La zona del Recinto y Sarchal y, en concreto, sus acantilados siguen siendo las viviendas ocasionales para aquellos marroquíes que todavía no han querido acudir de manera voluntaria a las naves que el Gobierno de Ceuta ha habilitado en el Tarajal. Desde el mar siguen apreciándose los campamentos dispuestos a lo largo de toda la zona en donde residen pequeños grupos de magrebíes que accedieron a la ciudad con motivo de la conocida como crisis de mayo. Muchos de estos puntos fueron desmantelados conforme sus residentes se marchaban, otros en cambio siguen en pie, siendo identificados incluso con la bandera de España.
Los hay de todas las formas posibles: algunos que cobran forma de asentamiento a modo casi de poblado y otros que son simples chabolas mucho más inestables. Debajo del puente también se han levantado pequeñas habitaciones con sus sillas incluidas.
Las consecuencias de la crisis de mayo y la inestabilidad del lugar
Es un escenario distinto, pero el derivado de la entrada de miles de personas a nuestra ciudad bordeando los espigones fronterizos. Fue ese momento de presión histórica que sufrió Ceuta, producto del chantaje clarísimo de un Marruecos enfrascado en plena crisis diplomática con España, cuando se materializó la entrada de familias al completo. En estos asentamientos hay casi en su totalidad varones.
Cruz roja hizo una consulta y revisión sanitaria de todos ellos. Y se trató de convencer a sus ocupantes para su abandono y evacuación a las naves, pero no todos siguieron ese camino optando por quedarse en los acantilados, a sabiendas de que sus vidas corren más peligro. Ahora en verano, no tanto. Pero llegarán las lluvias y la inestabilidad de estos asentamientos no soportará para mantener la integridad de sus habitantes.
Es un problema que está a la vista y del que son conscientes las autoridades, que siguen en su intento por desmantelar cada uno de estos puntos.