Opinión

In memoriam | Andrés Domínguez (Ade)

Nos conocimos en los primitivos estudios de la E.A.J. 46, Radio Ceuta de la calle Alfau, 20. Allí, en su ‘salón cara al público’, dependencia obligada de las emisoras de la época, Andrés Domínguez Espinosa daba sus primeros pasos en lo que sería la gran pasión de su vida, la radio. En la mañana de los domingos presentaba junto con Pepe Sollo y Rafael de Loma el programa ‘Ceuta es así’ que, en riguroso directo, solía abarrotar de público el vetusto salón de la emisora decana.
De inmediato me llamaron la atención sus dotes como rapsoda al más puro sabor andaluz y su forma de conducir y dinamizar los concursos que ofrecía el programa, al más puro estilo del recordado locutor Boby Deglané, por entonces en la cresta de la ola. “Es que ese es mi maestro”, me confesó sin rodeos. “Es que ese fue siempre el mejor, mi gran maestro”, como reconoció tantas veces a lo largo de su vida.
Por aquellos años daba clases en el desaparecido colegio de El Valle, hasta que se marchó a Barcelona en busca de mejores perspectivas económicas y profesionales. Una estancia breve pues al poco tiempo regresó a su amada Ceuta donde, con otras facetas laborales, alternó su presencia en los dos medios de comunicación de la ciudad de entonces.
La radio fue su vida, ciertamente, pero uno no sabe qué podría pesar más en su vocación, si el micrófono o los escenarios, y es que era raro el festival o el evento del que se tratara que no contase con el bueno de Andrés sobre las tablas, ora presentador, ora rapsoda, ora actor de monólogos… Así, décadas y décadas desde que un día se lanzara a estas aventuras tras debutar en la terraza de verano ‘El Cortijo’ como presentador de aquellos extraordinarios concursos de flamenco y canción andaluza que se sucedían bajo el título de ‘Fiesta en el Aire’.
Domínguez dejó también su estela en este diario en dos épocas, la última y por la que fue muy conocido con su columna diaria ‘Mis Cosas’, que firmaba como ‘ADE’ y su inseparable fotografía con un micrófono. Con un estilo muy personal y con sus inconfundibles vetas de su ingenioso humor, supo contar de otra forma el palpitar de la ciudad. También de aquella época fue su sección ‘D. Angulito y D. Murubito’, que cada lunes recogía los diálogos entre dos aficionados, del África Ceutí el uno y del Ceuta el otro, en la época en que ambos equipos coincidieron en la Tercera División.
Ya con posterioridad y alternando con sus funciones laborales en la Cámara de Comercio, se incorporó a Radio Nacional de España como corresponsal deportivo de la misma en nuestra ciudad, entidades en las que permaneció durante muchos años hasta el momento de su jubilación. Un adiós laboral que no fue obstáculo para seguir con sus facetas de presentador y su vinculación artística con la Tertulia Flamenca, sin olvidarnos tampoco de su paso, ya al final de su trayectoria periodística, por una televisión local.
Andrés, con el que me unió una gran amistad, me demostró ser siempre un amigo sincero y leal. Con varias facetas radiofónicas conjuntas a lo largo de nuestras vidas, uno recordará siempre su desinteresada y abnegada disposición a sustituirme en algunas de mis ausencias vacacionales en mis espacios deportivos en ‘Radio Ceuta’ o aquella presentación conjunta que ambos realizamos del I Festival de la Canción ‘Perla del Mediterráneo’ con una compenetración total, o cuando recorríamos las barriadas acercándonos a los vecinos a recoger sus donativos para las campañas radiofónicas benéficas que se organizaban en antena. Y, por supuesto, el ofrecimiento que me hizo a su jubilación para legarme la corresponsalía deportiva de Radio Nacional, oferta que por razones que no vienen al caso decliné aceptar muy a su pesar.
Persona dinámica, leal, amigo sincero y generoso de sus amigos, y lo dicho, hombre de radio, de la radio, diría yo, de otra época, más cercana, más entrañable, más local, más popular y participativa, más viva… Aquella Radio, con mayúsculas, de la que me están dejando casi sólo tras las recientes marchas para siempre de Rafael de Loma, José Luis Díaz, Higinio Molina y ahora el otro gran amigo como los anteriores, Andrés.
De lo uno y de lo otro hablábamos siempre que nos encontrábamos por la calle o nos tomábamos un café. Así hasta el fallecimiento de su mujer, acaecido hace cinco años. Cinco dolorosísimos años en los que no logró superar nunca su pérdida y el mundo se le vino materialmente abajo.
Adiós mi querido Andrés. Seguro que allá arriba te habrán recibido con un micrófono y un escenario. Descansa en paz. (*) En las fotografías:
Andrés Domínguez en una de sus presentaciones en el escenario.
Y en la ‘Operación Barcelona’, en directo, en los estudios de ‘Radio Ceuta’. De izquierda a derecha, José Luís Muñoz, el autor de este artículo, A. Domínguez, José Solera, José Luís Díaz y Ana Mari.

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