Hace unas semanas nos informaba El Faro de la llegada del nuevo Comandante General de Ceuta, que había tenido que tomar posesión de forma “virtual”, contactando telefónicamente con las autoridades, debido al estado de alarma y confinamiento al que todos estamos sometidos por la letal crisis del maligno coronavirus que padecemos; anunciándonos para cuando el confinamiento finalice que el nuevo titular de la Comandancia General cumplirá con la vieja tradición de, primero, recibir el llamado “Áleo”, o bastón de mando; y, segundo, su posterior entrega por el mismo a la Virgen de África a modo de impetración o “rogativa” para que dicha imagen interceda y proteja al pueblo de Ceuta ante posibles pandemias como el actual COVID-19.
Se trata, pues, de dos actos protocolarios que, aunque se celebran conjuntamente, uno tiene carácter eminentemente militar y simboliza la transmisión y entrega del mando militar a los nuevos Comandantes Generales de Ceuta, constituyendo ya una acendrada tradición que data de hace unos 605 años. Mientras que el acto religioso se remonta a unos 369 años. Y, sobre todo de cara a los lectores que no son Ceuta, me voy hoy a ocupar en este artículo de exponer el origen y procedencia de ambas tradiciones, militar y religiosa.
En cuanto al acto militar, a partir del siglo XII y a medida que avanzaba la Reconquista por los cristianos contra los árabes, los señores y caballeros de la nobleza y también las Órdenes Militares que ayudaban a los reyes cristianos a recuperar el territorio nacional, comenzaron a utilizar en las armaduras, atalajes, uniformes y fachadas de las casas solariegas, algún símbolo o divisa de armas como elemento diferenciador que distinguía a los unos de los otros.
Ello duraría a lo largo de toda la época feudal, en la que los súbditos o vasallos, debían de exhibir en su atuendos y vestimenta algún emblema o signo con los que se reconociera su identidad y dependencia del señor al que estuvieran sometidos a cambio de protección y de prestación de servicios. Y después, tales símbolos y distintivos se fueron colocando a la entrada de los pueblos y ciudades que iban siendo reconquistados, en forma de escudos y banderas, según los mismos pertenecieran a uno y otro señor.
En el caso de Portugal, Don Alberto Baeza Herrazti refiere que era costumbre de la realeza y de las casas nobles portuguesas adoptar lemas o divisas que resumieran en una sola frase, y hasta en una sola palabra, los ideales o consignas de sus titulares. Y, como tales signos fueron primero introducidos en Inglaterra por los normandos franceses y luego por los ingleses en Portugal, pues resulta que los mismos figuraban escritos en francés. Así, el rey Don Juan I, que conquistó Ceuta, adoptó primero la frase: “II me plait”, que luego la reina cambió por el lema más generoso de “Pour bien”, que significaba “Para bien”, o “Para hacer bien”. Tal lema figura pintado en el techo del Palacio Real de Sintra (Portugal), y lo inculcó luego como norma de conducta a sus hijos los infantes que, luego, posteriormente cada uno fue adoptando el suyo personal.
En España, aquellos viejos señoríos jurisdiccionales desparecieron al advenimiento de las Cortes de Cádiz, en virtud de lo dispuesto por Real Decreto de 27-01-1837, que establecía: “Los Ayuntamientos de todos los pueblos procederán por sí, a quitar y demoler todos los signos de vasallaje que haya a sus entradas, casas capitulares y cualesquiera otros signos, puesto que los pueblos de la Nación española no reconocen ni reconocerán jamás otro señorío que el de la Nación misma, y que su noble orgullo no sufrirá al tener a la vista un recuerdo continuo de su humillación”. De forma que, a partir de dicha Carta Magna, desapareció la pública ostentación de tales símbolos señoriales, que únicamente quedaron como reminiscencia del pasado y para ser utilizados a título privado y meramente personal. Los viejos símbolos señoriales pasaron a ser sustituidos por los actuales escudos y banderas democráticos y constitucionales.
¿Y cómo nació en Ceuta la tradición del Áleo?. Una vez conquista la ciudad por Portugal sobre mediados de agosto de 1415, su rey don Juan I, que había mandado personalmente la expedición marítima de conquista, se dispuso a regresar a Portugal con las tropas que no se necesitaran, pero antes se reunió en Consejo con sus principales consejeros. D. Juan I, quiso primeramente nombrar Gobernador de Ceuta al Condestable D. Nuño Álvarez Pereira; pero éste declinó la honrosa responsabilidad por haber tomado ya una importante decisión en su vida, la de consagrarse a Dios en el convento del Carmelo que él mismo había fundado. Por cierto, que D. Nuño fue después beatificado en 1918 por el Papa Benedicto XV, una reliquia suya fue traída a Ceuta como recuerdo de su paso por la ciudad.
Ante la renuncia de D. Nuño, el rey optó por elegir a D. Gonzalo ,Vázquez Coutinho, para encomendarle la defensa de Ceuta, quien, a su vez, rehusó asumir tan grande responsabilidad. El rey algo contrariado se fijó en una tercera persona, D. Martín Alfonso de Melo que, con ánimo dubitativo, rogó al monarca le concediera tiempo para reflexionar. Su decisión, ante los consejos de amigos y familiares, fue también negativa a la propuesta regia.
Enterado D. Pedro de Meneses, oficial de la expedición de conquista, de la anómala situación con tanta renuncia después de haber ganado la plaza, que se entretenía jugando a la “choca” con varios compañeros, indignado hizo saber a los mismos que participasen al monarca su ofrecimiento de su firme y resuelta decisión de defender Ceuta. Los compañeros de juego se lo comunicaron inmediatamente al monarca que hizo llamar a D. Pedro de Meneses, depositando en él su confianza y confiándole el mando de Ceuta. A lo que el oferente respondió: “Majestad, sólo con este palo (que tenía en la mano) me basta para defender esta Ciudad de sus enemigos”. El palo era una vara de acebuche, que a partir de entonces se convirtió en el “Áleo” o bastón de mando (“Álleo”, en portugués).
Y se convirtió en la divisa y símbolo de autoridad que Don Pedro utilizó durante los 22 años que duró su mandato en Ceuta, y también la que quiso llevarse con él a su propia tumba. Don Pedro, por su defensa eficaz y buen gobierno de Ceuta, pasó a pertenecer a la nobleza portuguesa, al concedérsele el título nobiliario de Marqués de Villa Real, ciudad del norte de Portugal, en la que sobre los arcos de las ventanas del Palacio de los Meneses todavía se conserva en la Avenida Carvalho Araujo de dicha ciudad portuguesa, enmarcada en una corona ornamental, figura esculpida la palabra : “ALLEO”, que fue el lema y divisa que en su escudo adoptado por su casa. En Ceuta, la capilla Real del antiguo Convento de Santiago tuvo pintado en el techo, bóveda y paredes la misma palabra, y también figuró en un original y artístico retablo.
El “ALEO” se hizo tan popular en Ceuta, que no sólo se convirtió en el símbolo de la transmisión de todos los Comandantes Generales de Ceuta, sino también en el grito de guerra que se utilizó por los ceutíes que entraban en combate, con el que se envalentonaban de tal forma que se convertían en inexpugnables defensores de la ciudad, ue pese a las muchas veces que fue sitiada (una vez durante 33 años), siempre resistió y fue capaz de repeler los numerosos ataques a que fue sometida. Con esa misma exclamación, los ceutíes celebraban también sus sonados triunfos vociferándola de forma estentórea.
La ceremonia militar protocolaria es la siguiente: La tropa formada en orden cerrado. Una Compañía rinde honores de ordenanzas. Puleros los uniformes, relucientes las armas y atalajes, desplegadas al viento ondeando las banderas. El Comandante General llega bajo marcha de infantes, y en la Plaza de África, ante el público concentrado, pasa revista a la formación. Se dirige a la Iglesia Catedral, A la entrada le espera el Cabildo Catedralicio que momentos antes ha recibido del párroco de la Iglesia Nuestra Señora de África el bastón de Mando que permanentemente está depositado en las manos de la Patrona. Tras la visita a la capilla del sagrario, el Comandante General se dirige al altar mayor.
La iglesia está repleta de autoridades y fieles. El Deán de la Catedral le explica brevemente el significado histórico del Bastón y se lo entrega en mano. Al recibirlo el General jura defender Ceuta y mantenerla en el seno de la Nación y en la fidelidad del Rey. A continuación se dirigen todos en cortejo al sagrario de Nuestra Señora de África, donde después de entonada una Salve, dicho mando vuelve a depositar el “Áleo” en manos de la Virgen, Patrona de Ceuta.
Aclaro un dato poco conocido en Ceuta. Que su primer gobernador portugués, D. Pedro de Meneses era nieto de españoles que emigraron a Portugal, siendo su abuelo D. Alfonso Téllez de Meneses, perteneciente a la Orden del Temple, quien alcanzó en Portugal nobleza, al ser yerno del rey portugués Sancho II. Pues este Alfonso Téllez de Meneses fue el abuelo de D. Pedro de Meneses, quien introdujo en Extremadura el llamado Fuero del Baylío, actualmente vigente en varios pueblos, primero a la población de Alburquerque que él fundó, más La Codosera, en 1211.
En 1272 el Fuero se extendió a Jerez de los Caballeros y su comarca: Burguillo del Cerro, Valverde de Burguillo, Fuentes de León, Fregenal de la Sierra, Atalaya, Valencia del Ventoso, Fuente de Cantos, Oliva de Jerez, Valencia de Mombuey, Valle de Matamoros, Valle de Santa Ana y Zahinos. En 1297 se implantó en Olivenza y su comarca: Santo Domingo, San José, San Benito, San Jorge, Villarreal, Cheles, Higuera de Vargas, Alconchel, Táliga y Villanueva del Fresno. Actualmente, el Fuero del Baylío en dichas poblaciones extremeñas está compilado y recogido en el Estatuto de Autonomía extremeño, siendo optativamente aplicable en dichas localidades de la provincia de Badajoz.
Y, en cuanto a Ceuta, tengo investigado en sendos artículos publicados en el periódico El Faro y también recogido en mi libro “Ceuta, pasado y Presente”, que en 2009 me publicó el Instituto de Estudios Ceutíes, que el mismo Fuero portugués, que se aplicó bajo la denominación de Carta de Mitade, y aun está vigente, aunque en total desuso.
Veamos ahora la procedencia del Áleo como símbolo religioso. Resulta que en 1651 fue declarada en Ceuta la llamada “peste negra” que se extendió por el Mediterráneo. Se creyó que la misma afectaría de lleno a Ceuta y su población, que no encontró otro consuelo que invocar la protección de la Virgen de África. Pidieron a las autoridades eclesiástica procesionar a la Virgen para pedir su intercesión cantándole una Salve el 5 de agosto. Y lo que parecía una gran pandemia que afectaría de forma catastrófica a Ceuta, luego sólo se quedó en leve afectación. Ello fue interpretado como un posible milagro de la Virgen. Al ver el Gobernador D. Juan Suárez Alarcón y Melo (entonces ejercía los poderes militar y civil), la inesperada levedad de la pandemia, la Virgen fue proclamada Patrona de Ceuta.
Asimismo, en 1747, se declaró otra epidemia muy extendida de peste bubónica. El Cabildo Catedralicio acordó sacar en procesión a la Virgen por las calles de Ceuta. Era Comandante general, D. Pedro Vargas Maldonado, que renovó el Voto a la Virgen y acordó poner en sus manos el Bastón de Mando, o Áleo. Los templos ceutíes fueron convertidos en lazaretos para aislar a la población. Esta vez la peste fue más virulenta, aunque no tanto como se esperaba. Desde entonces, se instituyó la vieja tradición que siguen respetando todos los Comandantes Generales de tomar posesión ante la Virgen de África y depositarle en sus manos el Áleo; teniendo el pueblo ceutí a su Virgen de África gran fe y fervorosa devoción. Ojalá esta vez interceda por todos para erradicar por completo tan maligna pandemia como es el coronavirus.