La falta de un albergue social lleva a que personas sin hogar continúen en pleno 2024 durmiendo en la calle. Los proyectos debatidos para solucionar este gravísimo problema se quedaron en el camino o terminaron abortados por otras necesidades que se consideraron de mayor importancia.
Resulta curioso que demos prioridad a proyectos que dicen van a suponer un avance, un subirse al carro de la modernidad, mientras no hemos sido capaces de atender lo más básico y de evitar las imágenes inhumanas con las que nos podemos topar en cualquier barrio.
En la calle, durmiendo en un banco, pidiendo o buscando un refugio de mala muerte nadie quiere estar. Detrás de los casos de personas que se empecinan en no dejarse ayudar existen otros problemas que no son tratados y que suponen la excusa perfecta para que la administración se aferre al típico ‘es que quiere estar así’.
No. Nadie quiere estar en la calle, nadie quiere vivir arrastrándose en un mundo en el que parece no encajar, nadie quiere vivir atrapado en una desidia para la que no se da una solución inmediata.
En 2024 hay personas en Ceuta que viven en la calle, que duermen en las esquinas por no existir un lugar en el que poder tener lo más básico. A algunos de ellos ni siquiera se les mira, forman parte del ambiente.
Una ciudad no puede vender grandes proyectos si no ha sido capaz de arreglar sus bases, de tener los recursos mínimos disponibles para que una persona no pierda la dignidad.