Que no, que no. Y no, es que no, que diría el desconcertante Pedro Sánchez. Que con populistas como usted, alcaldesa, no vamos a ninguna parte, excepto a estrellarnos y darnos de bruces en un lóbrego pozo de difícil salida. Resulta increíble que con las responsabilidades y problemas que encierra llevar las riendas del ayuntamiento de Madrid, se meta la señora regidora en camisa ajena con una más de sus proverbiales ocurrencias. En nuestro caso, hurgando en la herida que tenemos en las fronteras europeas de Ceuta y Melilla con la que está cayendo con el problema de la inmigración ilegal.
El asalto masivo a la valla melillense del pasado domingo, protagonizado por 200 subsaharianos de los que la mitad logró entrar en la hermana ciudad, pareció encantar a doña Manuela. “Queremos que vengan con nosotros y lo queremos de verdad, queridos amigos, porque son los mejores, los más valientes, los que en un momento están dispuestos a hacer emprendimiento social”, dijo. “Felicito y doy la bienvenida a esa gente que ha saltado la valla de Marruecos”, remató.
¿Emprendimiento social? ¿Cuál y cómo? Explíquese. ¿Los más valientes? Indudablemente, porque valentía hay que tener para desafiar tantos peligros, atravesando desiertos y zonas conflictivas, cuando no el de perecer ahogados, y estar en manos de las mafias que trafican con ellos. ¿Y los menos valientes, los menos jóvenes, los ancianos, los enfermos, los que no pueden permitirse embarcarse en estas aventuras y tienen que quedarse en sus países…? De ellos, por ejemplo, ¿no se acuerda Carmena?
Es grave que una señora magistrada, la alcaldesa de toda una capital de España, aplauda lo que es una ilegalidad flagrante. Las entradas por las fronteras sólo son posibles respetando la ley y si no, ¿para qué sirven? Como la propia insensatez de quienes siguen defendiendo el derribo de las vallas. Sólo le falta a las mafias proclamas como la de Carmena para dinamizar más aún el efecto llamada en su tráfico de seres humanos.
Lo de las vallas no es un capricho ni una maldad de Europa. Ojalá pudiésemos remediar tanta calamidad y miseria, pero huelga decir lo que podría suceder de no existir éstas. Ya no son las de Ceuta y Melilla. Ahora Reino Unido y Francia deciden recurrir a las mismas ante las dimensiones del problema. Si la semana pasada fue en la hermana ciudad, ayer 300 inmigrantes intentan, en el Tarajal, un nuevo asalto en el que 65 se suben a la valla tras reventar una de las puertas existentes, generándose una dramática situación. ¿A dónde vamos?
En todo esto nos encontramos con el problema de qué hacer con los que llegan a nuestro país. Con 3.697.496 de parados en agosto, de los que un 25% lleva cuatro o más años sin trabajar, qué oportunidades se pueden ofrecer a estas gentes, más las que sucesivamente seguirán llegando. La alternativa más visible puede ser la de engrosar el colectivo de los manteros, cuando no condenándoles al peor de los oficios. Ya vemos los problemas que vienen generándose con el top manta. En la Costa del Sol he podido percibir este verano el aumento de personas dedicadas a tal menester, incremento que cada año es mayor, hasta el extremo de preguntarme si algunos de ellos lograrán vender algo ese día ante tamaña competencia. Manteros a los que por cierto también ampara Carmena.
He podido leer al respecto la propaganda difundida por la Mancomunidad de Municipios de la Costa del Sol Occidental con mensajes de cómo esas personas son esclavas de las mafias y de cómo la venta ilegal destruye al comercio tradicional. “Venden artículos de imitación a precios muy bajos y a costa de dejar sin trabajo a comerciantes de tu localidad y a sus trabajadores”. Que lo que venden “es de países del tercer mundo, de trabajadores en régimen de esclavitud”. Y rematando las anteriores y otras consideraciones denuncian que “la venta ilegal es un delito que destruye el tejido industrial, el comercial, defrauda a Hacienda y afecta gravemente a la imagen turística de la Costa del Sol”. Pues ahí los tienen con su mercancía a pie de suelo y cariacontecidos en tantos casos con su situación.
Por eso, alcaldesa, luche y clame por los desfavorecidos de África, sí, Para que de una vez se les ayude en sus países de origen con formación e inversiones y que no se vean en la obligación de abandonarlos. Acabemos ya con tanta demagogia y palabrería barata como la suya. Acérquese a Ceuta y Melilla, pise sus fronteras, el CETI, y sobre el terreno opine y debata con quienes conocen y viven el día a día el problema.
¡Ay Carmena!