Hoy me he desvelado con un tacto tan sutil, que no me he podido quejar.
A pesar que mi primera impresión fue de seguir enrollado entre mi edredón, pero ese dedo mágico de un rayo de Sol que impactaba en mi rostro me puso pie en polvorosa.
Una canción me vino rápido a mi cabeza: "Hoy me he levantado dando un salto mortal".
Aunque no lo hice por prevenir consecuencias en mi organismo, sí fue el detonante de ir a la cocina y prepararme un " tentempié", compuesto por un trozo de pan al horno con hígado ibérico, y una infusión de manzanilla con anís.
Me puse un pantalón corto y una camiseta a juego con mi pieza de chándal superior.
Y me fui dirección a la senda de los elefantes, para intentar perder un poco de grasa.
Y desde arriba fui observando las olas que rompían en la orilla dejando una espuma blanca, y el color del líquido era verdoso dando al público la advertencia de una resaca bastante grande.
Hacía un poco de viento y las latas se movían de un lugar a otro.
Vi una pavana desde lo alto de un chiringuito observando el mar buscando un futuro bocado que le pudiera regalar.
Y una pareja ya metida en años dándose unos picos de felicidad.
Y en ese instante me llegaron unos recuerdos donde un animalito fue el principal representante.
Uno que había llegado a mi familia como "papillero", y se había introducido muy fuertemente, con mucho arraigo, en nuestros corazones, ya que era indispensable en el devenir del día a día, de nuestras costumbres.
Nos llamaba, no quería estar sola y con sus palabras nos hacía sonreír una y otra vez.
Y muchas jornadas nos daba ese don de gente, que poca gente tienen, y ella era ese eje central que podía dar la vuelta a la tortilla.
Cuando se fue, todos nos quedamos de piedra, nuestras lágrimas brotaban y no podían pensar en nada más que en ese pequeña criatura que no había dejado una mañana, sin que nadie pudiera adivinar este día tan mal señalado.
La jaula quedó vacía y nadie la quería guardar, pero ocurrió un pequeño milagro.
Un día un amigo compró un canario que era una verdadera monada, tendría pocos meses y los trinos primarios impactaron en mí.
Le pedí por favor que me lo regalara y obtuve una afirmación por respuesta.
Lo metí en aquel vacío lugar, para no ver más esa sequedad, y poco a poco fue entrando en los corazones desconsolados.
Era un verdadero canta autor y todos estábamos pendientes a él. Mi madre fue quien estuvo más cerca de Jarito, y le estuvo enseñando muchas cosas, como el de darle un besito por la mañana temprano, a cambio de un trozo de manzana, y todos estábamos nuevamente en el séptimo cielo con nuestra nueva mascota.
Un canario, canta autor y con la simpatía de un suplente de lujo de nuestra fallecida ninfa.
Gracias a ambos por tener a nuestra familia con esas caras de felicidad.