El colapso en las peticiones de asilo llevó a situaciones tan extremas que llegaron a
desbordar las instalaciones habilitadas en la frontera del Tarajal. Cientos y cientos de marroquíes, en un goteo diario, acudían a la oficina habilitada en el paso fronterizo de Ceuta y que nunca tuvo tanta actividad como ahora, mucho menos además de súbditos marroquíes. Se produjo un auténtico efecto llamada de tal calado que apuntaba a la escenificación de una auténtica estrategia para facilitar la inmigración encubierta que la Policía deslizaba como más que probable. El retorno voluntario de marroquíes sigue produciéndose en goteo, pero no al ritmo deseado. Llegó a pararse dejando una bolsa de miles de adultos que han formado asentamientos descontrolados por toda Ceuta. Tras la ralentización inicial de los expedientes se están acelerando las respuestas, de momento ya se ha rechazado la petición de protección cursada por una veintena de marroquíes, al no cumplirse los requisitos que fundamentaran ese asilo. Son de las primeras que se registraron en la oficina, correspondientes con llegados en la avalancha de mayo. Pero las citas repartidas tienen incluso fecha de agosto, por lo que se requeriría una aceleración en todos los casos para evitar que, pasado el mes de la petición, estas personas tengan derecho a marchar a la Península al disponer de un documento que verifique que su petición fue admitida a trámite y verse beneficiados del silencio administrativo.
En la resolución de los distintos expedientes ha intervenido la Comisión Interministerial de Asilo y Refugio (CIAR), en la que están integrados distintos ministerios. El resultado final de los primeros 19 casos pasa ahora por la expulsión de estas personas a
Marruecos, trámite que debe ejecutarse a través de
la frontera del Tarajal y debe contar con la implicación de Marruecos que, hasta ahora, ha aceptado devoluciones solo durante unas fechas, impidiendo el resto por este paso terrestre.