Comenzamos el mes de Ramadán y la Semana Santa, dos maneras de ver la trascendencia, los valores y el sentido de la vida desde una perspectiva trascendente.
El alma, Dios, sacrificio, pecado, sufrimiento, dolor, calles jaleadas al paso de la virgen y Jesucristo azotado, crucificado. Era la única manera de redimirnos del pecado y salvar a la humanidad. Otras religiones canalizan todas las respuestas existenciales.
Los filósofos han recurrido a Dios cada dos por tres, despejando cualquier tipo de duda con un hacedor del universo simbolizado de maneras distintas.
La tierra que pisamos, la sociedad, la cultura, los valores, los proyectos, el cielo y el infierno son explicados desde la metafísica dogmática e indiscutible de la verdad contenida en los libros sagrados.
Los ateos no hemos sido bien vistos en la historia: diablos, brujas, hechiceros, anatemas, adoradores de demonios y otras lindezas que terminaban en la hoguera a fuego lento achicharrando cualquier tipo de idea que prescindiera de lo divino.
También en la actualidad muchas sociedades mezclan lo religioso y lo político como una misma cosa mandando al carajo los derechos humanos, la libertad de ser, de estar, de pensar y actuar como individuos.
Aborto, homosexualidad, eutanasia, cabellos al viento e igualdad entre hombres y mujeres son denostados por los gurús de turno que espantan al miedo.
Y aquí yo, con mi amigo Rafa Morata que esta semana se dio de baja en la iglesia apostasiando del bautismo y la Santa Madre Iglesia.
La lectura de Nietzsche y su lapidaria frase “Dios ha muerto”, “ La religión es el opio del pueblo”, argumentada por Marx para explicar la alienación del hombre y atarlo de pies y manos para pensar en la explotación, el existencialismo de Sartre invitando a crear un proyecto vital aquí en la tierra. Estas filosofías se atreven a entender al ser humano y su circunstancia sin tener en cuenta la escalera que sube al cielo o baja al infierno. Al menos estos pensadores se libraron de la hoguera, que ya es algo.
Creo que las culturas tienen que respetar que cada uno piense y actúe como le salga en gana, ya faltaría. Lo que no se debería tolerar que cualquier atisbo de religión formara parte del Estado.
No he visto impartir la asignatura del ateísmo, no tenemos fiestas ateas en el calendario, no celebramos vacaciones ateas, no tenemos uniformes ateos, no hacemos dietas ateas. No vamos tocando las puertas para hacer ateos, no hacemos asociaciones ateas, ni enterramos con ritos ateos a nuestros difuntos.
Vivir, sentir, estar, saborear el amor sin límite, el gozo del pensar desde el mismo pensamiento, la alegría de la tierra sin esperar recompensas o castigos. Queda el hombre por el hombre, la justicia por la justicia, los valores por los valores y la el estar en el aquí y en el ahora estando en el aquí y en el ahora.
Mi Dios es Hacienda, la enseñanza, los hospitales, el actuar con los otros como fines en sí mismo sin la intención de ganarnos la gloria.
Si yo llego a ser Eva me hubiera comido la manzana sin necesidad de ser tentado por la serpiente. Eva y la manzana dignifican ese instante, esa plenitud terrenal del deseo. Dios ha sido expulsado del paraíso.