Colaboraciones

Alcemos el puño hacia la alternativa

Creo más en la sociedad que en la política
Creo más en la colectividad que en el voto dentro de una democracia
Creo más en el cumplimiento de la Constitución que en su modificación Cuando al joven lo declaran “NI-NI” e indolente; y éste marca su futuro en un pasaporte. Alcemos el puño hacia la alternativa.
Cuando el mayor no tiene una paga suficiente para su sustento y su pensión no se ve actualizada. Alcemos el puño hacia la alternativa.
Cuando las mujeres caminan con miedo y no existe igualdad en el género. Alcemos el puño hacia la alternativa.
Cuando el inmigrante es señalado como enemigo de nuestros males y miramos hacia otro lado en el robo de sus recursos. Alcemos el puño hacia la alternativa.
Cuando el Mar Mediterráneo se convierte en un “cementerio” y no nos hacemos responsables de ello. Alcemos el puño hacia la alternativa.
Cuando la sanidad y la educación es minimizada por el sector privado como una metástasis en nuestros derechos fundamentales. Alcemos el puño hacia la alternativa.
Cuando no entendemos que nos enamoramos de la persona y no del sexo porque, simplemente, somos seres “sexuales”. Alcemos el puño hacia la alternativa.
Cuando no consideremos que al sector animal no se le puede ni maltratar ni explotar porque son seres vivos al igual que nosotros. Alcemos el puño hacia la alternativa.
Cuando contaminamos la naturaleza y no la cuidamos como una “madre” que nos proporciona lo esencial para vivir. Alcemos el puño hacia la alternativa.
Cuando la precarización del trabajo se hace costumbre, las jornadas son interminables y los sueldos ridículos. Alcemos el puño hacia la alternativa.
Cuando el salario mínimo interprofesional no ocasiona satisfacer las necesidades básicas de las personas. Alcemos el puño hacia la alternativa.
Cuando las personas dependientes no encuentran “auxilio” que les faciliten un día a día corriente como a todos los demás. Alcemos el puño hacia la alternativa.
Cuando la única garantía de los desahuciados es la calle arrebatándole lo más íntimo de las familias, es decir, el hogar. Alcemos el puño hacia la alternativa.
Cuando una persona tiene derecho tanto una vida digna como una muerte digna, y en ocasiones, esta última no siempre llega. Alcemos el puño hacia la alternativa.
Cuando el trabajo de cuidados y labores del hogar no están remunerado, siendo está fundamental para la inmersión productiva. Alcemos el puño hacia la alternativa.
Cuando el agricultor genera unos ingresos no adecuados a consta de unos intermediarios feudales. Alcemos el puño hacia la alternativa
Cuando el independentista es procesado por fomentar una consulta de autodeterminación. Alcemos el puño hacia la alternativa
Cuando la Monarquía, rebosante de privilegios, es impuesta sin sufragio. Alcemos el puño hacia la alternativa.
Cuando la élite Yanqui somete a territorios, con lanza y discurso militar, para la adquisición de sus riquezas. Alcemos el puño hacia la alternativa.
Cuando los refugiados son la consecuencia deleznable del acto paupérrimo del ser humano, mediante guerras, por conquistar bienes que son de todos. Alcemos el puño hacia la alternativa.
Cuando monopolios y oligopolios empresariales mandan más que gobiernos y esto perjudica al interés general del pueblo. Alcemos el puño hacia la alternativa.
Cuando manifestaciones de extrema derecha vuelven amanecer en nuestro dial con la intención de rebobinar derechos. Alcemos el puño hacia la alternativa.
Cuando existen medios de comunicación que sólo no contrastan sino que manipulan información en favor del provecho particular. Alcemos el puño hacia la alternativa.
Cuando el pobre es humillado por su situación sin tener posibilidad de cambio. Alcemos el puño hacia la alternativa.
Cuando la desigualdad se convierte como un átomo destructivo de nuestra materia societaria. Alcemos el puño hacia la alternativa.
La desigualdad está matando la conciencia y se está quedando en los huesos. Un universo inequitativo que pone soga a cualquier atisbo asociacionista rindiéndole pleitesía al individualismo, egoísmo y competitividad feroz que no ayuda, precisamente, en corregir la situación desigual actual.
Primeramente, la humanidad debe pedirle perdón a la misma humanidad, por todas sus cometidas incomprensibles que han servido para dañar nuestra historia, al propio mundo y poniendo en jaque a generaciones venideras. Entendiendo el indulto como un sendero que transite “hasta la victoria, siempre” que permee en la conversación y se fragüe en el Osiris de los actos.
A partir de aquí, hay que crear instrumentos vinculados con la “colectividad”. Por un lado, desde el ámbito educativo potenciando metodologías educativas nuevas que promuevan el cooperativismo dentro de las aulas y sus asignaturas entre las distintas escuelas. Por otro lado, hay que edificar empresas cuyo objetivo final no trate únicamente en la maximización de beneficios sino que la viabilidad también acuda a la confortabilidad de los trabajadores y exista implicación de las firmas en los territorios donde estén ubicados, auspiciando proyectos socioeconómicos con parte de sus excedentes económicos. De esta manera, una nueva conciencia emergerá.
Una democracia real no puede vivir bajo la limosna de nadie ni tampoco debería ser proporcionada a nadie ya que hay que labrar un sistema que no haga falta acudir a ello. La única filantropía que siento es aquella acción desinteresada es dibujar arcoíris, como puentes, ante cualquier injusticia universal; y no la concibo como el capricho de un acaudalado para alimentar su ego ya que para suministrarnos recursos se encuentra el Estado del Bienestar.
En este sentido, la política de la limosna se ve perfectamente reflejada con la imagen de una persona lanzándole una moneda a un desamparado puesto que desde el inicio del trayecto del bien monetario hasta el chasquido del recipiente, con más monedas si suerte padece, muestra verticalmente (al igual que clases sociales) la humillación del ser humano en todo su esplendor. Bien haríamos si queremos obsequiar onerosamente al marginado con una moneda en clavar las rodillas al suelo, para sentir el latido de la deshonra y así entender que nadie merece tal paradigma. Esto último de inclinarse ante el desamparado es un acto de empatía frente a sus necesidades y sufrimiento, que de no verlo así quizás seamos nosotros los miserables y no querer contemplar la pobreza es porque, tal vez, intrínsecamente va en los corazones del ser humano. Además, no ponerse en el lugar del “carente” puede acarrear actitudes aporofóbicas y rechazo al otro. Sin embargo, la esperanza en la comunión de sucesos subversivos contra cualquier síntoma de abusos que manifieste carencia de recursos contra la humanidad calma mis sentimientos, a veces, de lo más pesimista.
Una posible cura es aceptar que los vientos desiguales lastiman y genera situaciones que pone en peligro la dignidad de las personas y su solución es construir una solidaridad horizontal del respeto mutuo y que implique a todos labrando en la voluntad, compromiso y acción grupal de querer un mundo más justo. En esta línea, quiénes sólo entienden la vida mediante aspiraciones individuales nunca arraigarán contiendas comunales.
Democracia y libertad van de la mano. No obstante, hay que ser valiente y entender que la democracia va más allá del voto y la libertad reside en asumir responsabilidades ante cualquier desagravio social como si lo padeciéramos nosotros mismos, combatiendo el sueño de la generación de oportunidades para tod@s. De lo contrario, es no querer poner una primera semilla ante el crepúsculo de una conciencia verdadera que derrote una desigualdad sin frenos que amenaza e inmola a la población y cuyos efectos socioeconómicos son incalculables y, posiblemente, irreversibles de seguir expandiéndose.
El patriarcado mata a la mujer, insulta al homosexual, transexual y bisexual, ahoga al inmigrante, somete al agricultor, fatiga al pensionista, golpea a la sanidad y educación pública, discrimina a los que viven en el campo, expulsa al joven, menosprecia al negro, inmola al medio ambiente, maltrata al animal, explota al obrero, pone muros a la asociación y arrincona a la libertad del desarrollo personal del individuo; es decir, contamina la humanidad. Por ello, alcemos el puño hacia la alternativa.
Sin el amor al estudio del cosmos desigual y sin mis alumnas y alumnos yo no soy nada. En este sentido, la igualdad es el sueño de un ser humano rebelde, inconformista y despierto, eso sí, con corazón feminista. Con desigualdad jamás habrá paz. Alcemos el puño hacia la alternativa….

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