Treinta y ocho años de una Constitución que vino para quedarse. Una Constitución que daba carpetazo a un régimen y abría el país a un complejo sistema democrático que ha sido utilizado torticeramente por intereses personalistas, bajo el eufemismo de nacionalismos separatistas, que siempre han buscado más cuotas poder, para dar riendas sueltas a sus ansias de latrocinio de libertades y otros patrimonios más tangibles.
La casta en Cataluña, amiga de lo ajeno, hace tiempo que traspasó la línea de la cordura y lo legal, como así se lo están haciendo ver los tribunales de justicia, sin embargo el conjunto del Estado ha sido tan pusilánime a la hora de defender el Estado de Derecho y su Constitución, que ahora tenemos la sensación de sentirnos desamparados. La inmensa mayoría de los españoles que no aplaudimos a esa reunión de la casta catalana que esconde sus corrupciones en suculentas e insondables cuentas en Andorra, tenemos la sensación de que no sólo no se hace todo lo posible, con la ley en la mano, para combatir a los secesionistas, sino que además se colabora con ellos para que no impriman más velocidad al proceso, con el único lenguaje que parecen entender, el dinero.
A la Constitución la pretenden poner en jaque con la ayuda activa de “Podemos” y las simpatías de los restos del Partido Socialista. Y esta es la principal amenaza a la que se enfrenta nuestra Constitución. Una agrupación de intereses en romper a España, de una forma u otra. Observe como coinciden en partidos y personas los detractores del día de la hispanidad con los que no celebran, o lo hacen con la boca chica, el aniversario de la Constitución. Ni que decir tiene, celebrar o al menos mostrar respetos por la celebración de la advocación de la Inmaculada como patrona de España, infantería, Estado Mayor, Cuerpo Jurídico, farmacia… Eso mejor ni tocarlo. Siempre han confundido el cargo público con la persona, de ahí las dificultades que tienen para no confundir sus cuentas con las cuentas públicas.
La integridad de la Constitución se ha convertido, ojerizamente, en el obscuro objeto de deseo de una pléyade de interesados en desmembrar España. A sabiendas de que abrir el proceso de modificación de la Constitución podría convertirse en una caja de pandora, en la que secesionistas, federalistas y toda clase de personaje que rezuma odio por España pudiera ver satisfechos sus deseos, muchos congresistas, que lo son por la Constitución, capitaneados por “Podemos”, están dispuestos a agitar todo lo posible la sede de la soberanía española.
Cuando menos, debería dar cierto reparo o apelación a la prudencia, los deseos de modificación de la Constitución de un partido que ha demostrado que no respeta nada, que ambicionaba el CNI, el ministerio de interior y el ministerio de defensa. Blanco y en botella…