Varias oenegés están trabajando en la zona del Estrecho para conocer la causa del comportamiento de las orcas. Hay que aprender para comprender, esa es la clave. Lo sucedido en la tarde de este jueves fue tan inusual que merece una reflexión importante y, para ello, trabajan sobre el terreno equipos de profesionales.
Las orcas no son peligrosas y sus comportamientos tienen una causa, una razón. La masificación en el tráfico marítimo lleva a que estas especies puedan sentirse amenazadas, aunque en muchos de los casos su actitud se asemeja más a la de un juego.
Existe cierta preocupación entre los veleristas por lo ocurrido en la tarde del jueves que dejó una embarcación dañada y a los ocupantes del ‘Kelba’ con el susto de sus vidas en el cuerpo.
Para, precisamente, aminorar ese cierto temor hay que escuchar a los que saben, a los que conocen, a los que dedican su tiempo a comprender el comportamiento de unas especies a las que hay que proteger.
El tráfico marítimo en el Estrecho presenta cierta intensidad, en concreto, 300 buques al día y más de 100.000 al año. Esta actividad, que desemboca en contaminación del agua, ruido submarino y pesca incidental, constituyen amenazas para estos seres vivos y pueden estar precisamente detrás de la actuación de una especie que, no olvidemos, es vulnerable e incluso está declarada en peligro crítico.