La falsa moneda
Solo hay que ver acariciar un lomo , para saber cuánto se quiere un libro. Las yemas de los dedos ...
Solo hay que ver acariciar un lomo , para saber cuánto se quiere un libro. Las yemas de los dedos ...
A las cinco de la tarde en el Juncal, la vida se minimiza. Vanessa aún no ha abierto la peluquería, ...
La espalda de un político debe ser de acero galvanizado. La cara ya ni les cuento. Es una suerte para ...
Las gaviotas andan retozando en pos de los soniquetes carnavaleros, estáticas y pletóricas en los cielos. Ellos, los que nos ...
Vientos de expulsiones aletean los Carnavales, con márgenes profundos en las fronteras. Desde Suecia con amor, acabó por las sospechas, ...
Como rebaño bien entrenado, vamos cruzando los pasos, ensartando voluntades. Los niños a rastras o a tiras, bobaliconeando al lado ...
El año pasado, más o menos por estas fechas, nos encontramos a Lucía, en los aledaños de una gasolinera. El ...
FukurokujuNo es importante el veinte sino el resto de nuestra vida. Pero nos empeñamos en la singularidad de los días ...
Nos deberíamos poner con la que está cayendo. Pero como sufridores aquí aguantamos con la corbata abultada, a puerta gayola, ...
Seguimos en jugo placentario comiéndonos los meconios. Seguimos con los ojos hinchados, fijo en el útero materno, que no es ...