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Así actuaba la red de pase de drogas con un guardia civil implicado

Fueron muchos los pases de narcóticos que salieron bien. El negocio era redondo: el coche cargado de hachís partía de Ceuta con destino a Algeciras sin encontrar veto alguno en el puerto.

Así fue hasta el pasado 10 de marzo, cuando el camino de bonanzas empezó a torcerse para quienes a ojos de la Policía Judicial de la Guardia Civil habían constituido una activa organización criminal dedicada al tráfico de drogas, disponiendo de vehículos con dobles fondos perfectamente preparados para el negocio.

Ese día uno de los conductores contratados por la organización para sacar hachís adelantó su embarque una hora. Ese fue su error. Aquel gesto no solo supuso su detención sino que abrió el camino para que los investigadores del Instituto Armado dieran con los demás implicados, entre ellos un agente del Cuerpo adscrito a la Compañía Fiscal.

Este lunes el Juzgado de Instrucción número 6 ordenaba la entrada en prisión sin fianza del guardia civil A.L.H. Junto a él entraron en la cárcel de Mendizábal en las mismas condiciones los llamados H.Ch., considerado su colaborador principal y cabeza del grupo; H.A.H., uno de los chóferes de la droga y B.Ch., otro de los implicados en esas cargas.

A ellos se suma el último de los arrestados, J.B.S., quien deberá abonar 15.000 euros para salir de la prisión siendo de hecho el único al que la autoridad judicial impuso una fianza. Supuestamente ejercía labores de vigilancia para alertar si había presencia policial cuando los coches salían cargados con el hachís.

El día en el que comenzó todo

Pero para llegar a este resultado hay que retrotraerse a una investigación que ha durado meses bajo la protección del secreto de sumario. Una investigación que además no ha terminado aquí, ya que la Guardia Civil espera dar con más personas presuntamente relacionadas con este negocio de la droga.

Ese 10 de marzo cambió la historia para el grupo cuando integrantes de la Guardia Civil detenían al conductor de un coche al embarcar con algo más de 20 kilos de hachís ocultos en el depósito de combustible. Esa droga tenía que haber llegado a su destino pero no lo hizo porque el conductor se adelantó en el trayecto.

El gabinete de prensa de la Guardia Civil informaba en una nota que se había detenido a un ceutí de 27 años con 20,7 kilos de hachís en el depósito. Un suceso suelto en esa suerte de intervenciones difundidas a la prensa que resultó ser el germen de algo más.

Este chófer de la droga había llevado a cabo casi una decena de pases de narcóticos con anterioridad sin ser sorprendido, tal y como se desprende de las investigaciones de la Guardia Civil a cuyo contenido ha tenido acceso El Faro de Ceuta. En todos los embarques que hizo conduciendo un coche o una moto contaba con un as debajo de la manga: estaba de servicio el guardia civil detenido, el protector.

Para conducir esos vehículos le ‘contrataba’ el presunto cabecilla H.Ch. y cobraría 5.000 euros por cada pase siempre que saliera bien. Tenía que sacar el coche cargado de hachís desde Ceuta para entregarlo en la Piñera de Algeciras y allí le esperaría el jefe que siempre embarcaba a pie.

Una red con vehículos patera a su cargo

La organización tenía una suerte de vehículos preparados con dobles fondos: coches y motos que solo eran utilizados para ‘trabajar’ en la droga y que salían cargados de distintos puntos de la ciudad con la mercancía.

No tendría que pasar nada y de hecho no pasó durante los embarques que se ejecutaron cuando se encontraba el guardia civil de servicio ya que era quien, según los investigadores, daba el paso al conocer los vehículos de la organización aunque no a todos los que podían conducirlos.

Según mantiene la Policía Judicial, el agente y el cabecilla H.Ch. contactaban entre sí para después enlazar a los conductores con la droga.

El día en el que este negoció quedó herido de muerte el embarque con hachís se adelantó una hora sobre lo previsto. ¿Por qué? El conductor, ese joven ceutí del que hablaba el gabinete de prensa en una nota oficial, quería coger un barco antes.

Aquella confianza se tradujo en el hallazgo de la mercancía y en ver cómo los guardias civiles le colocaban los grilletes para, solo 24 horas después, ingresar en prisión por un delito contra la salud pública.

El perro antidroga había marcado el pequeño alijo y aunque el guardia civil detenido estaba en el taller de reconocimientos “no pudo influir para dejar pasarlo”, concluye la Policía Judicial. De haber hecho lo mismo pero solo una hora después, quizá el negocio hubiera seguido activo generando importantes beneficios a quienes vivían de él.

La organización tenía todo asegurado e impedía el rastreo de los coches

La organización se había asegurado hasta la fecha de que todo funcionara: disponían de coches y motos preparados con dobles fondos y además intentaban tomar todas las precauciones posibles.

La Guardia Civil sospecha que desde enero hubo pases en los que siempre había puntos coincidentes: el agente ahora encarcelado de manera preventiva estaba operativo, los conductores eran siempre los mismos y los vehículos usados estaban a nombre de H.Ch.

Una triple coincidencia que se repitió en embarques llevados a cabo el 31 de enero, el 28 de ese mismo mes, el 17 de febrero y en hasta cinco días distintos de marzo. El chófer embarcaba con vehículos propiedad de H.Ch. en días en los que el guardia civil prestaba servicio asegurándose después el regreso del vehículo de vacío a Ceuta.

La organización medía todos los detalles. Para complicar el rastreo de la flota de vehículos patera embarcaban con un billete de barco en el que se reflejaba una matrícula distinta a la portada. Nadie iba a reparar en la comprobación de ese detalle, de hecho nunca lo hicieron, y así los pases de droga los hacían en un vehículo con una referencia distinta a la que figuraba en el billete.

El rastreo posterior de esas rutas, en el caso de estar investigándose los embarques, se iba a complicar.

Según las investigaciones realizadas por la UOPJ de la Guardia Civil, los roles estaban bien repartidos. Entre los detenidos figuran dos personas que realizaron labores de conductores, también un colaborador directo que se encargaba de la vigilancia, el agente y el presunto cabecilla del grupo.

Tras la primera detención el negocio no cesa pero hay nervios

Tras la detención de marzo la organización no cesó en sus prácticas. Había perdido un chófer, el coche y la droga, pero el modus operandi continuaría. Con ese enlace en prisión, otros conductores siguieron llevando a cabo más pases y en todos los embarques investigados coincidían los mismos actores operativos.

Y así fue durante el mes de abril y mayo, hasta el 2 de junio cuando la Policía Judicial decidió explotar el operativo tras alguna intentona previa fallida.

Los viajes de miembros de la organización para cerrar tratos asociados al tráfico de drogas continuaban y los vehículos siempre embarcaban aportando matrículas falsas en los billetes para no dejar rastro.

La organización trabajaba sin sospechar que estaban siendo investigados y nutriéndose siempre de la connivencia del guardia civil detenido.

Los embarques se producían siempre en horas y periodos determinados para evitar el control. Hay conversaciones previas entre el guardia civil y el presunto líder del grupo que reflejan la confianza entre ellos, manteniendo videollamadas para que no queden recogidas las grabaciones ni interceptadas. Se conocían hasta el punto de que H.Ch. era capaz de bromear con el agente por su reciente implantación capilar.

Dinero escondido en el congelador e interés por adquirir viviendas

Fruto de las investigaciones se ha conocido el interés que tenían miembros del grupo en adquirir propiedades como casas, terrenos en la Península, coches o un barco para darle salida al dinero obtenido.

En la investigación consta el interés del guardia civil por adquirir una vivienda en Sanlúcar de Barrameda y un ático en Estepona además de una casa por 90.000 euros en Ceuta que iba a destinar al alquiler.

El celo por no tener montantes económicos elevados en casa por si se producía algún robo o alguna intervención policial llevó a miembros de la red a moverlo con asiduidad o a esconder más de 10.000 euros en sitios tan dispares como el interior de la nevera, el congelador o una olla a presión de cocina.

El grupo seguía trabajando pero tomaba medidas como disponer de un teléfono limpio para llamadas de interés. Las conversaciones se cruzaban para saber detalles sobre los coches patera empleados o los días más propicios para ejecutar los pases, intentando cambiar de modelos evitando así los vehículos ‘quemados’ o los chóferes que podían haber sido detectados con mayor asiduidad.

La Policía Judicial estuvo a punto de intervenir antes que este pasado viernes 2 de junio al tener noticias de que podían prepararse pases de droga. Distintas incidencias llevaron a ralentizar el operativo hasta esa fecha cuando la organización se vio obligada a cambiar de conductores, vehículos y se sentía con riesgo a ser desmantelada.

Ese 2 de junio la Policía Judicial decidió explotar la operación al tener serias sospechas de que se iba a producir un embarque a primera hora de la mañana. Nada cambió: el agente estaba de servicio y el vehículo preparado para el embarque. No dio tiempo, la cadena de arrestos frenó el negocio redondo que llevaba funcionando meses.

La continuación de esta historia ya se sabe: detenciones, registros en el Príncipe, en Reyes Católicos, en la vivienda del agente, despliegue de efectivos de la Policía Judicial… hasta ayer que se produjeron las primeras entradas en prisión.

Lo que no se sabe es el final porque la investigación continúa abierta. Durante este periodo al mero negocio de la droga le han acompañado robos de alijos así como engaños al sistema de control y detección de mercancía a pie de puerto.

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