Ylo hago recordando mi orgullo por compartir el idioma con el mejor conversador de la historia. De Miguel de Cervantes hablo en carta a los desconocidos, y no por la tristeza y quebranto de sus personajes, sino por la gloria y ascensión en el ideal de la justicia.
Tened en cuenta mi responsabilidad en los órganos de gobierno de la Confederación Salud Mental España, y que una de nuestras líneas estratégicas incluye la incidencia política. De aquí que el uso de la palabra centre este análisis.
Cumplo veinticinco años estudiando orificios y argumentos, así que puedo decir, sin temor a duda, que el estado de la palabra es previo a la transformación; la palabra determina el signo de los cambios.
En este punto, solo desde el entendimiento compartido las transformaciones serán perdurables. De no ser así, la fractura alimentará la sensación de ganadores y vencidos, y el resentimiento quedará larvado en espera de una revancha.
Para paliar los males del desencuentro existe esa facultad tan humana como es “parlamentar”: la conversación como elemento de persuasión, y siempre en buena lid.
En la contienda de las palabras, solo aparecen dos condiciones a priori, si es que buscamos el efecto último del acuerdo: la elegancia y la flexibilidad. Los argumentos así configurados darán margen para la evolución, y harán posible el principio de mejora continua.
En el caso contrario, la actitud de desplante y el dogmatismo severo, darán como resultado la enemistad, y los argumentos pasarán a ser constructos estáticos, irremediables.
Por lo tanto, el éxito en la imposición de una idea debe ceñirse a la calidad del argumento, y a la profundidad de sus cimientos. La persuasión implica dinamismo, y ofrecimiento de un territorio común.
Es importante, también, distinguir en el fenómeno de las palabras, entre la fase de pregunta y la fase de respuesta; debiendo el respondedor ceñirse a las condiciones expuestas por el preguntador. Si esto no se cumple, no hay lógica en el hilo, y el diálogo desaparece.
Mientras tanto, aquí estoy yo, llenándome de argumentos para cuando tenga que defender mi visión de la salud mental, que son las de mi Confederación. Y gracias por hacer lectura de ellos, ya que al cerrarse el círculo de la comunicación crezco como persona, e ingreso en la edad de la madurez.
Escribo estas líneas desde la profunda preocupación por el futuro de mi país. Si hacemos lectura de una de mis certezas, España es el talento de sus mejores. Así que sería bueno hacer acopio de humildad, abrir las ventanas, y que entre un poco de aire, de humor cervantino.
Por lo demás, el ser humano tiene el don de discernir cuando alguien tiene voluntad de parlamentar, de construir.