Con la llegada del verano llegan los días de sol en la playa o en el Parque Marítimo del Mediterráneo de Ceuta. Días de disfrutar entre amigos o en familia pero también de cuidar y proteger nuestra piel de los rayos solares.
Suena a tópico, todos sabemos lo importante que es, pero la gran mayoría no se protege del sol de la manera adecuada.
Por ello, El Faro habla con Beatriz Ferrón, miembro del Colegio de Farmacéuticos de Ceuta, quien ofrece unas claves para que el exceso de sol no pase factura porque, como bien recuerda, “la piel tiene memoria”.
Antes de nada, Ferrón ha querido explicar qué significa realmente el término Factor de Protección Solar, FPS, que se puede ver en los diferentes envases de cremas solares.
En ese sentido, manifiesta, “es la capacidad protectora frente a las radiaciones de tipo UVB y nos dice el tiempo que la piel puede estar expuesta sin que aparezca el enrojecimiento”.
“Se recomienda usar del factor de protección 30 para arriba”
Aunque se pueden encontrar FPS de nivel 15, 30, 50 y 100, “se recomiendan del 30 para arriba ya que el 30 absorbe el 97, el 50 el 98 y el 100 el 99%” de los rayos solares, detalla la farmacéutica.
Otro detalle a tener en cuenta a la hora de comprar un envase de protección “es el tipo de rayos del que nos cubre. Ahí está la diferencia de precios entre un fotoprotector u otro”.
Sobre esto, detalla que existen los rayos UVB, “que son los que producen el bronceado porque inciden en la piel más superficial, pero también son los responsables de las quemaduras y el cáncer de piel”.
También está el tipo UVA, “que llega mucho más profundo, a la dermis, y es el que produce el fotoenvejecimiento, las arrugas, las manchas, y forma los radicales libres que después pueden ser los responsables del cáncer de piel. Este tipo de rayos están durante todo el año y atraviesan las nubes, los cristales...”.
Junto a estos, también existen los rayos infrarrojos, “que son los que llegan a las capas más profundas de la piel, agilizan el envejecimiento y potencian los efectos negativos de los tipos A y B”.
Según asegura Beatriz Ferrón, la mayoría de los protectores solares únicamente indicen en los rayos tipos A y B, por lo que es importante asegurarse de que también protejan sobre los rayo infrarrojos antes de comprar un envase.
“Mi recomendación es no usar un fotoprotector de un año para otro”
Una vez elegido el más adecuado, hay que tener en cuenta cómo usarlos. Sobre ello, agrega, “hay que echárselos media hora antes de la exposición. Además, hay que utilizarlos muy generosamente. En la cara se ponen dos dedos y una raya en cada uno de ellos. Esa es la cantidad ideal. Para el cuerpo el cálculo es dos cucharadas soperas o un vaso de chupito. Asimismo, hay que repetir mínimo cada dos horas o cada cuarenta minutos si nos estamos bañando o sudando mucho. O si nos secamos con una toalla hay que aplicar cada vez que nos sequemos, porque nos estamos retirando toda la fotoprotección”.
Además de usar la fotoprotección adecuada y de forma correcta, también es importante tener en cuenta algunos consejos para cuidar nuestra piel.
Así, recuerda, “todos los tipos de piel necesitan protección. No porque estés o seas morena no necesitas o no tengo que proteger. Te vas a quemar igual, el fotoenvejecimiento, las manchas y el cáncer de piel pueden estar ahí porque la piel tiene memoria”.
Además, hay que prestar atención a las zonas más sensibles, como frente, párpados, nariz, pómulos, los lóbulos de las orejas, los empeines o las calvas, que muchas veces no se tienen en cuenta.
En relación a estas zonas, manifiesta lo importante que es también usar gafas de sol porque los ojos sufren con esas radiaciones.
Otra duda que surge a menudo es qué hacer con el fotoprotector del año pasado y aunque no tengan fecha de caducidad, “cuando tú estás todo el verano con el fotoprotector en el bolso no lo estás conservando de forma adecuada. Mi recomendación es no usarlo de un año para otro”.
Aunque en verano es importante “se recomienda la fotoproteción durante todo el año. Es el mejor tratamiento antiedad y de belleza porque te previene del envejecimiento de la piel”, concluye la farmacéutica Beatriz Ferrón.
Existen muchos falsos mitos a la hora de tomar el sol que hay que evitar para no que nuestra piel no sufra consecuencias en el futuro.
Uno de ellos es creer que “debajo del agua no me quemo. Falso. Dentro del agua, aunque estemos a un metro de profundidad, estamos expuestos a un 60% de la radiación y nos estamos quemando”, sostiene Ferrón.
Lo mismo ocurre con la sombrilla. “Aunque estamos bajo la sombrilla, la arena refleja un 15% de esas radiaciones y el césped un 25%, lo cual nos estamos quemando también”.
Por todo ello, “en una bolsa de playa siempre hay que llevar un fotoprotector, una botella de agua, un tupper con frutas, gafas de sol que sean buenas y un buen sombrero”.
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