Tres intensos días en los que Ceuta va camino de coronarse como la ciudad ‘okupada’. 72 horas de histeria colectiva, crispación, tensión e incluso pavor, que desataron bulos y provocó que la ciudadanía no se despegase de las redes sociales o estuviese alerta ante cualquier estruendo en sus propias viviendas. Un resumen del sentimiento ciudadano que invade esta semana a esta pequeña ciudad. Sin duda, el de ayer, fue un día de lo más caótico, cuando por la tarde se originaba uno de los episodios más graves que dejó escenas de película. Le sucedió, bien entrada la noche, el que remató la jornada. A los pies de Pasaje Peligros tan solo faltaban las palomitas entre todos los curiosos, la mayoría vecinos del barrio, que esperaban expectantes y entre comentarios de enfado, el desenlace de los acontecimientos. El final llegó con el desalojo de dos individuos en el edificio Roma y lo que parecía que era una nube de calma, tanto para las fuerzas de seguridad como para los propietarios del citado bloque de viviendas. Sin embargo tan solo fue un pequeño descanso para afrontar lo que se cernía sobre Pasaje Peligros: una larga y tediosa madrugada que concluiría a primeras horas de la mañana con el desalojo de otra familia.
Y tras la tempestad se hizo la luz, o lo que llegaba de ella. Ayer esta zona del centro de la ciudad amanecía como si de un sueño se tratase todo lo relatado, pero las consecuencias estaban ahí, entre las entrañas de ese edificio, entre los comentarios de todos los ciudadanos y en las caras de esos propietarios que ya de lejos dejaban entrever que poco o nada habían dormido. Uno de ellos declaraba en exclusiva a este medio los acontecimientos que se desencadenaron cuando los cuerpos de seguridad abandonaron el edificio. “A lo largo de la noche hubo varios intentos de entrada. Cuando la Policía se llevó a los okupas nosotros desconocíamos que nos encontrábamos rodeados de más personas”, declara. Los cuerpos de seguridad habían hecho un barrido de edificio, inspeccionado todos los posibles recovecos o lugares en los que estas personas podían permanecer, pero el problema fue que los nuevos usurpadores accedieron en el transcurso de la noche, aclara este propietario. “Llamamos, además, en repetidas ocasiones a la Policía porque hubo varios intentos de saltar la valla y el patio trasero, sin embargo ellos fueron más inteligentes y consiguieron acceder por un lugar del que no teníamos constancia”, atestigua.
Una larga noche la de estos vecinos con constantes búsquedas, inspecciones y combatiendo a todos aquellos que deseaban allanar cualquier domicilio. “Esta mañana se ha desalojado a una familia con un niña pequeña porque nos hemos percatado que había una vivienda con los barrotes rotos y entonces hemos avisado a las autoridades para comprobar que realmente había gente dentro”, relata.
Asegura que la incertidumbre todavía les sobrecoge. “Estamos inseguros, en cualquier momento pueden entrar”, y por ello ya han tomado cartas en el asunto. Tapiar ventanas y todos los puntos de acceso, activar alarmas y contratar un guardia de seguridad. Medidas para poder dormir algo más tranquilos. “Esperemos que funcionen”. Toda precaución es poca en aras de evitar una jornada similar. Estos vecinos viven con miedo de ser asaltados en cualquier momento, aún así recuerdan que el suyo es un bloque de viviendas que se encuentra vendido y cuyos propietarios están legalmente autorizados para desalojar a cualquiera que intente allanar su domicilio.
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