Escuchar al Consejero de Hacienda diciendo en el último pleno, celebrado el pasado lunes, que a partir de ahora ordenará que se formule una norma para evitar el enchufismo de aquí en adelante me causó, cuanto menos, vergüenza ajena. A parte de que sonó como aquel famoso “tómale nota…” que una vez espetó el propio presidente de la ciudad, pone de manifiesto el escaso o nulo respeto que se haya podido tener a las leyes que ya existen. Como quien descubre la pólvora, ni corto ni perezoso, resulta que AHORA va a importarle al gobierno del PP los principios (supuestamente más que consagrados) de transparencia, mérito, publicidad y capacidad.
Una mentira más de las que suele soltar el gobierno de cara a la galería cuando hace bien poco optó por un contrato negociado SIN publicidad para elaborar un traje a medida.
O cuando el mayor mérito de alguien es estar afiliado al partido político que gobierna.
O cuando se exigen los requisitos para unos sí y para otros no.
Este tipo de ejercicios de corrupción de salón, es lo más repugnante que se puede ofrecer al ciudadano por parte de quienes son responsables políticos. Ya no solo se toma por tonta a la gente, si no que creen ser tan listos que no se les nota. Además, se hace un brindis al sol en un momento en el que cualquier oferta de empleo público está congelada.
Ahora le va a importar al gobierno la erradicación de los enchufes, cuando ya nadie confía en la legalidad de los procedimientos. Cuando se han limpiado el trasero con los principios que están consagrados en la constitución desde hace 35 años. Y cuando lamentablemente están viendo que salen impunes de sus fechorías. Fue como asistir al reconocimiento de que se los habían venido saltando a la torera.
Sin embargo, a la vez que lo hacen y perseveran en sus fraudes crece el descontento general. Pero es un descontento que la mayoría de las veces yace adormilado, al que le falta materializarse y tomar forma.
Le falta expresión. Hacerse ver y oír para frenar la cadena de despropósitos a la que algunos, le han cogido el gusto.
Nos falta una vuelta de tuerca más como sociedad para que, ante cualquier despropósito del gobierno tomemos la decisión indubitada de denunciarlo antes que esperar a ver si seremos los siguientes bendecidos por los criterios a medida, del gobierno más presuntamente corrupto que ha tenido este país en la historia de la democracia.
Afortunadamente, también nos sirve a quienes realmente creemos en la política al servicio de la ciudadanía para constatar lo diferentes que somos tanto en planteamientos como en actuaciones que jamás permitiríamos por el simple hecho de que irían contra nuestra conciencia.