Opinión

La barriada San Daniel de Ceuta

El día 16-12-2019 se informaba en la página 13 de El Faro de Ceuta sobre la comida de hermandad que conjuntamente habían organizado celebrado vecinos de las Barriadas San Dan Daniel, La Libertad, Zurrón y Varela-Valiño, con motivo de celebrarse el 50 Aniversario de la inauguración de la barriada San Daniel, ubicada en la Avenida de Lisboa; resaltándose en el periódico el sólido espíritu de unión, hermandad y ejemplar convivencia que desde su inauguración siempre ha caracterizado a sus vecinos.

La noticia me ha despertado añorados recuerdos y hondos sentimientos de nostalgia y admiración hacia dicha barriada y su buena gente, con la que conviví durante seis años y por eso puedo atestiguar tal nexo de unión y buena vecindad, cuyo clima de colaboración y pacífica convivencia entre todos los vecinos fue lo que hizo posible la solución de bastantes problemas de los que hace 50 años la población ceutí en general padecía, habiendo sido dicha barriada pionera y modélica a la hora de afrontarlos y resolverlos.

Los orígenes de la barriada San Daniel se remontan hacia al año 1969, durante mi segunda etapa de destino voluntario en Ceuta. Con anterioridad, el Patronato de Viviendas San Daniel, adscrito al Ayuntamiento de Ceuta, promovió y construyó 90 viviendas en tres bloques ubicados en la Avenida de Lisboa, a media altura de la carretera que comunica Playa Benítez con el Acuartelamiento de Regulares y la barriada de Hadú. Se trataba de los únicos pisos entonces edificadas en dicha Avenida, con la excepción de cuatro o cinco chalets que con anterioridad habían sido construidos frente a la nueva barriada.

La construcción de las viviendas se hizo con un presupuesto de 92 millones de las antiguas pesetas, siendo bautizada la barriada con el mismo nombre del Patronato: “San Daniel”, cuyo Santo es el Patrón de Ceuta. Fue inaugurada por el alcalde José Zurrón Rodríguez, que anteriormente había sido Delegado del extinguido Sindicato vertical en Ceuta. Alcalde muy activo y solvente que, en el período 1967-1972, potenció mucho las barriadas. La de Zurrón adoptó su propio nombre, y también promovió la edificación de la Gran Vía.

Por cierto, que hace sobre un año, recibí desde Badajoz una comunicación de Francisco Zurrón, Secretario General del “Club Senior de Extremadura”, un foro extremeño de debate integrado por profesionales jubilados de reconocido prestigio, con el fin de aportar ideas y reflexiones sobre el presente y el futuro de Extremadura. Fue sobrino del antiguo alcalde de Ceuta, José Zurrón Rodríguez, que posteriormente fue nombrado Gobernador Civil de Badajoz, del que fue Secretario particular. Se interesó por uno de mis artículos sobre Hernán Cortés publicado en El Faro, para aportarlo en un congreso que sobre el célebre conquistador de Medellín se celebró en Extremadura. Conoce perfectamente Ceuta y me habló con mucho cariño de la ciudad y sus gentes, de las que mantiene muy buenos recuerdos.

Aquellas viviendas de la barriada San Daniel, eran económicamente asequibles; no muy espaciosas, con tres dormitorios, salón, cocina, cuarto de baño y, las del primer bloque, con dos terrazas, una frontal que da a la Avenida y la otra con vistas hacia García Aldave. Tuvimos que pagar de entrada 50.000 pesetas, más 1.000 mensuales hasta su amortización. Inicialmente estaban destinadas a funcionarios del Ayuntamiento, aunque también podían solicitarlas funcionarios del Estado, si no concurrían los primeros en número suficiente, como ocurrió. Ello vino a solucionarnos a los adjudicatarios el difícil problema de vivienda que siempre ha existido en Ceuta por falta de terrenos disponibles para construir. Dicho Patronato realizó entonces una estupenda obra social, sobre todo, a gente joven que la mayoría estábamos recién casados y con hijos pequeños, teniendo que pagar un alquiler más elevado que la mensualidad que se nos exigía en propiedad.

La adjudicación de los pisos se hizo mediante sorteo público. Antes de su entrega, se podían visitar acompañados del encargado de obras para examinar su construcción. Recuerdo que fuimos mi esposa y yo a verlos y, de todos los 90 pisos, el que más nos gustaba era el 3º-A del primer bloque que por su parte frontal daba para la Avenida de Lisboa. Era un verdadero placer poder contemplar desde ambas terrazas las preciosas vistas que se divisaban. Por el Este, todo el Estrecho de Gibraltar hasta las costas de la Península y, por el Oeste, bonitos paisajes hacia García Aldave y sus montañas hasta la llamada “Mujer Muerta” en Marruecos. Al piso le daba el sol apenas salía, la zona era entonces diáfana, sin ningún obstáculo por medio que dificultara la vista. No así ahora, que la barriada está ya muy masificada por un importante núcleo de viviendas y población que la ocupan a uno y otro lado de la Avenida.

Como los pisos fueron sorteados encontrándome con mi familia de vacaciones en Extremadura, delegué mi participación en el sorteo en un compañero de Hacienda que también era adjudicatario, Luis Díez, excelente persona que, lamentablemente, falleció muy joven. Como conocía nuestras preferencias por el 3º-A del primer bloque, enseguida nos comunicó la increíble sorpresa de que, precisamente, era el que nos había tocado. No pudimos tener mejor suerte y la noticia nos produjo mucha alegría al sabernos tan agraciados.

Una vez que habitamos los pisos, era una verdadera gozada recrearse contemplando tan atrayentes vistas que desde ambas terrazas se divisaban: intenso tráfico de embarcaciones que a diario surcan el Estrecho en dirección Atlántico-Mediterráneo, y viceversa, y también todo el litoral peninsular desde Tarifa hasta Estepona en los días de buena visibilidad, el Peñón de Gibraltar, La Línea, Algeciras y Tarifa, García Aldave, Benzú, Isla Perejil, playas de Benítez y Calamocarro, la primera de éstas a sólo unos 500 metro de distancia, donde en los veranos íbamos más a bañarnos.

Lo estuvimos habitando hasta finales de 1975, porque tras haber aprobado la segunda oposición de las cuatro que, sucesivamente, fui superando en el Ministerio de Hacienda y por no disponer de vacante de mi nueva categoría profesional en Ceuta, tuve que marcharme destinado a Málaga. Por entonces coincidió que una cuñada mía y su marido vinieron desde Asturias destinados a Ceuta; él, funcionario, ceutí, un puro “caballa”: José Presentación Miguel, tristemente fallecido. Ella: Isi Granjo Vargas, la extremeña más transformada en “caballa” que he conocido. Se subrogaron en los derechos y obligaciones del piso y así pudimos cedérselo, debidamente autorizados por el Patronato y el alcalde.

En la barriada tuvimos que resolver numerosos problemas. Organizamos la Comunidad de Propietarios con su Junta Rectora. Cada bloque contaba con Presidente y Tesorero de portal. Pero la representación general la ostentaba un Presidente general. El primer Presidente elegido por la Asamblea General fue Joaquín Larios Moya, Maestro Nacional y Administrador de Fincas, persona muy activa y solvente que, lamentablemente, también falleció muy joven. Ejerció la Presidencia durante varios años, con gran acierto y determinación.

Aunque las viviendas eran entonces económicas, porque el Patronato no perseguía ningún afán de lucro, nos fueron entregadas con algunas deficiencias, cuya subsanación Joaquín Larios y su Junta Rectora gestionaron, a la vez que consiguieron del Ayuntamiento la aprobación por el Patronato de la construcción de un aljibe en la barriada, que fue pionero en Ceuta para resolver el importante problema que entonces existía de no poder disponer permanentemente de agua por la débil fuerza con que llegaba, que entonces tenía que acarrearse en barco desde Algeciras; teniendo a veces que pasar por algunas barriadas varios camiones-aljibe del Ejército a abastecerlas, que prestaron un buen servicio a la ciudadanía. Aquel problema de escasez de agua fue totalmente resuelto después favorablemente.

Al cesar Joaquín Larios, la Asamblea General eligió nueva Junta Rectora y nuevo Presidente general, cuya elección recayó sobre mí. La nueva Junta Rectora fue la que luego nos encargamos de ejecutar la construcción del aljibe aprobado por la anterior. Para entonces, en 1973, ya era nuevo alcalde de Ceuta Alfonso Sotelo Azorín, Abogado y Profesor de Instituto, con enorme capacidad de gestión para hacer frente a los problemas, con el que tuve que mantener numerosas reuniones hasta ver finalizada la construcción del aljibe. Este alcalde fue también el que creó el Centro de la UNED en Ceuta y acometió la construcción de la Gran Vía, aprobada por la Corporación anterior presidida por José Zurrón.

Cuando Sotelo Azorín cesó de alcalde en 1978 tras la llegada de la democracia, fue nombrado Procurador en Cortes y Presidente del Centro Hijos de Ceuta en Madrid, donde falleció el 28-02-1997. Con él conseguimos igualmente que el Patronato San Daniel nos recubriera todas las fachadas con granulite, para preservarlas contra la humedad y de los duros temporales de levante que suelen azotar Ceuta, en cuya solución nos apoyó también mucho el entonces concejal Jaime Alsina. Se impermeabilizaron los techos de los pisos áticos con cinta asfáltica aislante, y las fachadas con granulite, dándole a la barriada mayor consistencia, realce y vistosidad. Según me cuentan, tras 50 años desde aquel arreglo, los problemas reaparecen.


No olvidaré nunca el cariñoso homenaje de despedida que al término de mi Presidencia nos dispensaron a Joaquín Larios y a mí todos los vecinos en una cena de hermandad, en la que, a petición de la Barriada, Joaquín me impuso la insignia de San Daniel que, luego, en nombre de todos, también impuse yo a él otra igual, por tan fructífera labor realizada. Todavía conservo la insignia con mucho esmero en señal de recuerdo, gratitud y gran afecto hacia toda la barriada y su gente ejemplar.

Pues creo que fue aquel espíritu de unidad, mutua colaboración y labor de equipo como se fueron formando los entrañables lazos de amistad y armoniosa convivencia entre vecinos. Mientras viví en la barriada, trabajamos todos a una en equipo, cuyo clima de buena sintonía y estupenda vecindad ya veo por El Faro que 50 años después todavía perdura, incluso habiéndose hecho extensivo a otras barriadas vecinas. La Junta Rectora nos reuníamos en el salón de actos de la parroquia de Villajovita, con la acogida agradable y afectuosa de su entonces cura párroco. Creo que ahora se reúnen en la caseta ampliada que albergaba el aljibe, cuando éste dejó de ser necesario.

Volví voluntariamente por tercera vez a Ceuta en 1999 hasta mi jubilación en 2011, con 51 años de servicios al Estado y casi 70 de edad. En Ceuta comencé mi trayectoria laboral, en Ceuta me jubilé, en Ceuta nacieron mis dos hijos y en Ceuta fui siempre feliz. Y la posibilidad casi única que Ceuta ofrece de poder bañarse en aguas del Mediterráneo y del Atlántico en sólo unos minutos de diferencia horaria, en el primer mar con aguas templadas y en el segundo más frías, me permitió disfrutar en verano de las playas Benítez, Calamocarro, La Ribera y el Chorrillo. En la primera, no hacía falta citarse ni buscarse unos a otros vecinos, porque todos/todas acudían siempre al mismo lugar, en el que todavía continúan reuniéndose un grupo muy unido de las barriadas San Daniel y Villajovita, conocido por “Grupo de la llave”, porque todos los años son los primeros en abrir la playa en mayo y los últimos en cerrarla en septiembre.

Aparte de estar tan unidos y ser solidarios sus vecinos, colaboran en causas justas y acciones benéficas. El último año antes de jubilarme, todos estaban muy afanados en la recolección de tapones de botellas de plásticos, con mucha ilusión y mejor voluntad, para contribuir a un fin tan encomiable como el de reunir el dinero obtenido para la compra de una silla de ruedas a una niña con movilidad reducida, porque su familia era de humilde condición; en cuyo gesto tan humanitario colaboraban bastante gente de ambas barriadas.

Es por ello, que me solidarizo y adhiero a la celebración del 50 Aniversario de la barriada San Daniel, con mi más grato recuerdo, afecto y admiración hacia toda su buena gente, como en general es la de Ceuta, que en los 27 años que permanecí en ella, siempre encontré una ciudad acogedora y hospitalaria como la que más.

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