Cuando algunas voces apuntaban ayer que el reforzamiento de los perímetros fronterizos de Ceuta y Melilla pueden tener algo que ver con la masiva salida de inmigrantes de la costa norte de Marruecos en dirección a la Península, lo cierto, es que el desconocimiento de la inmigración subsahariana hace decir algunas veces determinadas frases que no tienen ningún sentido.
La prueba es que en la segunda jornada de esta oleada, nuevamente setecientos inmigrantes subsaharianos intentaron volver a asaltar el perímetro fronterizo de la ciudad hermana, mientras que en el caso de Ceuta es distinto, porque los ocho kilómetros son prácticamente difíciles de superar, salvo casos excepcionales y en verano la entrada son por mar y, de momento, tampoco han sido unas cifras excepcionales. Aquí lo que ha pasado es otra cosa bien distinta porque es imposible que en una costa que va desde Tánger Med a la propia ciudad de Tánger, que tampoco son tantos kilómetros, es imposible que puedan salir más de setenta embarcaciones si que nadie se lo impida y sin que nadie los vea. Y es que esa falta de vigilancia por parte de las autoridades marroquíes en estos días es lo que ha llevado a que los propios inmigrantes, auspiciados por las mafias, se hayan lanzando a la locura de intentar cruzar el Estrecho, porque ni tienen vigilancia que les impida salir, y el tiempo además les acompaña. Y lo más probable es que continúe en los próximos días.