El tercio Duque de Alba 2º de la Legión ha realizado este viernes un solemne arriado delante de la fachada de la Comandancia General de Ceuta, en honor al teniente Arturo Muñoz Castellanos.
La Legión ha querido recordar al militar que fue alcanzado por metralla de mortero cuando estaba en una Operación de Paz en Bosnia-Herzegovina hace ya casi 30 años.
Los ceutíes han acudido a la plaza para ser testigos de este acto siempre tan apreciado y de calado en nuestra ciudad, habitual cada vez que se celebra algún tipo de evento castrense.
La viuda de Muñoz Castellanos, visiblemente emocionada, ha sido la encargada de colocar la corona en el acto de homenaje a los caídos.
Este arriado ha sido presidido por el segundo jefe de la Comandancia General de Ceuta, Fernando Rocha y Castilla.
Un acto que se ha convertido en tradición por parte de los militares y que siempre cuenta con la atención de todos los ceutíes que, una vez más, han podido admirar el paso de los legionarios.
El 'Novio de la Muerte' ha vuelto a sonar en los alrededores de la plaza de África
Como es habitual, han entonado el ‘Novio de la Muerte’, que ha sido secundado por las personas que han estado agolpadas en los aledaños de la plaza de África. Un momento que siempre aguardan con mucho amor todos los ceutíes, ya que no importa las veces que lo escuchen, siempre rebosa mucha devoción.
Ceuta, cuna de la Legión, ha vuelto a mostrar su cariño a esta unidad, que ha desfilado con paso firme mientras la Banda de Guerra ha tocado con fuerza para que este día quedara grabado en la memoria de todos.
Este arriado ha estado dedicado a Muñoz Castellanos, destinado en aquel momento en el Tercio Duque de Alba 2º de La Legión, en Ceuta, recordando que fue alcanzado por metralla de mortero en Mostar (Bosnia-Herzegovina), hace casi 30 años, cuando transportaba sangre a un hospital.
El día 10 de mayo de 1993, Arturo recibió la orden de ir a buscar la sangre, su sangre, a Metkovic. La recogieron sin novedad y, por carretera, la llevaron a la base de Medjugorje, donde les esperaban los contenedores para guardarla. No sabía que el día 11 de mayo, venía marcado en su calendario con la traza que impone el destino a los valientes. Así que se fue a descansar sin saber las heridas, que valen un mundo, que caerían sobre su piel al día siguiente.