Apenas 150 para honrar a los 15

En silencio, sin pancartas ni proclamas y en un escrupuloso orden. De esa forma, y respetando el decálogo de recomendaciones que había difundido la organización en los últimos días a través de las redes sociales, transcurrió ayer la marcha de homenaje a los 15 inmigrantes que el pasado 6 de febrero pagaron con su vida el intento de entrada masivo en Ceuta. Los participantes – apenas unos 150 pese a haber engullido el suceso cientos de minutos de televisión y radio y otras tantas páginas de diarios a nivel nacional– recorrieron a pie los algo más de dos kilómetros que distan entre la explanada del Chorrillo, donde se habían concentrado a las 19:00, y la playa del Tarajal, a sólo un puñado de metros del espigón que un mes después es ya símbolo de la avalancha mortal.
En ese punto culminó la marcha. Y lo hizo con carga emotiva. Sobre la arena y en círculo, los jóvenes de Educación Social de la Universidad de Granada que habían impulsado la iniciativa desplegaron las ocho fotografías de los inmigrantes a los que hasta ahora se ha logrado poner nombre y apellidos. El resto hasta contar 15, las identidades que quizás nunca se conozcan, estaba simbolizado sobre el papel con unas elocuentes interrogaciones. Alrededor, velas y quince esferas de papel, una por cada víctima, que acabaron consumidas bajo la llama de la vela que portaban en su interior. Cuando el fuego las devoró, se dio por finalizado el acto.
Antes de eso el trayecto había transcurrido sin incidentes, salvo la  aparición de algún espontáneo que, sobre la pasarela de Juan XXIII, recomendaba a los participantes “llevarse a uno de los inmigrantes” a su casa. Sólo obtuvo el silencio como respuesta. Una representación de esos aludidos, los subsaharianos que aguardan en el CETI el momento de poder pisar la península, también quiso estar presente, como ya hiciera en la manifestación igualmente despoblada de asistentes de la Plaza de los Reyes. Con ellos, las religiosas de Elin, la organización que intenta hacerles más llevadera la estancia en Ceuta. Escasa presencia también de políticos y de las llamadas fuerzas vivas de la ciudad, con la excepción de Caballas –con Juan Luis Aróstegui y Mohamed Ali a la cabeza–, el PSOE –aunque no acudió su secretario general, José Antonio Carracao–, IU y sindicalistas. Poco más. Se diluyeron entre la alargada cola de la marcha y prefirieron ceder el protagonismo a los ciudadanos anónimos, que caminaron tras una cabecera en la que no figuraba pancarta, sino un mural en el que tres jóvenes de distintas razas compartían espacio bajo un arco común de marcado símbolo planetario.
Cuando ya había caído la noche, el acto tocó a su fin. Antes de que cada cual buscase la mejor forma de regresar desde el Tarajal, Mohamed Faitah, portavoz de la organización, agradeció a todos la presencia, que hizo extensiva a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad que les habían acompañado hasta la playa. También reclamó una respuesta definitiva de una “ciudadanía unida contra la injusticia”. Fueron sus últimas palabras, pero también él había puesto las primeras una hora antes en la explanada del Chorrillo. Allí reivindicó el homenaje para los 15 inmigrantes fallecidos y lamentó que su aventura de tocar suelo del supuesto mundo desarrollado “haya pasado sin pena ni gloria”. Contra esa tendencia hacia la amnesia colectiva que parece inundar a esta “sociedad deshumanizada”, reclamó una “tarea pedagógica” que frene la pasividad con la que se afronta el fenómeno migratorio. “No es normal que sólo veamos el lado negativo. La inmigración es positiva”, subrayó, citando ejemplos de la aportación con la que ese colectivo contribuyó a la etapa de mayor crecimiento económico de España. “No queremos oír más opiniones como las de ‘no podemos mantenerlos’ o ‘quedaos en vuestro país”, denunció.
No había, insistió, intención de “denuncia ni de protesta”, sólo de homenaje. Pero también de crítica abierta hacia una sociedad “pasiva” a la que no sorprende que se dé sepultura a “muchos cadáveres en lápidas sin nombre”. Es, de nuevo, el drama “de quienes sólo buscan una vida mejor”. Quince historias con prólogo común y epílogo desgraciado que, por quién sabe qué motivo, sólo homenajearon ayer 150 de  los más de 80.000 ceutíes