Ayudar a un niño

Hace ya más de doce meses que me retiré de escribir en esta sección dominical de “El Faro” en la que estuve colaborando semanalmente durante más de un año. Y lo hice porque me faltaba motivación. Así como cuando comencé estaba pletórico y deseoso de exponer ideas, sentimientos y vivencias, al final sentí que ya no tenía nada que contar y que lo mejor era dejar de escribir. Hoy vuelvo a participar aquí porque he recuperado de nuevo la motivación (al menos puntualmente) para difundir un caso que creo que merece la pena.
En varios de mis anteriores artículos hablé de mi amigo y compañero Juan Antonio (“Turu”, como cariñosamente lo llaman sus alumnos). Expuse algunos de los casos en los que de manera anónima y desinteresada había colaborado para ayudar a personas que padecían algún tipo de enfermedad o problema médico grave y no tenían los medios para hacerle frente. Yo he sido de varios de esos casos y con mis propios ojos he visto cómo gracias a la mediación y al trabajo entusiasta de Juan Antonio, se han resulto algunos de ellos. También les conté cómo cada verano mi amigo recorre muchas playas de la costa andaluza haciendo Cristos de arena y cómo el dinero que recauda con ellos es después empleado en tratar de solucionar los casos que, uno tras otro, se le van presentando. Incluso participó en el programa de televisión “Tú si que vales” intentando recaudar más fondos para esos casos. Seguro que muchos de ustedes vieron su participación en ese programa.
Les decían al principio que mi motivación para escribir aquí ha vuelto, al menos puntualmente, y ha sido ante el conocimiento de un nuevo caso que mi amigo está intentando solucionar. Se trata de un caso muy difícil, quizás el más complicado de los que yo he conocido, pero creo que no por eso hay que darse por vencido sin intentar solucionarlo, pues la vida de un niño bien vale todo el esfuerzo y el empeño que se ponga.
En esta ocasión, mi amigo Juan Antonio lucha desesperadamente por intentar salvar la vida de un niño de cuatro años que padece cáncer de riñón y se encuentra en una situación muy grave. La familia no dispone, ni por asomo, de los medios para hacer frente a los gastos de una operación de trasplante, ni tampoco tiene acceso a la sanidad pública. Por eso les decía que su resolución es tan difícil.
Pero la vida está llena de retos y situaciones complicadas ante las que no podemos volver la cara y mirar para otro lado. Muchas grandes gestas se han conseguido a partir  de situaciones inverosímiles ante las cuales, a priori nadie hubiera creído que se podía conseguir el éxito. Sin duda que este es uno de los muchos casos de los que jamás llegaremos a enterarnos si no es porque personas como Juan Antonio se interesan por ellos y creo que si hasta mí llegaran más casos similares, tampoco podría contenerme y tendría que exponerlos de alguna manera para que se conocieran.
Juan Antonio tiene fotos de este niño y por aquello de que una imagen vale más que mil palabras, en un principio se las pedí con la intención de ilustrar con ellas este artículo para que los lectores conocieran cómo vive y en qué situación se encuentra esa criatura. Pero finalmente he decidido no poner las fotos porque no quiero que trato de manejar la sensibilidad de los lectores a través de imágenes impactantes.
Tampoco quiero contarles ya más detalles del caso. Si ustedes quieren saber más o colaborar de alguna manera, hablen directamente con Juan Antonio llamándolo al 609 401 820. Se me ocurre que también pueden enviar un breve correo electrónico a sus contactos explicando el caso y dando el teléfono de Juan Antonio. Varios amigos ya hemos hecho esto y seguro que el caso es conocido ahora por miles de personas y quién sabe si  podremos encontrar a alguien que tenga la solución.
El que sepa manejar las redes sociales (cosa que yo no sé hacer) como Facebook y demás, también podría difundirlo ahí. Y si quieren ir aún más lejos, hay un número de cuenta del Banco de Santander donde se pueden hacer ingresos. La cuenta es la 0049-2569-78-2794652043.  O hablen directamente con Juan Antonio y él les contará todos los detalles que quieran saber.
Muchas veces desconfiamos de casos como este porque podemos pensar que se trata de un fraude, de un engaño y seguro que en muchas ocasiones será así. Pero les aseguro que no es este el caso. Y también les aseguro, y sobre todo en una situación desesperada, merece la pena intentar ayudar a un niño.