El bar de Juanito Arroyo ubicado en la barriada que acoge el antiguo Hospital Militar es de esos lugares simbólicos con historia que ya no quedan. 100 años nada menos, cuatro generaciones, un cambio de lugar, visitas de iconos y unos clientes fieles que lo han acompañado toda su vida.
Este pequeño establecimiento nació en los años 20 en las Puertas del Campo, lo que se conocía como “el llano de las damas”. Según cuenta el actual dueño, Juan Arroyo, fue derribado por motivos políticos después de la guerra.
“Mi abuelo era socialista y después de la guerra le derribaron el bar”, aclara.
Su abuelo, también llamado Juan Arroyo, murió, y fue su abuela, Catalina Revidiego, la que decidió inaugurar el bar en la barriada del antiguo Hospital Militar en 1949.
Su padre, Miguel Arroyo, fue el tercero que se hizo con el bar, y Juan ocupa el cuarto puesto de miembros de la familia que se ha hecho cargo de este negocio familiar de un siglo. Un negocio compartido que ha ido pasando de padres a hijos.
Lamentablemente, a este negocio le queda poquito, pues Arroyo se jubila dentro de un año y su única hija “ha estudiado una carrera” y no se hará cargo del bar.
No tiene pensado traspasarlo, ni alquilarlo, quiere que su negocio familiar muera con un miembro de la familia, en este caso, con él.
Arroyo cuenta, sin lugar a dudas, que este bar salió a flote y se ha mantenido en el tiempo gracias a la solidaridad y la confianza de la clientela.
El mundo ha cambiado, la forma de divertirse también. Según el dueño del centenario bar, “las formas de tapeo varían, pero nos vamos manteniendo”.
Arroyo asegura que “antes venían más clientes y que “ahora la cosa está flojita”. Tuvo que cerrar durante tres meses por enfermedad y explica que “ cuando estás un tiempo cerrado, volver cuesta” .
Este empresario confía en sus clientes y sabe que volverán, como él dice “hay que estar en todos sitios y probar en todos lados porque todos tenemos el derecho de comer”.
Tener un bar y una hija puede llegar a ser difícil, pero según Arroyo, su mujer “lo ha hecho fenomenal. Ha sido una buena compañera y me ha ayudado mucho”.
El bar, al fin y al cabo, es como la segunda casa de esta familia.
África Castillo, su esposa, cuenta que se conocieron en el año 1995, se casaron en 1997 y en el 98 ya tuvieron a su única hija.
Cuenta que ella se ha dedicado a la peluquería y que, aunque no se dedicaba al bar, también ha echado una mano cuando ha podido.
Relata que el bar antes “era una locura” y está de acuerdo con Arroyo en que “se ha aflojado la cosa”. El balance realizado por Castillo es que, aunque vienen menos clientes, lo hacen con mucha más variedad en comparación con los inicios”.
“Ahora viene juventud, parejitas, antes esto era un bar de hombres”, aclara.
Antiguamente paraban mucho los pescadores y la gente de la mar, hombres en su totalidad. Además, el 24 de diciembre y el 31 no se cerraba, según narra Castillo sobre las historias que ha escuchado en torno al bar.
“Ha sido un bar muy transitado, un lugar de reunión, venían familias conocidas, familias del barrio, mucha gente” añade.
África asegura que su marido tiene ganas de jubilarse y que a este negocio histórico le queda “muy poquito”.
Manolo Benítez, cliente fiel y expresidente de varios equipos de fútbol de Ceuta como el Murallas o el Atlético Ceuta, se sabe muy bien la historia de este bar.
“Vengo mucho al bar de Juan Arroyo porque es una motivación y un orgullo que exista un bar como este”.
“Es un bar simbólico. Se pueden observar en fotos colgadas en la pared los toneles de vino ubicados antiguamente en la parte exterior del bar, una camiseta de la Asociación deportiva Ceuta firmada por varios jugadores que han visitado el bar, como Willy, Reina o Julio Iglesias, una foto firmada por Jesús Navas y fotos antiguas”, detalla Benítez.
Cuando este negocio cierre dejará a muchos clientes sin su lugar de distracción, de escape. Desde los 27 años de Juan Arroyo hasta su jubilación, este bar ha sido su vida.
Benítez, también cuenta que en esta barriada se crio Migueli, un jugador central del Fútbol Club Barcelona, y estuvo en este bar. Al igual que José Martínez Pirri, que jugó en el Madrid y también pasó por el establecimiento.
Y, es que, en este bar, a pesar de historia sobre las paredes, también mantiene algunas costumbres, pues Arroyo continúa haciendo las cuentas con tiza sobre la barra, a la vieja usanza.
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