A primeros de este mes, en mi artículo titulado La Siberia, informaba del gigantesco incendio que asolaba esta remota y lejana zona de Rusia asiática. Más de 3,2 millones de hectáreas eran pasto de las llamas, principalmente en las regiones de Yakutia, de Krasnoyarsk, y de Irkutsk. Los anormales 30º de temperatura y los vientos, ocasionaron una de las mayores catástrofes ambientales de los últimos tiempos. Desastre especialmente grave, porque estaba provocando una aceleración no prevista del deshielo del Ártico. Según la NASA, el humo llegaba a América del Norte.
Ahora le está tocando a zonas menos frías, tropicales, como las Islas Canarias y la Amazonia. En el caso de las Islas Canarias, una ola de calor —más de 30 grados y menos de un 30% de humedad— y fuertes rachas de viento, han hecho que se destruya el 8% de su territorio. No obstante, salvo que vengan fuertes lluvias que erosionen el terreno, "el pinar es resiliente y dentro de unos seis meses ya lo veremos con verde, pero habrá que ver cómo afecta al resto de la fauna y flora...”, según explicaba a diarios nacionales Manuel Nogales, biólogo, delegado del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en Canarias.
Pero, lo realmente sorprendente han sido las declaraciones del cabo de bomberos Jorge Luis González, uno de los que participaba en la extinción del incendio, ante las declaraciones racistas y xenófobas de una página de ultraderecha, de esas que se dedican a lanzar “fake news” en las redes sociales. Intentaba la publicación echar leña al fuego relacionando el incendio con el rescate de inmigrantes por el barco “Open Arms”. Decía: “algo falla en España cuando los bomberos exhaustos del incendio de Gran Canaria duermen en la calle porque no se les paga un hotel,…mientras que el buque Audaz de la Armada se le envía a Lampedusa para traer a España a algunos de los migrantes de ese barco..”. Y el cabo le respondió: “…Descansamos ahí, porque en primera línea no entra nadie más que nosotros…en mis vacaciones y con mi dinero, embarco para tratar de salvar a personas que se están ahogando por culpa de personas como tú…Me parece tan oportunista y despreciable tu mensaje que, agotado como estoy, me veo en la obligación de responder”.
En la Amazonía es diferente. el Amazonas almacena una quinta parte del CO2 generado a nivel mundial, genera una quinta parte del oxígeno en todo el planeta y su río, uno de los más importantes del mundo, vierte una quinta parte del agua dulce que hay en la Tierra. "Es un espacio clave, y lo peor es que no tenemos otro elemento parecido que pueda sustituirlo", explican los expertos. En este año se han producido ya más de 70.000 incendios. El fuego traspasa fronteras y llega a otros países, como Bolivia, Perú o Ecuador. Lo que hay detrás de todo esto, según algunas ONG como Amazon Watch, es la devastación de los bosques que provoca el discurso "antiambiental" de Bolsonaro, un capitán de la reserva del Ejército que se ha mostrado partidario de explotar la Amazonia y reducir la fiscalización de las reglas ambientales en las zonas protegidas. "Los agricultores y los ganaderos entienden el mensaje del presidente como una licencia para provocar incendios intencionados con total impunidad, con el fin de expandir fuertemente sus operaciones en la selva", han declarado a la agencia Efe.
Hasta tal punto es grave la crisis medioambiental brasileña, que el presidente francés, Macrón, la ha calificado de crisis internacional. Incluso el secretario general de la ONU, António Guterres, también ha mostrado a través de su cuenta de Twitter su "profunda preocupación" por la situación. "En medio de la crisis climática mundial, no podemos permitirnos más daño a una gran fuente de oxígeno y biodiversidad. La Amazonia debe ser protegida".
Y como ha ocurrido en Gran Canaria, la extrema derecha, en este caso a través del propio presidente brasileño Bolsonaro, ha querido salir al paso y desviar la atención de la verdadera magnitud de la catástrofe, indicando en su cuenta de Twitter que eran miembros de organizaciones de defensa del medioambiente quienes estaban causando las llamas deliberadamente, en venganza por el recorte de fondos decretado por el Gobierno.
Frente a ello más de medio centenar de organizaciones no gubernamentales cerraron filas este jueves y respondieron al ataque dialéctico lanzado por el presidente brasileño. "Es una declaración absolutamente frívola e irresponsable que tiene un objetivo muy claro: desviar la atención de lo que realmente importa", según informaba el diario El País. Pero este militar en la reserva, ultraderechista y racista, lejos de echar marcha atrás, siguió indicando que, aunque todo el mundo es sospechoso, los principales sospechosos son las ONG. Es una indicación muy fuerte de que esas organizaciones han perdido sus beneficios. Es simple, respondió al ser preguntado sobre la responsabilidad de los incendios.
Cuando escribía este artículo me llegaba un twitt que hablaba de que la evidencia científica de los perniciosos efectos de la contaminación del aire sobre la salud es ya tanta, que si encuadernamos los papers y dejamos que el tomo caiga en la cabeza de (ponga Vd. el nombre), quedaría desgraciad@ de por vida...A esto le respondía alguien desde IDAEA-CSIC: “Ya no hacen falta más estudios para demostrar algo que es obvio….la evidencia científica nos está desbordando, con más de 70.000 estudios realizados…Escuchemos a los expertos y hagamos algo”. El problema es, como respondía otro twittero, que el sentido común es el menos común de todos los sentidos.
No obstante, sigo siendo optimista y continúo creyendo en el género humano. Quizás esta desgracia que nos ha tocado vivir con presidentes tan “peculiares”, a la vez que irresponsables y peligrosos, como Bolsonaro, Trump o Salvini, nos esté ayudando a “abrir” los ojos y a darnos cuenta de cuáles son las “líneas rojas” que nunca debemos traspasar en unas elecciones. Conviene tener esto muy presente en nuestro país, si, por cualquier razón, nos viéramos abocados a nuevas elecciones generales. Septiembre está a la vuelta de la esquina.