Hace unos días, la “mesa del Congreso”, bajo el auspicio de José Bono, como si de otras cosas no tuviese que tratar, aprobó una nueva norma propia de la alta sociedad a la que pertenecen estos “nuevos ricos” elegidos por los ciudadanos. La despótica, arbitraria y anacrónica norma anuncia que "El acceso y la circulación por los edificios del Congreso de los Diputados deberá efectuarse con la vestimenta adecuada al decoro exigible".
Creo que la mayoría de los españoles no juzga a nadie por sus vestimentas, y huimos de tener prejuicios ante el aspecto que presentan las personas. La historia y la vida nos han dado ya claras lecciones sobre esto, pero reconozco públicamente que soy de los que piensan que la vestimenta debe ser acorde a las circunstancias. Uno no se presenta en bañador en una boda por muy amigo que sea de los contrayentes, ni va a la playa en traje de chaqueta y corbata por mucho frío que haga, pero de ahí a obligar a nadie a vestir acorde a una forma arbitraria va un trecho muy largo.
El avezado socialista, Bono, vuelve a mostrar su verdadero rostro totalitario al imponer a los demás hasta cómo han de vestirse en los lugares por los que él pasea, no vayan a ofender su buen gusto, llegando a expulsar a una decena de periodistas del hemiciclo por ello. Es decir, el socialismo, representado por el acaudalado presidente del Congreso, José Bono, ha expulsado a trabajadores de sus puestos de trabajo, no porque fuesen vestidos indecorosamente, sino porque no vestían acorde al decoro que él estima oportuno.
El decoro, se muestra, no necesariamente por la vestimenta, sino por las acciones que uno realiza en la vida. Por ejemplo, algunos podrían hacerlo, no beneficiándose de ninguna posición pública para hacerse rico, ni utilizar la política, ni la democracia para enriquecerse ilícitamente, ni aceptar prebendas que pudieran ser cercanas al cohecho propio e impropio y la corrupción.
El respeto a España, no sólo se demuestra con la vestimenta sino, por ejemplo, con un buen trabajo periodístico que ponga en conocimiento público unos hechos como pudieran ser la enorme lista de propiedades adquiridas por alguien que sólo ha sido político en toda su vida.
Quizá, este preclaro socialista, ya se ha acostumbrado tanto a los costosos trajes que le obliga su ajetreada vida pública económica y social, que ha olvidado que un Presidente del Congreso de España debe preocuparse por otras cosas, como por ejemplo que Bildu no se siente en esos escaños. Y no por si un periodista va en vaqueros o no.
Este hombre está tan inmerso en su posición económica que ha ignorado dos de los refranes más populares de España. Uno , “el hábito no hace al monje” y otro, “aunque el mono se vista de seda, mono se queda”.