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Un amor decimonónico con Ceuta y Cuba como escenario

Un paseo por el cementerio de Santa Catalina de Ceuta dio pie para que Emilio Barranco Cazalla gestara una historia de amor con dos escenarios que gozan de cierto exotismo: la ciudad autónoma y Cuba. La ha recogido en ‘Lágrimas de ultramar’, una novela histórica de 408 páginas. Los protagonistas toman el nombre de dos personas que vivieron —y murieron— a finales del siglo XIX.

Barranco Cazalla (Tetuán, 1953) se encontraba en el camposanto cuando le llamó la atención el epitafio de María Isabel Pasqual de Bonanza y Agramonte, fallecida en 1883 a los 18 años. Un mes antes de su muerte, el joven marinero Diego Jiménez Rodríguez perdió la vida a los 27. Como María Isabel, había nacido en Cuba.

“Ya en años anteriores había investigado algo sobre los cubanos que fueron deportados a Ceuta en la segunda mitad del siglo XIX, muchos de ellos murieron aquí y están enterrados en Santa Catalina”, explica el autor.

Con unos pocos datos de cada uno, y tras muchas horas de indagar entre archivos y documentos de la época, Barranco pergeñó una novela ambientada en una época “muy convulsa”, plagada de hechos históricos tanto en la isla —la independencia, lograda en 1895, germinaba— como en la Península.

Como para el escritor el amor “es lo que mueve el mundo, además de la guerra”, decidió centrarla en una relación ficticia entre ambos jóvenes: “A lo largo del relato intento hacer coincidir a dos personas que no se conocen de nada, que tienen nueve años de diferencia en cuanto a fecha de nacimiento, y en cuatro ocasiones van a coincidir en sus vidas”.

Información de distintos archivos

Para los detalles históricos, Barranco ha recurrido a la información de distintos archivos militares, así como del Arzobispado de Camagüey (Cuba), la iglesia de los Remedios o el diario de sesiones del Congreso de los Diputados.

Sin embargo, el autor reconoce que ha sido “un pésimo estudiante” de las materias de humanidades. “Yo era más de ciencias, no me gustaba. Se me debe de haber cambiado la neurona porque la historia es una cosa que me fascina”, comenta divertido.

Como escenarios principales cuenta con la ciudad autónoma, que conoce bien, y Cuba, para la que ha echado mano de internet. “El padre de la chica es militar, entonces la familia será trasladada en ocasiones a Cuba, y dentro de España a distintas capitanías generales”, cuenta el escritor. Con estos periplos por distintas localidades, y las aventuras de Diego Jiménez, Barranco da a conocer la historia española de aquellos años. Cuando María Isabel muere, don José Pasqual de Bonanza y Soler de Cornellá era comandante general de Ceuta.

El libro tiene un estilo “personal” que Barranco, funcionario de la Seguridad Social jubilado, no asocia a ninguno en concreto: “A veces es irónico, otras veces un tanto agrio”. Para la escritura empleó nueves meses; para recopilar información, desde 2011 hasta finales de 2018.

La novela se compone de una base histórica y grandes dosis de creatividad armadas sobre un conjunto de experiencias: “Lo que tú has vivido, lo que han vivido personas que tú conoces, y los hechos que otros han descrito previamente”.

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