Los vecinos del Sardinero son el más claro ejemplo de la paciencia. Paciencia digna de enmarque que ha sido sostenida durante años. Vivir al lado de unos barracones en donde ha pasado de todo, con promesas que, decían, iban a ser cumplidas y han tardado en atenderse más de la cuenta... es como para que reciban un premio. Esta semana les contábamos que se había iniciado el derribo de la última infraestructura, de los últimos barracones para cerrar el capítulo de toda una pesadilla. Pues parece que no va a ser así, puesto que tras demolerse buena parte de las naves que quedaban en pie, se ha dejado en un lado toda la basura acumulada por quienes habían elegido los barracones como su lugar de descanso u ocultación. Así que los vecinos de las viviendas más próximas tienen que convivir con un auténtico vertedero al que siguen acudiendo individuos, al que van chatarreros en busca de restos y en donde, sorprendentemente, se empiezan a levantar pequeñas chabolas. La denuncia se ha hecho pública, nadie puede mirar hacia otro lado argumentando que no saben qué pasaba en este solar. Este vertedero no puede ser mantenido por más tiempo en esas condiciones, así que habrá que implicar al responsable para que atienda lo que son algo más que detalles, evitando que este foco de insalubridad termine alcanzando unas dimensiones que convierta el lugar en un foco contra la salud pública.