Alter ego y razón de ser

No hay mayor castigo que el infligen los ángeles del juicio. Rendido a las huestes de la sin razón y a una sociedad fuertemente competitiva, decido retirarme para la contemplación, el diálogo interno, y la salutación del alma. El lugar elegido es la cima de la montaña conocida como La Mujer Muerta. Un haz de fuerza sin igual proviene de allí, advirtiendo a los incautos. Toda vez dispuesto, reflexionaré con voz clara, y me sinceraré sobre todo aquello que es aspecto en mi vida: la luz en cuanto saber, los recuerdos y otras facultades del alma, los arcanos de la Historia, y he ahí que también la actualidad de las tierras que se visionan.
Para ello, contaré con la ayuda de mi veloz mensajero, el búho Fisce, capaz de adoptar forma humana y de elucubrar sobre los orígenes y sobre los misterios.
Hay quien permanece en silencio, condenado y sin palabra, y hay quien tiene pies de atleta y desafía a los elementos y al mentor de las derrotas.
El Libro de Levita Celeste, el oráculo de Munfás Loasé, la moneda de Ilaí, y la Flor de Isnir Malar, serán los vértices de una aventura ancestral que la figura de La Mujer Muerta pretende simbolizar. Al final de cada artículo, sólo quedará la estampa.
No seré yo quien prive a los hombres de sus conquistas. No seré yo quien desoiga el mandato de los jefes. No seré yo quien decida.
Con paso lento ascenderé hasta la cumbre, desde donde se visionan todos los territorios de la tierra. Toda vez allí dedicaré mis días a la oración, al cántico, y al estado de la fe. Pero, ¡cuidado! El frío y el hambre son el principal reclamo de la cueva de La Mujer Muerta. Habré de masajearme las extremidades a cada rato, y esperar a que el árbol de la miel así dispuesto dé su fruto, y dé calorías.
Mientras, en online casino el interior de la cueva, las paredes retienen la humedad y rezuman las gotas de la sabiduría.
Por último, dicen los primeros en edad, el Ser Creador dispuso la pureza, y durmió el sueño de la Historia, en espera de los hombres que hicieran llevadera la vida en discordia.
No seré yo quien desoiga los escritos, y así, si algún día, algún joven, por nombre conocido, viene a este lugar, le haré entrega del álbum de las estrellas, para que haya enseñanza más allá de las tinieblas y los pueblos tengan su senda. ¡Dé comienzo la estación de los luceros!
Importante: cualquier idea, o estructura sintáctica que publique en este pequeño espacio podrá ser reutilizado en una narración mayor y al servicio de un argumento.
Ésto, dado que la posibilidad de innovar en un discurso narrativo es muy poca.
He sesgado el lenguaje en torno al monje estilita no de manera casual. Durante mis años de crisis fragüé como último recurso retirarme para la vida contemplativa. Pero, al fin, mi familia me acogió en la espera, y ahora que tengo una vida normalizada pertenece todo al recuerdo. He cambiado el frío de la cueva por el trabajo, el deporte, y la escritura a tiempo parcial.