Todavía no había comenzado y ya se olía a jondo, a puro, a castizo, a tradición y folclore. Se respiraba flamenco por los cuatro costados en un maravilloso emplazamiento que nuevamente sirvió de telón de fondo para dar rienda suelta al arte, los sentimientos y las pasiones. El patio de armas de las Murallas Reales se llenó de aficionados y entregados al flamenco que se daban cita con el gran evento anual que celebra la ciudad, el Festival de Flamenco cumple su 46ª edición que contó con la participación de grandes artistas de renombre nacional e internacional, que consiguieron conquistar en una de la noches ceutíes más ‘jondas’, con una gala que no defraudó al público.
Veinte minutos más tarde de la hora acordada se presentó en el escenario Pepe Escobedo, presidente de la Tertulia Flamenca de Ceuta, una de las organizaciones encargadas de poner en marcha el Festival, quien destacó la evolución a lo largo de los años del mismo e hizo hincapié en el arte flamenco para sin más demora dar paso al primero de los artistas. Sobre las tablas hizo su aparición estelar, entre los aplausos del público, el hijo del que fuese un decano de este festival, ‘Rancapino Chico’. El cantaor antes de arrancarse quiso dar las gracias por ofrecerle la posibilidad de formar parte del cartel. “Es un lujo poder cantar en un gran festival como el de Ceuta”, a lo que añadió que se “iba a templar por soleás” y las dedicaría a todo el público, porque “estamos en familia”. El chiclanero ofreció un cante lleno de personalidad y consiguió ‘meterse’ al público en el bolsillo gracias a un despliegue de dominio y variedad aderezado por la increíble guitarra del jerezano Antonio Higuero y sus sonidos.
Tras él configuraron sobre el escenario un espacio del toque, el cante y el baile Esperanza Fernández, Pedro El Granaíno y el cuadro flamenco integrado por Edu Leal, Sofía Suárez, Juan José Amador, Felipa de Jerez, Chupete y Pitín hijo, que contó con la colaboración del bailarín Rubén Olmo.
Transcurrió una intensa velada nocturna, pintada de amor por un arte eterno y pasión de los artistas y su entregado público. Quienes entre palmas y ‘olés’ denotaban su entrega a este arte considerado patrimonio inmaterial de la humanidad.
El entorno de las Murallas Reales se llenó de un público aficionado, que escuchaba con respeto y pasión un espectáculo caracterizado por una mezcla de conceptos flamencos y voces distintas que resultaron de gran agrado para los asistentes.
Cuando el reloj anunciaba las altas horas de la madrugada se apagaron las luces del escenario, pero los ecos flamencos de estos grandes cantaores sonaban por las empinadas calles de nuestra ciudad, regadas a esas horas con la emoción y el arte que habían quedado sobre las tablas de las Murallas Reales. Esta noche pondrá el broche definitivo a un festival que se ha consolidado entre los grandes del territorio nacional, Miguel Poveda, que ya ha agotado las entradas. Será en el mismo lugar a las 22.30 horas.
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