Sentada en su ventana aquella anciana observaba la calle y cada vez que veía una escena recordaba algo y lo añoraba. Un pico de unos enamorados le llevaba en brazos de una burbuja, donde su pareja la rondaba y de vez en cuando caía un beso furtivo que en principio era reprimido por la moral de antaño, pero que luego en su casa y más bien en la cama calentaba sus ideas del amor en silencio, pero con toda la temperatura del momento. Y es que la vida continúa, pero lo esencial es la esperanza, de que en algún instante vuelvan las mariposas a nuestro organismo, la ilusión a nuestro ánimo y lo esencial la esperanza de lo antaño vuelva al lado nuestra.
Y la incertidumbre de qué veré en mi próxima observación será tan evidente que aunque las pastillas preceptivas de nuestros galenos quieran hacer efecto, nuestro ego escudriña hacia su libertad en el futuro para liberar parte de nuestra vida en un recuerdo que nos haga feliz durante unos instantes, o más si cabe.
Y la miro fijamente y veo una sonrisa, acompañada de un guiño, que me hace también feliz a mí, y empiezo a pensar, qué querrá decirme. Pero dentro de mi se traslada la premura de nuestros días y aunque deseara dejarla allí solo con la protección de una manta echada en sus delicadas piernas y un abrigo para su cuerpo, escucho con fuerza la orden de mi mujer que me apremia en dar cobijo a la anciana que con su mano derecha me reclama unos segundos de demora y comprendiendo la, me aferro a unos minutos, que me pueden calentar las orejas pero que dentro de mi me dice: La pobre desea ver algo, que la saqué de la rutina de la estancia donde pasa la mayoría del día. Y allí queda mi semblante a la voluntad del futuro y de mi vida cotidiana.
Cuando la meto en la cama y le doy un beso en la frente ella me mira y no dice ni media palabra y pone su cara en dirección a la ventana y es cuando algo de dentro mía me aclara que desea la libertad, no estar dentro de aquellas frías sábanas que le reprimen todo y más su voluntad.
Y me desplazo hacia mi alcoba y planeo el mañana, que ojalá pueda llegar y buscar tiempo para llevarla a algún sitio donde pueda ver pasar a gente y que pueda estar en compañía de personas, que aunque pasen delante suya, pensando en sus cosas, pero que ella pueda tener muy cerca el calor humano de una sociedad que va cada uno a lo suyo.