La reconstrucción de un asesinato, el desandar el camino para dar con el autor es más difícil cuando hay miedo. En la barriada del Saladillo (Algeciras) prevalecía la ley del silencio, al igual que en Ceuta en el barrio del Príncipe. Así, cuando el 6 de octubre de 2022 mataron a balazos a José, un joven de 26 años que trabajaba en el puerto, la UDYCO de Algeciras se topó con un muro complicado de vencer.
Siete meses después los agentes de esta unidad han podido cerrar el caso poniendo nombre al autor de aquel crimen: un joven de Ceuta apodado ‘Pastilla’. Lo han hecho resquebrajando ese muro que durante este tiempo hizo imposible el avance de las investigaciones. El nombre de ‘Tayena’ pesaba mucho en el Saladillo. Era complicado que alguien apuntara siquiera a su entorno para asociarlo a lo que fue una muerte por error.
Aconsejado a abandonar Ceuta tras los múltiples enfrentamientos con la banda de ‘Piolín’, en esa furia desatada que dio pie a la Operación Plomo, ‘Tayena’ se había asentado en el Saladillo, su nueva fortaleza. Lo había hecho él y los suyos. Y allí, tal y como reconocen fuentes policiales consultadas por El Faro, “la estaba liando mucho” y la gente “tenía miedo”.
Atrás dejó la quema de su coche de lujo y una phantom en el puerto deportivo así como la detención por su presunta relación con unos disparos en el zoco del que salió en libertad. En Ceuta los disparos, amenazas y cruces de denuncias en los juzgados estaban a la orden del día. El considerado líder de uno de los grupos cruzó el Estrecho mientras en la ciudad se le recordaba con pintadas y mensajes en las paredes.
Aquel 6 de octubre, creyeron ver a miembros afines a ‘Piolín’ en el Saladillo, poco antes habían disparado a la vivienda del ‘Tayena’. Aquella confusión le costaría la vida a José, un trabajador ajeno al mundo delincuencial que solo tenía 26 años.
La huella de un coche, el nerviosismo y la búsqueda de datos
Y.M.L., conocido como ‘Pastilla’ fue el encargado de disparar. Sicario a las órdenes de ‘Tayena’, este le mandó ejecutar una orden equivocada. Aquello hizo mella en la banda que sospechaba que en cualquier momento podían desencadenarse las detenciones por un crimen cuya autoría se mantuvo en silencio. Haber matado por error supuso un antes y un después en la relación interna del grupo.
En noviembre de 2022, solo un mes después de los hechos, la UDYCO detuvo a ‘Tayena’ en Algeciras porque su huella apareció en un coche con el que unos individuos habían acudido hasta el puerto para robar una moto de agua implicada en pases de inmigrantes. Curiosamente esa mañana en Ceuta circularon mensajes que apuntaban a que habían arrestado a ‘Tayena’ por el crimen del Saladillo.
No era verdad, pero evidenciaba que en ese ambiente se sabía lo que había pasado. Los WhatsApp que corrieron como la pólvora venían a demostrar lo que en el mundo delincuencial se sabía pero todavía la Policía no había podido demostrar. De hecho el entorno de ‘Tayena’ temía que en cualquier momento la investigación apuntara hacia ellos.
De la víctima se investigó cualquier posible hilo que pudiera hacer entender lo sucedido. José no tenía nada a sus espaldas que infundiera sospechas, era un mero trabajador a quien alguien alto, delgado y encapuchado había arrebatado la vida a tiros.
La huida hacia el bloque de viviendas de la banda de ‘Tayena’
La UDYCO de Algeciras nunca cesó en sus investigaciones. Contaba con descripciones del presunto autor de los disparos pero existía algo complicado de tumbar: el miedo. Nadie quería declarar. A finales de octubre los agentes sabían que la autoría procedía del entorno de ‘Tayena’ pero había que demostrarlo y en eso invirtieron lo que quedaba por delante hasta cerrar el caso.
Durante meses los investigadores intentaron reconstruir la ruta del criminal en una zona sin cámaras de las que poder obtener imágenes que habrían ayudado a acelerar esas indagaciones. A la descripción del sicario se fueron sumando otros detalles que, unidos, comenzaron a sostener un grueso de indicios que conducirían finalmente al autor.
Tras el crimen, el pistolero emprendió camino hacia un bloque de viviendas que la Policía tenía fichado como punto de base para los pistoleros de ‘Tayena’. Con la descripción corpórea del sicario y el lugar hacia donde había acudido para encontrar refugio se iba cerrando el círculo de los posibles implicados.
El asesinato de ‘Tayena’, precisamente a manos del propio ‘Pastilla’, marcó un antes y un después en un Saladillo que empezó a dejar de tener miedo y a aportar datos que pudieran servir para esclarecer el crimen de José. El miedo se anuló. Las declaraciones que iban obteniéndose aportadas por personas que nada tenían que ver entre sí porque ni siquiera se conocían fueron claves. Sin guardar relación entre ellos coincidían en puntos que ya eran objeto de sospecha policial. Todo cuadraba.
A las investigaciones que nunca quedaron dormidas y que iba realizando la UDYCO de Algeciras se sumaron testigos cuyas manifestaciones venían a confirmar esas sospechas.
‘Pastilla’ está ahora en la cárcel por el asesinato de quien era su jefe -algo que reconoció ante los agentes cuando le detuvieron- y sobre sus espaldas pesa ahora también la acusación del crimen de José. Desandar el camino hacia el origen de un acto criminal puede ser complicado pero no imposible. Aquí se logró.