no había ido a clase, pensó en la ayudante del veterinario de un pueblo del Ampurdán, que bailaba las sevillanas gritando, esta todo lo hacía gritando, por lo que la hizo encargada de la de Hacienda al pensar, esta vez con mucha inteligencia, que era la menos adecuada. Para llevar las cuestiones de la vicepresidencia, es decir su alter ego al no poder nombrar a su mujer, ya que consideraba que tenerla también en el trabajo era excesivo y no podría realizar la tarea más importante de conseguidora de fondos y asesoramiento universal del planeta, se le ocurrió nombrar al mecánico que tantas veces le había arreglado su coche. Si sabe de mecánica forzosamente tiene que saber de leyes, pensó, además en adelante le arreglaría gratis el coche.
En esta maravillosa situación el Begoño se dedicó a viajar por el mundo mundial, gratis, en primera del Falcón, champagne y whisky incluidos y en poco tiempo tuvo tal cantidad de “avios” que ya podía ir incluso a la luna lunera. El calentamiento del planeta, la economía sostenible e inclusiva, su lucha a favor de la corrupción no se le iba en ningún momento de la mente, y sobre todo, y eso nunca supe por qué, había una palabra que nunca soltaba de su boca, Ayuso, Ayuso, Ayuso…
La última vez que le vieron, me dijeron que estaba paseándose, vestido con una bata de churrero, con unos huesos y unas calaveras de la guerra civil, a lo que respondí que yo no creía que ya tuviese demencia senil, ya que el Begoño que yo recordaba era más joven. Sin duda, se habrían confundido. Si alguna vez saben de ellos, por favor no duden en comunicarse conmigo ya que todos mis recuerdos de Figueras los guardo con mucho cariño. No me digan que esta historia no es ficticiamente desopilante.
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