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El difícil amor interreligioso: la "paradoja" de las parejas de distinto credo

La doctora en Derecho de la Universidad de Malta Ibtisam Sadegh acaba de publicar en la revista académica ‘Brújula Social [Social Compass]’ un artículo titulado ‘Una relación ultrasecreta: los noviazgos entre musulmanes y cristianos en la convivencia de Ceuta’, un trabajo en el que a partir de “una extensa investigación etnográfica y de entrevistas a parejas interreligiosas” profundiza en cómo lo que se podría considerar “el epítome” de la interculturalidad sigue estando “mal visto” a nivel familiar “por cruzar fronteras políticas y sociorreligiosas”.
“Mientras que los matrimonios interreligiosos se invocan públicamente para indicar la ausencia de prejuicios entre miembros de distintos grupos, en la práctica tales parejas siguen estando mal vistas: las acusaciones de intimidad prohibida”, explica la autora a partir del ejemplo de dos profesores veinteañeros con distintos credos, “varían desde estrictas prohibiciones religiosas como la prohibición de que las mujeres musulmanas se casen con hombres que no lo son hasta la noción de que las cristianas que se casan con musulmanes se ven como si lo hicieran por debajo de su posición social”.
Sadegh ha profundizado en el marco del proyecto en el que participa ahora de la Universidad de Amsterdam en esa “paradoja intrigante” que supone la reticencia de los miembros de las dos comunidades mayoritarias en la ciudad a emparejarse “a pesar del énfasis discursivo en la convivencia” que se hace a nivel institucional y social.
La investigadora centró su trabajo de campo, en el que percibió que el conocimiento previo facilita las cosas y que una vez encarrilada una relación se busca más la “aceptación desde el respeto” que cambios familiares, “en las parejas cuyas experiencias de cortejo generalmente se perciben como exitosas porque ya estaban casadas o cohabitando al realizar la investigación”.
En términos generales, quienes se han atrevido a afianzar una relación de ese tipo se han topado con posiciones “socialmente desalentadoras o religiosamente prohibidas”. Por ello, “sus trayectorias han implicado a menudo mantener esas relaciones encubiertas mientras negocian sus diferencias”.
“A través del secreto las parejas musulmanas-cristianas inician, mantienen y transforman sus relaciones en matrimonios o arreglos de cohabitación aceptados y reconocidos por sus familias y comunidades”, hilvana Sadegh, que concluye que al hacerlo consuman de verdad la “convivencia”.

El secreto para avanzar

“Aunque la literatura anterior analizó cómo el secreto tiene connotaciones negativas de falta de autenticidad, este artículo demuestra que también puede ser fundamental para crear relaciones significativas”, concluye la autora, que entiende que “para estas parejas es más importante que la privacidad porque las narrativas proporcionadas por mis interlocutores muestran que mientras se encuentran en lugares públicos e involucran a amigos, la naturaleza de su relación puede permanecer en secreto durante un periodo extenso”.
En ese camino “las diversas tácticas basadas en el secreto adoptadas por las parejas interreligiosas para consolidar sus relaciones en disputa en matrimonios socialmente aceptables” pasa, entre otras, por “presentar primero a la pareja a los suegros como amigo, convertirse religiosamente o incluso casarse en secreto”.
“En la mayoría de las narraciones de cortejo, el encuentro con los suegros cristianos precedió al de la familia musulmana”, resume Sadegh, que en sus entrevistas ha apreciado que “los cristianos son más indulgentes con las relaciones prematrimoniales, mientras que la intimidad fuera del matrimonio se ve más negativamente entre los musulmanes, lo que significa que los cónyuges y los suegros solo deben reunirse cuando hay intenciones de matrimonio serias”.
“Si bien todas las parejas interreligiosas movilizaron algún tipo de secreto, la edad, el estado civil y los antecedentes socioeconómicos, así como el género de sus hijos, impactan en las reacciones de sus familiares y amigos”, desgrana la investigadora, que también ha encontrado que “los padres cuyos hijos vivían con ellos lograron ejercer una mayor autoridad sobre el destino de sus relaciones no deseadas”. Esa autoridad es ejercida por ambas comunidades y “más estrictamente sobre las mujeres”.

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