Más de 360 días han pasado desde que el fuego y el viento hicieran de las suyas y arrasaran gran parte del Arroyo de Calamocarro y todo su monte. Varios fueron los focos que se produjeron en un corto periodo de tiempo. Días en los que se vivieron horas de tensión, no solo entre los Bomberos, Guardia Civil y Policía Local que se desplazaban con todas sus dotaciones hasta el lugar, sino también entre los ceutíes, que veían cómo el corazón del espacio natural de Ceuta era pasto de las llamas.
Un año después FaroTV recorre la zona con el presidente de la Asociación Septem Nostra-Ecologistas en Acción de Ceuta, José Manuel Pérez Rivera, para valorar in situ el impacto ambiental de los incendios forestales que afectaron a esta zona protegida, que comenzaron el 9 de julio y continuaron con varios focos activos días después e incluso se repitieron en agosto.
El Arroyo de Calamocarro fue declarado lugar de importancia comunitaria y Zona de Especial Protección para las Aves, además de estar integrado en la Red Natura 2000. “Es una zona de altísimo valor ecológico tanto por su fauna como por su flora y aquí se encuentran árboles singulares y centenarios, por lo que es una zona de especial importancia para el patrimonio natural de Ceuta”, explicó el presidente de la Asociación Septem Nostra-Ecologistas en Acción de Ceuta, José Manuel Pérez Rivera.
El año pasado este espacio natural sufrió dos incendios de calado, que “afectaron, sobre todo el primero, a toda la ladera occidental del arroyo y también a la parte superior donde se encontraban algunos de los árboles más antiguos de Ceuta”, entre ellos castaños centenarios. Pero, “por suerte, se salvó la vertiente oriental, donde hay un alcornocal bastante denso y de altísima importancia”.
Ahora mismo la estampa es totalmente diferente a la del mes de julio del pasado año. “La huella del fuego en parte se ha difuminado porque este tipo de ecosistema de maquia o garriga se ha ido adaptando y ha desarrollado una gran capacidad para ir recuperándose”, se congratuló José Manuel Pérez Rivera.
Afortunadamente, no hubo que lamentar daños personales, y las viviendas cercanas fueron desalojadas rápidamente. Eso sí, se perdió mucha masa forestal. Lo importante, se destacó entonces y se sigue valorando ahora, es que no se produjeran víctimas y que los daños materiales se limitaran al terreno. Después de un año no queda ni rastro del olor a quemado que inundó la ciudad, aunque sí que quedan algunas huellas del incendio como la tierra que aún contiene más ceniza que otra cosa. Las lluvias del invierno y de la primavera han hecho que a simple vista todo se haya regenerado.
“Son especies que se recuperan muy bien y vuelven en seguida a colonizar el espacio. Sobre todo, los helechos que por su sistema de reproducción por esporas es increíble lo rápido que vuelven a cubrir las zonas quemadas. Lo que más difícil se recupera son los árboles. Pero esta ladera hace un año estaba completamente negra, calcinada, y ahora, excepto que te fijes en los troncos de los árboles, prácticamente no se detectan los signos de ese incendio tan importante que tuvimos hace un año”, prosiguió el presidente de la Asociación Septem Nostra-Ecologistas en Acción Ceuta.
Este jueves se cumple un año del tremendo incendio, uno de los más importantes que recuerda la ciudad. Una gran columna de humo que aún se desconoce si fue provocada o no, pero que se veía desde el centro de la ciudad y que también causó importantes daños ecológicos en el monte a árboles centenarios, como el gran pino que se ve nada más adentrarnos en el Arroyo de Calamocarro.
Se trata de un pino que tiene entre “150 y 200 años” y que “milagrosamente no se quemó, pero sí que el incendio afectó a sus raíces”. “Las raíces llevaban tiempo al aire debido a la erosión pero claro, las llamas le afectaron aún más. Hace unos meses justo en este lugar nos concentramos representantes de varias asociaciones dedicadas al cuidado del medio ambiente y solicitamos a las autoridades locales competentes que se realizara algún tipo de actuación para tratar las raíces de este árbol centenario y para cubrirlas con tierra porque si no actuamos pronto estamos provocando que el árbol se debilite y se ponga en peligro su supervivencia. Sería una desgracia que este símbolo se perdiera y no lo puedan disfrutar otras generaciones”, continuó.
La buena noticia es que no hay ni rastro de residuos que haya dejado el hombre. Pero el resultado del incendio salta a la vista. En este monte no se ha hecho prácticamente nada por recuperar la flora tras los incendios.
“No es una actuación especialmente compleja, simplemente lo que hace falta es voluntad política para que los técnicos valoren qué tipo de tratamiento es el más correcto”, comentó José Manuel Pérez Rivera.
Algunas zonas sí que se trataron, como la zona de Aranguren, a la que también afectó el incendio y se cortaron algunos troncos calcinados. “Pero en esta parte no hay ningún tipo de evidencia de que se haya hecho absolutamente nada y es uno de los elementos paisajísticos más importantes del espacio natural de Ceuta y que merecería una atención prioritaria”, insistió.
Las llamas devoraron más de 50 hectáreas del Monte García Aldave, por lo que un proyecto de reforestación sería de vital importancia para recuperar las especies características de este paisaje que aún muestran algún atisbo de vida y luchan por florecer.
En este sentido, el presidente de la asociación en defensa del medio ambiente calificó esta falta de intervención como “una dejadez” por parte de la Ciudad. “Sobre todo en lo que se refiere al cuidado de nuestro patrimonio arbóreo que es interesantísimo y que tiene un valor paisajístico de enorme importancia. Muchas veces empezamos a valorar las cosas cuando se pierden y muchos ceutíes no conocen este rincón, pero es un lugar que merece la pena visitar”, explicó.
Cuando hablamos de Patrimonio lo primero que nos viene a la cabeza son murallas y monumentos que han resistido a miles de años de historia, pero no pensamos en seres vivos como los árboles singulares de Ceuta. El Pino Centenario, castaños, alcornoques, laureles, árboles frutales, chopos, palmitos, eucaliptos, adelfas, helechos, pinchosos, zarza, y algunas especies sudafricanas introducidas posteriormente como los tomatitos de infierno componen la flora de este monte. Allí también encontramos destellos de vida animal, sobre todo reptiles. Dicen que si hay vida, hay esperanza y después de un año, el verde empieza a ganarle espacio al negro de las cenizas.
El mayor incendio en el Arroyo de Calamocarro fue el que se produjo a principios de julio del pasado año. Los Bomberos desplazaron a todas sus dotaciones hasta el lugar, y en el mismo sitio se desplegaron además agentes de la Guardia Civil y de la Policía Local de Ceuta.
El fuego comenzó pasadas las dos de la madrugada en el término de Calamocarro-Benzú y zona de Anyera. Volvía la pesadilla ante un incendio forestal que causó importantes daños ecológicos en el monte. Se temía por la cercanía de las llamas. Un incendio que iba cobrando dimensiones importantes avivado por el fuerte viento de Poniente y que se extendía devorando todo lo que encontraba a su paso. La intensidad de las llamas y el humo hicieron un peligroso cóctel molotov que llevó a que se ordenara el desalojo de las personas y animales de las viviendas próximas al lugar. La gran columna de humo se apreciaba desde el centro, desde cualquier punto de la ciudad se visualizaba lo que parecía que sería, y de hecho así fue, otro grave incendio. Momentos de tensión, tras lo que lo principal era controlar que no surgieran nuevos focos por si rebrotaba el fuego.
El incendio solo afectó a la ladera oriental del arroyo. Las frondosas adelfas de este punto han vuelto a florecer sin problema alguno.
El frondoso pino que preside el arroyo se salvó de milagro. Las llamas llegaron a afectar a parte de sus raíces, pero, de manera milagrosa, o más bien gracias al extraordinario trabajo de los bomberos, el árbol se salvó, pero sus ramas están desde entonces desprotegidas.
Los helechos de la zona volvieron a crecer rápidamente.
Los más afectados fueron los castaños. De muchos de ellos sólo ha quedado un montón de troncos carbonizados y otros están heridos por las llamas. Hace falta, para que sobrevivan, que reciban un cuidado y una serie de tratamientos, por lo que la Asociación Septem Nostra-Ecologistas en Acción de Ceuta espera que se haga todo lo posible para salvarlos. También destacan la importancia de adoptar medidas para evitar que las lluvias otoñales arrastren el valioso suelo vegetal.
El incendio también afectó de manera notable a la fauna de la zona, que se centra en anfibios y reptiles, aves y animales de las explotaciones ganaderas próximas que utilizan el monte de García Aldave para alimentarse aunque “se desconoce qué tipo de mortandad pudo haber y hasta qué punto estas especies se han recuperado o no”.
No es fácil moverse por ciertas zonas del arroyo debido a los escarpados del terreno y la frondosidad de las zarzas, pero en tiempos de coronavirus es una magnifica opción para pasar un día en familia.
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