No es la primera vez que sucede, lo que pasa es que este tipo de historias no suelen colarse entre el grueso de noticias que llega al lector. Una persona dependiente que se cae dentro del hogar, un familiar que no puede moverlo... y lo primero que se hace es la llamada al 112 buscando esa ayuda aunque técnicamente no se trate de una emergencia porque el afectado está bien. Ocurrió ayer, y al final fueron los bomberos quienes intervinieron para poder mover del suelo a un hombre de envergadura que no podía valerse por sí mismo. Pero ni Bomberos ni Policía están para eso, no porque sus agentes no quieran hacer esta labor, sino porque imaginen que moviendo al afectado le causan alguna lesión. Puede suceder, ¿dónde queda la responsabilidad ante una acción que ha sido humanitaria? Y no es algo casual que suceda. No. Ha ocurrido en cuantiosas ocasiones que personas de envergadura, que son dependientes, se han caído y su familiar, cuidador o cuidadora, no ha podido moverlo. Existe un vacío permitido durante tiempo que lleva a que nadie asuma esta competencia que años atrás llegaba a desempeñar la Cruz Roja. Se supone que viene un dinero para que se destine a este tipo de situaciones, pero a fecha de hoy nadie se hace responsable de llevar a cabo esas funciones y todo se traduce a una cuestión de suerte, de que ese día se haga un favor más por humanidad que por otra cosa. Pero no debería ser así, esto tendría que tener su regulación y tendría que aclararse qué está pasando con algo que antes se cubría y ahora se ha dejado en un limbo. ¿Llega una partida económica para esto?, si llega, ¿dónde terminan esos fondos?, ¿quién debe asumir este tipo de prestación y por qué no se lleva a cabo? Este tipo de casos nos pueden terminar afectando a cualquiera de nosotros. No se puede dejar en manos de la oportunidad una respuesta adecuada, y mucho menos cuando se trata de personas que se encuentran en una situación extrema y que imploran una ayuda a la que tienen todo el derecho.