Quedarse en tierra o volver a casa: la cara y la cruz de una llamada

Dos meses y medio han pasado. Dos meses y medio en los que tanto las autoridades marroquíes como las españolas han demostrado tener el corazón de piedra. Para otro gran grupo de españoles y marroquíes residentes en nuestro país que están atrapados en Marruecos la angustia y la congoja.

El pasado viernes eran muchos los que celebraban ya en suelo español, aunque con un cierto sabor amargo, que podían abrazar o por lo menos ver a sus familias y dormir en sus casas.

Este pasado sábado volvieron a llenarse de mensajes los varios grupos de WhatsApp que crearon para ayudarse entre todos. Un día después de que se realizara el primer viaje en barco el pasado 22 de mayo para repatriar a los españoles que se encontraban atrapados en Marruecos, la Embajada de España en Rabat comunicaba que todos los que quisieran viajar en los nuevos barcos habilitados entre Tánger y Málaga para hoy y para el 4 de junio tenían que inscribirse en los formularios habilitados, incluidos aquellos que ya se inscribieron en el primer viaje.

El primer barco solo era para ciudadanos con vehículos, por lo que Fatima Zahra El Machyi y su hija de nueve años se inscribieron “con un señor en su coche”. Fatima y su niña llevan unos seis años viviendo en Tarragona, pero el pasado 27 de febrero cogieron un avión hasta Fez para “recoger unos papeles para renovar el pasaporte de mi hija”.

En un principio iban solo por diez días. Como no tiene familia en Marruecos, los primeros días se quedaron en un hotel, al decretarse el estado de alarma tuvieron que quedarse en la casa de una antigua amiga de Fatima.

Tras mucho llamar y rellenar varias veces el formulario para el barco anterior y para los vuelos, este pasado martes le sonó el teléfono. Sí, ella y su hija tenían plaza en el barco de hoy. “Estaba como una loca, lloraba y me reía a la vez. Hasta ahora todavía no me creo que vaya a volver mañana a mi casa y a mi médico. He sufrido mucho aquí. Es mi país, pero estamos solas, no tengo a nadie aquí”, relató la marroquí rompiendo a llorar.

El caso de Fatima era especial y ella misma reconoce que todo ha sido posible gracias a la Asociación de Amigos del Pueblo Marroquí ITRAN que “habló con la Embajada y les explicó mi caso”. Fatima tiene dos de las cuatro válvulas del corazón dañadas y sufre ataques de epilepsia. “Ya no tengo medicamentos. Cuando me dan mis crisis mi hija me mira sufriendo y llorando, pero no sabe qué hacer”, contó emocionada.

Más tranquila está también desde que le llamaran el martes Ben Daifa El Ghamourou, una marroquí de origen pero con nacionalidad española que reside en Gerona y que sabe que hoy a las 14.00 horas podrá embarcar y volver a casa. Tenía una semana de vacaciones y “dije, voy a aprovechar para bajar con mi hija para visitar a mi madre enferma y compré un billete de ida y vuelta del 8 hasta 14 de marzo”.

Cuando se enteró del cierre de fronteras se fue hasta el aeropuerto para preguntar. “Me dijeron que no había aviones a España y me aconsejaron comprar un billete para ir a Portugal el día 15 y lo compré con todos los ahorros que tenía... pero nada”, cuenta.

También intentó salir por Ceuta, pero cuando llegó era demasiado tarde. A sus otros dos hijos los dejó con su padre en España y ahora “llevo dos meses y medio sin verlos”. Ese es su deseo hoy: poder verlos y abrazarles de nuevo.

Las primeras llamadas para confirmar el pago del billete del barco se realizaron este pasado lunes y martes, incluso a algunos no les han llamado hasta ayer, a solo un día de la salida del barco. Sin embargo, otros no dejan de darle vueltas a por qué no les han llamado y quieren saber qué va a pasar, si volverán en el siguiente barco o qué.

“¿Para qué nos sirve un consulado o una embajada? Estamos muy indignados”

Este es el caso de Louafi Chtioui. “No me han llamado y ya estoy desesperado”, comentó. Este español que vive en Toledo viajó solo el pasado 5 de marzo en coche hasta Tánger “para recoger a mi madre y a mi padre”.

“Llevo aquí dos meses y 22 días y nada. Intentamos hablar con el Consulado y me dijeron que todo está cerrado. Ahora no podemos hacer nada. Hay que esperar pero no nos dan ningún solución. Llevo 20 años trabajando y cotizando para mi familia y mi salud en España y ahora aquí no tengo mis medicamentos para la ciática”, comentó resignado.

Lo único que pide es que le dejen volver a España lo antes posible porque, aunque ya ha perdido su trabajo, no ve el momento de reunirse con su mujer y sus cuatro hijos.

Adil es otro de los que no han llamado para este barco. Pero la historia de este español es distinta. Llegó a Marruecos por necesidad. “Estuve en Arabia Saudita por trabajo y al cancelar todas las líneas de vuelo entre Arabia y Europa tenía como única vía hacer escala en Marruecos y luego coger otro vuelo de Casablanca a Madrid. Cosa que no ha podido ser porque al llegar a Marruecos decidieron cerrar todas las fronteras. Así que me trasladé de Casablanca hasta Tetuán por si abrían las fronteras de Ceuta”, relató.

Justo antes de hablar con él, acababa de llamar al Consulado de Tetuán. “Dicen que no son responsables de la selección ¿Para qué nos sirve un consulado o una embajada? Estamos muy indignados. ¿Para qué nos mandan a inscribirnos en la página web metiendo datos si luego llaman al azar?”, comentó.

Para eso, “haber hecho una página normal y que lo compre quien le dé tiempo y si se agotan los billetes, pues lo entenderemos y sabremos que cogemos el siguiente. No así, con el estrés de que nos llamen o no. Encima mañana sale el barco y hasta ahora con la esperanza rota”, concluyó. Los cuatro confían en que haya más barcos porque tres no son suficientes para las 9.000 personas que, según la Asociación de Amigos del Pueblo Marroquí ITRAN, hay aún al otro lado de la frontera, en el lado marroquí. Una suerte que está en manos de no se sabe quién. Pero todos esperan que al lanzar la moneda les salga cara.