Desde el Área de Aparato Digestivo del Hospital Universitario de INGESA se quiere dar a conocer una serie de recomendaciones alimentarias para el verano:
-Para empezar, los huevos han de comprarse limpios, no lavarlos y guardarlos en el frigorífico. Hay que cuajar bien las tortillas y no dejar a temperatura ambiente mahonesas, cremas o batidos.
-Es necesario además lavar bien las verduras, usar gotas de lejía de uso alimentario para el lavado y conservarlas en frío.
-No comprar pescado con olor fuerte. Si se va a congelar, hacerlo cuanto antes. Envolver cada tipo de pescado por separado.
-La carne fresca debe ser roja, no marrón, y su grasa blanca, no amarilla. Las aves resisten mal la luz y las altas temperaturas. Conservar en fío.
-El olor a amoniaco del marisco, fuerte o desagradable, indica descomposición. No consumirlo crudo. Cocerlo en las 24 horas siguientes a su compra o congelarlo. Consumirlo antes de dos o tres días. Desconfiar del marismo que no lleve etiqueta de depuración.
-Evitar la descongelación de helados. Guardar los productos lácteos en el frigorífico y consumirlos lo antes posible una vez abiertos.
-Proteger los embutidos de la humedad y de los cambios bruscos de temperatura.
-Descongelar los alimentos en la nevera.
-Mantenerse bien hidratados, preferentemente con agua.
-Por último recordar que una dieta estándar en verano debe contener hortalizas y verduras en forma de gazpachos, salmorejos o ensaladas; al menos tres piezas de fruta al día; alimentos ricos en antioxidantes como la zanahoria, pimientos rojos, melón, espinacas o berros; pan y cereales integrales; legumbres en forma de ensalada; y pescados.