‘Lucha por tus sueños, cueste lo que cueste’. Cuántas veces escuchamos esta frase cuando éramos pequeños, siempre intentando cumplir este objetivo. Cada uno buscando su destino y cada uno cumpliéndolo en distintos plazos. Esa, precisamente, fue la frase que le dijeron sus padres a Anuar Mohamed Tuhami, jugador de Ceuta de Primera División del Real Valladolid, cuando se marchó con tan solo 13 años a cumplir su sueño. Siempre quiso jugar al fútbol, luchó para ello, y hace unos días cumplió el objetivo de conseguir el segundo ascenso con el equipo castellano y leonés hasta la máxima categoría nacional.
Ahora, el jugador caballa se encuentra unos días de vacaciones en su ciudad natal antes de incorporarse a la pretemporada, el próximo 6 de julio, con las pertinentes revisiones médicas. Tuhami ha hablado con FaroTV y ha contado su lucha desde que era un niño hasta ahora que es un adulto y disfruta de los mejores sabores de esta modalidad deportiva.
El jugador ceutí cursó sus primeros años de estudios en el colegio San Agustín, donde empezó a jugar con el equipo del centro y a obtener los primeros dotes futbolísticos. “Mis inicios fueron en el colegio de San Agustín donde di mis primeros pasos con el balón. Como otro niño más, empecé a jugar primero al fútbol sala y luego a intercalarlo con el fútbol 7. Tengo muy buenos recuerdos en el colegio, porque al final éramos todos amigos y la mayoría también compañeros de clase. Fueron años muy bonitos y en los que tengo un gran recuerdo”, explica emocionado.
Como cualquier niño, Anuar se divertía como nadie con el balón y su único objetivo era convertirse en futbolista. Con apenas 13 años, recibe la llamada del Valladolid para ir a realizar unas pruebas. “Jugué aquí en Ceuta con el colegio San Agustín hasta infantil de primer año y ahí es cuando con 13 años me llama el Real Valladolid para hacer una prueba. Fui con mi padre, estuve una semana entrenando con los compañeros y hablaron con mi progenitor y le dijeron que estarían encantados de que formara parte de su cantera y ahí empezó mi aventura con el Valladolid”.
Siendo adolescente, el ceutí dejó la ciudad y se marchó hasta aquellas tierras. Sus padres fueron los que peor lo pasaron, ya que para ellos “no fue fácil” tener a su hijo a cientos de kilómetros. “La verdad es que mi adaptación fue muy fácil. Era un sueño que tenía, eso de ser futbolista profesional y para ser tan pequeño tenía las ideas muy claras. No tenía ese miedo de alejarme de aquí, de mi familia, ya que lo veía como una oportunidad. Para mis padres no fue tan fácil, pero lo entendieron en todo momento, me preguntaron que si era lo que quería y yo era el niño más feliz del mundo porque quería luchar por ser jugador de fútbol. Es verdad que estando allí, vi compañeros que no se adaptaron bien y se tuvieron que volver a sus casas. Es un camino muy difícil, pero gracias a Dios, yo cumplí el sueño”, relata.
Con esa corta edad, no solo influyen los entrenadores, ya que hay que seguir con los estudios y es cuando cobra una gran importancia tanto los educadores como sus compañeros. “Me acogieron muy bien. Era un niño pequeño, y también era un responsabilidad para ellos eso de estar encima de mí porque mis padres estaban muy lejos. Es verdad que en el Valladolid hay un grupo que trabaja muy bien y que está continuamente atento a que el chico, además de formarse como futbolista, también lo haga como persona. Tuve la suerte de que coincidí con Pablo Antón, un jugador de aquí de Ceuta que ya conocía, y él me ayudó mucho porque al final era el más pequeño y al que más protegían”.
Muchos futbolistas para coger experiencia tienen que salir de su zona de confort y marcharse a otros países para seguir formándose. Ese día también le llegó a Tuhami cuando tuvo que coger las maletas y desplazarse, por ejemplo, a Grecia. “Después de tanto tiempo en el Valladolid, donde conseguí con el filial subir de Tercera División a Segunda B, después llego al primer equipo y subo a Primera División, donde juego al máximo nivel y, la verdad, fueron años muy buenos, pero me llegó ese momento en el que me tocó salir de mi zona de confort. Me llama el Panathinaikos y me marcho a Grecia y la verdad es que no me arrepiento de la decisión que tomé. Me ha servido para dar un paso adelante, para seguir formándome como jugador y para volver a Valladolid con más fuerzas”.
El deporte, sobre todo el fútbol, ha sido su vida desde muy pequeño, por lo que su formación y desarrollo como persona se debe a ello. Anuar reconoce que no sabría vivir sin ello y que es su día a día, ya que para él “es lo mejor”.
“El deporte es lo mejor que hay, porque te ayuda a superarte y a hacerte cada vez mejor. Me encanta la competitividad que se crea pero siempre sana y las buenas amistades que haces por el camino. Todo eso es un orgullo para mí”, ha explicado.
Hace unos días, este jugador ceutí de 27 años consiguió su segundo ascenso con el Valladolid a la máxima competición del fútbol español. Semanas de agonía hasta que finalmente lo consiguieron y a partir de ese momento ha vivido momentos inolvidables. “Han sido dos ascensos muy diferentes. El primero fue en el Playoff, donde llegábamos muy bien y finalmente lo conseguimos. Esta temporada éramos uno de los favoritos porque descendíamos de Primera, y la verdad que ha sido una liga muy competitiva donde hemos luchado toda la temporada con el Éibar y el Almería. El partido fue un día increíble, el campo a rebosar, la afición con nosotros y se notaba la energía positiva”.
El próximo 6 de julio empieza la pretemporada y Tuhami no tiene otro pensamiento que no sea quedarse en Primera con el Valladolid y defender su escudo por toda España.
“Se viene una temporada apasionante en Primera División con el Real Valladolid y no hay una cosa mejor que defender mi camiseta de toda la vida. No hay mayor reto y como siempre he dicho: la sangre blanquivioleta corre por mis venas”, explica sonriente.
Ronaldo Nazario fue un jugador referente para todos los amantes del fútbol. Ahora es presidente del Real Valladolid Club de Fútbol y cuando consiguió el ascenso posó con el jugador ceutí con una bandera de Ceuta.
Tras terminar una temporada agotadora, pero que ha acabado de la mejor manera, Anuar se encuentra pasando unos días de descanso en nuestra ciudad junto a sus familiares y amigos. “Siempre que termino la temporada vengo aquí a mi tierra, a Ceuta, donde también me encuentro muy a gusto y querido. Al final la temporada es dura y ahora toca desconectar un poco, rodearme de la gente que me quiere como mi familia y mis amigos”, ha dicho el joven.
Tuhami ha sido, por ejemplo, uno de los fijos en los campus de Nayim que realizaban cada año para jóvenes ceutíes que quieren ser futbolistas. Un ejemplo para todos, ya que ha salido de la base, sin que nadie le regale nada, y ha conseguido hacerse un hueco entre los mejores.
Ceuta es una ciudad con la que es muy agradecido porque siempre responde cada vez que su tierra lo requiere y aporta así su granito de arena cuando es necesario hacerlo.
No es fácil para un jugador que está adaptado en un equipo tener que salir en busca de minutos. Eso le pasó a Anuar, pero años después no se arrepiente de ese hecho.
Sin embargo, su periplo por Grecia no fue su única salida, ya que el jugador caballa tuvo también una aventura en el fútbol chipriota. Experiencias que al fin y al acabo le han servido para formarse como jugador y también como persona.
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