Las imágenes que ayer ofrecimos del ‘desembarco’ en Madrid de la comitiva sociata-pepera para conseguir la ampliación y extensión de las bonificaciones nos apuntaban una relación idílica entre políticos. Ver a Carracao proteger de la lluvia con su paraguas al mismísimo don Juan fue hasta tierno. Lo mismo digo de ese flamante Paco Márquez cediéndole el paso a Inmaculada Ramírez. Todos querían sus fotos y todos querían su momento. Y de hecho lo tuvieron. Luis Aznar, como siempre, preparó su lote de páginas para narrar todos los detalles de esa mini-cumbre (para eso Luis es único). Y ahora nos ha tocado volver a la realidad. El primero en romper ese idilio fotográfico ha sido el delfín del delegado del Gobierno: el crack. Apoyado en la sede de su partido ha comenzado a dar puntillas a esa intervención que el martes parecía buena pero ayer ya no lo era tanto. Para mí que detrás de estos prontos está el viento de Levante mezclado con los aires peninsulares que chocan con los de esta mini-cárcel convertida en dulce prisión para los subsaharianos.
No es que diga que Carracao no lleve la razón, sino que choca que esas mismas reflexiones no las hubiera hecho públicas el día de marras. Parece que en los madriles todo va bien y aquí, en Ceuta, nos tienen que vender otro tipo de moto para alimentar no sé que enfrentamientos ideológicos. “Son todos iguales”, me decía ayer alguien ya curtido en aguantar todos los colores políticos que le han colocado al lado.
Ahora nos queda la comparecencia de don Juan. La verdad es que la esperaba ayer, en ese Salón del Trono en donde los políticos acostumbran a levitar. Raro es que no haya habido comparecencia, quizá con la que está cayendo han pensado que mejor será preparar la constitución de la Asamblea del próximo sábado, ideando la forma de evitar los gritos y proclamas del 15-M.
Nuevo episodio del esperpento político en versión ‘recién desembarcado’. Y las que quedan.